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Despenalizar las drogas.

Fernado Savater es uno de los filosofos favoritos de nuestra contemporaneidad, nos gusta su prosa clara, la actualidad de los temas éticos que aborda tanto en libros, revistas e incluso en la radio y la televisión, creo que este españolísimo librepensador tiene siempre en cuenta que su público se nutre de revolucionarios con mochila y zapatos escolares, de hecho su libro ¨Etica para Amador¨ es un ícono de la educación media en los paises hispanoamericanos y la revista ¨Claves¨ que codirige con Javier Pradera es indispensable para los intelectuales de la península iberica, pero por sí todo lo anterior no bastara, tiene la apariencia del hombre sabio de barba blanca, lentes a contra moda y una simpatía desbordante.

Entre los importantes temas que aborda regularmente, Savater insiste en un tema que inesperadamente lo ha convertido en un punto de referencia entre los políticos prácticos (tan reacios a los filosofos) que actualmente debaten el tema de la legalización de las drogas. Pues sí, Fernando Savater afirma sin que le tiemblen las cuerdas vocales, que las drogas deben ser legalizadas o despenalizadas porque en el esquema actual, ni se combate efectivamente su distribución y en cambio se inflan los precios de su mercadeo y la comercialización queda en manos de asesinos y todo tipo de delincuentes, claro que además todo esto es expresado por nuestro filósofo con elocuencia y con magníficos ejemplos ad-hoc, sin dejar de recurrir a la memoria histórica de la prohibición (a la venta de bebidas alcohólicas) que padeció Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX.

En este punto, en el que ya dejé sentada mi simpatía por Fernando Savater, debo decir que su propuesta, la de permitir el mercado libre de las drogas (desde la mariguana, hasta la última que se invente) es una ligereza, que en el caso de nuestro autor se deriva de la tentación intelectual de esgrimer un argumento lógico, atrevido y de indiscutible actualidad y popularidad. Una tentación casi imposible de eludir para cualquier moralista genuino. Si Fernando Savater estuviera en lo correcto, sería como convertir a Aristóteles en la estrella de la revista "Enquirer", "TV y novelas" o algo peor, si es que eso es posible.

La falacia de Savater olvida que el régimen permisivo es en el que la humanidad siempre vivió, hasta la prohibición que surgió como una reacción posterior al momento en que el espíritu capitalísta y los grandes empresarios descubrieron que la producción, distribución, venta y mejoramiento de las drogas, representaba uno de los más grandes negocios del mundo tomando en cuenta su adictividad.

Los primeros empresarios modernos de las drogas dieron sus primeros pasos simplificando el acceso a todos a presentaciones sencillas y baratas de las potentes drogas naturales, para ello buscaron nombres ambiguos y elegantes para ocultar el producto, tal fue el caso del "Laudano" que no es otra cosa que opio en forma de gotitas para agregarse al te de las cinco de la tarde en Londres, desde luego que después obtuvieron en forma pura el elemento activo de las drogas al que denominaron como "alcalohides" obteniendo drogas tan potentes como la heroína, cocaína y morfina, entre otros muchos productos que se vendían libremente. Incluso Estados Unidos se aficionó a uno de sus productos más preciados, la Coca Cola, que originalmente contenía en su formula un extracto de las hojas del árbol de la coca.

Durante el siglo XIX, en plena época dorada del capitalismo inglés, Inglaterra tuvo la "brillante idea" de obligar a los chinos a recibir en pago Opio, a cambio de sus exportaciones a Europa para evitar que la "West Indians British Co" pagara en plata por ellas, así esta empresa inglesa en China se dedicó, con todo el esfuerzo capitalista y tecnológico del momento, a inventar artilugios y a  costruir las "casas" donde se fumaba el opio, llevando a millones de chinos a vivir pegados a las pipas desde donde se succionaba el humo de la adormidera, mientras se degradaban hasta la muerte pasando por la inopia, claro que los ingleses se las ingeniaron para que todos los chinos, sin importar a que clase económica o social pertenecieran y sin que importaran sus edades consumieran la droga e inventaron todo tipo de estimulos y planes para que el Opio fuera prácticamente la moneda de curso legal del pueblo chino.

Las drogas y su distribución masiva en China, gracias a la imaginación "liberal y libertaria" de la West Indians British Co, fueron una de las mayores justificaciones de Mao Tse en favor de la Revolución China y una de las mejores razones para declararse enemigo jurado del Capitalismo. En Inglaterra las cosas no pintaban mucho mejor, ya que los británicos apóstoles y profetas del capitalismo, pensaban que el mercado salvaría por sí sólo a la parte de la humanidad que merecía sobrevivir, una variante de la selección "mafufa"  de la especie humana, hasta que se dieron cuenta que las calles de Londres se convertían en gigantescos depósitos de hombres y mujeres desprovistos de vitalidad, buscando solamente unas gotas de laudano o de otra droga que los aletargara hasta la imbecilidad.

Parece una paradoja que nuestros filósofos moralistas, ahora  hayan sido seducidos por los encantos de la mano invisible del mercado capitalista, que incluso  hombres como Savater que levantan el puño izquierdo a la menor provocación, se deslicen sin remordimiento o sin conciencia por el tobogán de  ideas ultrareaccionarias, pero tan tentadoras como terriblemente dañinas en una sociedad donde la tecnología, la publicidad, el estudio del mercado hacen posible que hasta productos nocivos como el tabaco, tengan un lugar de honor en cualquier tienda de abarrotes que se precie de atender bien a su clientela.

De sólo pensar en lo que pudiera pasar en estos tiempos, donde los sorprendentes desarrollos tecnológicos y comerciales no cesan y que estos se aplicaran, como ya ocurre en una escala mínima, para hacer drogas mas potentes, más baratas, de producción en serie a partir de solventes o de otros productos químicos y venenos obtenidos en laboratorios, para ser distribuidas y comercializadas con el mismo concepto y recursos como ahora lo hace la Coca Cola o la comida chatarra, teniendo como destinatarios a nuestros hijos recién egresados de preparatoria, aunado a la filosofía enana de que no son tan malas o que al contrario son muy buenas, bueno simplemente veo un México de babeantes idiotas incapaces de sostenerse por si mismos, no humanos, sino humanoides deambulando en las calles, como ocurría en la China que retrató la escritora inglesa Pearl S. Buck en "La Estirpe del Dragón" y que "disfrutó" a plenitud los beneficios de la "mano invisible" del capitalismo más feroz.


¡¡ Dios salve a México !! Porque si de nosotros los mexicanos depende, pues ya se jodió.


Por Antonio Limón López


 Beneficios colaterales del Narco.

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