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LA MUERTE DE TELEVISA.

Televisa agoniza, y aunque esto es en beneficio de la sociedad mexicana, no es solo un triunfo del pueblo. La televisora nació a mediados del siglo pasado en el burdel del poder, fueron el Presidente Miguel Alemán Valdés y Emilio Azcárraga Vidaurreta, quienes la concibieron como un lucrativo negocio dependiente del Erario nacional y con reparto de utilidades para ellos en lo particular. 
Por desgracia Televisa no solo fue otro negocio más a costillas de los mexicanos, fue algo peor: Fue “Madre y Maestra”; como “maestra” educó a México dentro de un interminable “Siempre en domingo” y dentro de una larga retahíla de telenovelas pésimas y noticieros sin credibilidad alguna, en consecuencia desalojó al mexicano de su proverbial buen gusto, de su creatividad artística, de su gusto por la buena lectura, de su solidaridad y de su imaginación creativa que desembocaba en un arte representativo, popular e imprescindible. Televisa reeducó al mexicano haciéndolo analfabeta funcional, codicioso, hambriento de la riqueza extrema y rápida, del dinero fácil y despectivo del trabajo sencillo y perseverante. 
Como “Madre” Televisa parió en México a generaciones de políticos serviles, tramposos, farsantes, y gesticuladores, nunca comprometidos con la legitimidad democrática ni con el juego honesto y limpio. Los nombres de esos engendros no solo incluyen a gobernadores y alcaldes, ni a diputados y senadores, ni a dirigentes y militantes distinguidos de los partidos políticos, sino a todos los presidentes a partir de Miguel Alemán y hasta el actual presidente Enrique Peña Nieto, e incluyendo a los “panistas” Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojosa que también son hijos legítimos de esa gran paridora de rémoras.
A lo largo de su vida, Televisa enfrentó al menos tres momentos cruciales, el primero a la muerte de Emilio Azcárraga Milmo (16 de abril de 1997) que dejó a Televisa fracturada en tres grupos de herederos y una media docena de socios. En el corazón de la disputa estuvo Emilio Azcárraga Jean que fue nombrado en el testamento como director general. Con el apoyo financiero del Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, Azcárraga Jean pasó del 10 al 50.3 % de las acciones de control, con lo que consolidó una dirigencia única, vital para la subsistencia de la empresa. 
El segundo momento crucial fue el que vivió en 2006, cuando temiendo al cambio de reglas en las redes de telefonía, televisión e internet, y al proceso democrático en México, promovió la “Ley Televisa”, que una vez aprobada y publicada, fue impugnada ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación que por indicaciones del recién electo Felipe Calderón la declaró inconstitucional. Para fortuna de Televisa ni Carlos Slim representó ningún riesgo, ni la democracia mexicana se consolidó. 
La tercer y actual amenaza si bien proviene del exterior, es fatal por la pobre creatividad artística de Televisa y por su nula credibilidad noticiosa. Los noticieros de Televisa están desprestigiados, sus análisis son siempre sesgados y se conciben bajo consigna, la verdad es deformada al punto de ser falseada y los programas de entretenimiento y cultura son de una ofensiva miseria por su pésima calidad, por su concepción errada y su afán incontrolado de lucro. 
Televisa nos falta al respeto en todo lo que hace, y si bien nunca tuvo para ella ningún costo, pues jamas tuvo competencia real, ahora se tiene que enfrentar a las redes sociales que en México disfrutan de un éxito mucho mayor que en otros países, pues los mexicanos gracias a ellas tenemos opciones de programas culturales, de entretenimiento y de noticias que exclusivamente se divulgan por las redes sociales y además, para decirlo rápido y claro: Estamos hartos de la programación basura de Televisa, y hasta de sus comentaristas de lujo.
Nombres como Joaquín López Dóriga, Carlos Loret de Mola, Adela Micha, Lolita Ayala, Carlos Marín e incluso sus comentaristas estrellas como Jorge Castañeda, Leo Zuckermann y Héctor Aguilar Camín se encuentran desprestigiados o en proceso de desprestigio, por su centralismo político y su afán de crear fuentes de ingreso para sus propios bolsillos, por su desprecio a la democracia y por su función de mediatizar y banalizar los acontecimientos nacionales, en favor de una gobernabilidad mal entendida. 
En el campo del entretenimiento, las redes sociales como Youtube lo ofrecen mejor calidad y en mayores cantidades que en Televisa, pero además tienen contenidos inéditos en nuestra televisión libre y de paga, porque ambas son un asco. En cuanto a las películas de Televisa y de sus empresas de televisión satelital “Sky”, o por cable “Cablemas” ahora “Izzi”, son todas viejas o malas, pero eso sí, los precios andan por las nubes y siempre al alza alegando cualquier mentira. 
Pero la puntilla para Televisa, proviene de Netflix, la televisión por internet de alta calidad de imagen y dotada con un arsenal de películas mucho más nuevas, mejor seleccionadas y con novedades de primera clase, donde no faltan programas de cocina, de corte intelectual o científico como “Ted”. A esto Televisa contestó, aunque tarde, con su servicio “Blim”, que solo merece un comentario: Es otra porquería a imagen y semejanza de lo que siempre es y ha sido Televisa. 
La muerte de Televisa, tal cual es y ha sido, cabalga inexorable a lomos del desprestigio, la mala calidad, y el envilecimiento de que ha hecho gala y promoción la televisora a lo largo de su vida de oprobio e indignidad, por fortuna ahora es el hazmerreír de los mexicanos que al fin la vemos derrotada, y que con ello nos cobramos venganza por ser la madre de nuestra repugnante clase política, y la educadora durante decenios de un pueblo que no la merecía, que nunca la mereció, ni la merece. 

Por Antonio Limón López.

DONALD J. TRUMP VS FRANCISCO

Donald J. Trump es un candidato a contra corriente de los tiempos que vive Estados Unidos, es diferente a todos los restantes precandidatos a la presidencia, y a todos quienes fueron presidentes al menos desde William McKinley. Para fortuna de la cordura, es impensable que Estados Unidos quiera lanzarse en guerra contra México, por mucho que para el rijoso y copetudo rubio los mexicanos seamos una de las amenazas apocalípticas contra su país. 
Es cierto que el peleonero discurso del agente de bienes raíces ha trazado la ruta por la que los restantes candidatos transitan a regañadientes, pero no porque crean en ella, sino porque el norteamericano medio está irritado contra sus políticos y porque la batalla entre republicanos y demócratas, es una trifulca de callejón entre anti republicanos y anti demócratas.
Es lamentable que no haya altura ni superioridad intelectual en ninguno de los candidatos con alguna posibilidad, trágicamente todos parecen malas copias al carbón de los políticos mexicanos: Ignorantes, sin ideas claras, con un patriotismo de plazuela y sin talento político alguno. El propio Donald Trump, como muestra de su “mexicanización”, acusó a sus adversarios de “fraude electoral” en la primaria de Iowa, con lo que indignó al tabasqueño que es actual propietario de esa patente propagandística. 
Semejante busca pleitos no podía dejar pasar la oportunidad de tirarle de palos a Su Santidad el Papa Francisco en su visita a México, por ello desde agosto del 2015 (En una entrevista con CNN) Donald Trump expresó burlonamente contra las naturales críticas al Capitalismo del pontífice, que Isis (El Estado Islámico) “.. quiere invadir al Vaticano”. 
Ahora el 4 de febrero, a unos cuantos días de la visita del Papa a México, Trump volvió a la carga contra el Papa: "Considero que el Papa es una persona muy política. No creo que entienda los problemas que afronta nuestro país. No creo que entienda el problema de la frontera abierta que tenemos con México" dando a entender que el Papa estaba sirviendo al gobierno mexicano contra Estados Unidos y contra su súper héroe: Mr Trump. 
Una vez transcurrida la visita del Papa a México, un inteligente reportero de  The Associated Press interrogó al Papa a bordo del avión: 

PREGUNTA: Buenas noches Su Santidad. Hoy habló elocuentemente sobre los problemas de los migrantes. En el otro lado de la frontera hay una campaña electoral muy dura. Uno de los candidatos republicanos a la Casa Blanca, Donald Trump, en una entrevista reciente, dijo que usted es un "hombre político" y que tal vez sea un peón del gobierno de México en lo que se refiere a la política de inmigración. Él ha dicho que si es elegido, construiría un muro de 2.500 kilómetros de longitud a lo largo de la frontera y que quiere deportar a 11 millones de inmigrantes ilegales, separando así las familias, etc. Me gustaría preguntarle, en primer lugar, ¿Qué opina de estas acusaciones en su contra, y si un católico estadounidense puede votar por alguien así? RESPUESTA: Gracias a Dios que dijo que era un político, porque Aristóteles define al ser humano como un "animal político". Así, al menos, soy una persona humana. En cuanto a si soy un peón, bueno, tal vez, no lo sé, voy a dejar eso a su juicio y al de todas las personas. Por lo demás, una persona que sólo piensa en la construcción de muros, donde quiera que se encuentren, y no en la construcción de puentes, no es cristiana. Eso no está en el Evangelio. En cuanto a lo que dijo acerca de si yo aconsejaría a votar o no votar, no voy a participar en eso. Sólo digo que este hombre no es cristiano, si ha dicho esas cosas o por el estilo. Hay que ver si él dijo eso de esa manera y en esto le doy el beneficio de la duda.” 
Donald Trump no esperaba ninguna respuesta del Papa Francisco, pero acostumbrado como está a agredir impunemente, impulsivamente escribió un texto cuya parte más interesante dice:  

“Para un líder religioso interrogar a una persona de fe, es una vergüenza. Estoy orgulloso de ser un cristiano y como presidente no voy a permitir que el cristianismo sea constantemente atacado y debilitado, a diferencia de lo que está sucediendo ahora, con nuestro actual presidente.” 

Esto ocasionó en Estados Unidos una gran reacción en los medios informativos, y de algunos "cristianos" que redactaron artículos y cartas contra el Papa y contra el Vaticano. Parecía que Donald J. Trump se vestía con el yelmo del cruzado, o cuando menos con el hábito de Martín Lutero. 
En el “National Review” su editorialista estrella, el influyente David French, abogado constitucionalista egresado de Harvard, escritor de varios best sellers y ex combatiente en Irak, escribió: 
“El Papa está equivocado, las cercas no definen la fe”, y argumentó “El Evangelio no es un paquete de conductas sociales..” 
En consecuencia para ser salvo solo es necesario creer en Jesús y confesar de corazón que crees en su resurrección (Romanos 10:9), sin mayor compromiso que ese. 
Por fortuna las voces llamando a una nueva guerra de religión no tuvieron eco en el gran pueblo religioso que es Estados Unidos de América ¿Acaso no fueron hombres y mujeres cristianos quienes tomaron precisamente al Evangelio como “un paquete de conductas y obligaciones sociales” para ayudar a escapar a miles de esclavos del Sur esclavista, aun a riesgo de su propia libertad?  ¿Acaso existe un solo movimiento social en Estados Unidos que haya sido ajeno al juicio o al debate a la luz del “paquete de conductas sociales del Evangelio? ¿Acaso Martín Luther King Jr era ajeno al Evangelio y a su paquete de conductas sociales? 
Precisamente el Evangelio siendo la palabra de Jesús, es también su ejemplo, un ejemplo que llama a ser imitado, un ejemplo que trasciende el ámbito personal y se proyecta plenamente en la sociedad, influyéndola como ha ocurrido desde el nacimiento de Jesús en todo el mundo. 
Si en Estados Unidos quienes consideran al cristianismo como una denominación hueca, sin compromiso por los necesitados, los oprimidos o los débiles y por ende, sin compromiso social, logran llevar a Trump a la presidencia, entonces debemos preocuparnos pero no por este chiflado, sino por la confirmación de lo que sería la transformación de Norteamérica.

Por Antonio Limón López.

CARTA AL PAPA FRANCISCO

FRANCISCO.
Santo Padre.
Es usted bienvenido a México,
donde el pueblo sencillo y 
creyente lo espera con gran
Fe y esperanza.
En esta ocasión su visita, como ocurre en todo el mundo, ocasiona controversias y disensos entre la burguesía ilustrada, que no son nuevos para la Iglesia, pues como lo expresó Jesucristo: “¿Piensan que he venido para dar paz en la tierra? Les digo que no”. Y sin embargo, de la misma manera que siempre, su mensaje para todos, y en este caso especialmente para nosotros los mexicanos, es de amor y reconciliación.
En esta ocasión, los mexicanos inmersos como estamos en nuestros males añejos, que son la simulación, la corrupción y la violencia, percibimos que su visita es para traernos un mensaje de esperanza. 
Es precisamente por lo que como católico y ciudadano esperanzado en que la Iglesia asuma el papel de Maestra en el plano secular, le solicito a usted y a la Curia que tomando en cuenta que la función que cumplió el Celibato ya no subsiste, por lo cual ahora es innecesario, sea excluido como parte de las obligaciones sacerdotales.
Lo primeo que debo expresar para sustentar mi argumento es que en este siglo, como en ninguno otro, la cultura occidental, acaso sin pretenderlo, se ha impuesto alrededor del mundo, los signos de su economía, de su forma de organización política, de sus recursos tecnológicos, y de su actual visión secular del mundo son el común denominador desde un polo al otro. 
Sin embargo la cultura occidental ha sido sometida a una cruenta cirugía mayor, le han extirpado su corazón y su médula espinal, lo que fue el motor y la razón de su nacimiento y formación: el Cristianismo. 
Esta poderosa cultura, desprovista de la guía del cristianismo es una maquinaria de opresión y de sufrimiento, que está ocasionando en el mundo el mismo impacto que causó la cultura occidental ilustrada, que también fue hija del cristianismo, y que también sufrió su extirpación y libremente se dedicó a la explotación sistemática de los seres humanos que fueron convertidos en mercancía, en esclavos. Hoy, como en el Siglo de la Luces, la humanidad se reduce a su condición de objeto, de animal, de simple organismo, de máquina animada, y así, se ha entronizado al Mercado como el único Amo y Señor, como al cruel Dios de la modernidad.
Los católicos somos los principales responsables de que esto haya ocurrido, de lo que está ocurriendo y de lo que ocurrirá si no somos capaces de asumir una posición moderna y a la vez congruente con el Evangelio. Por desgracia nuestra Iglesia vive alejada de las exigencias sociales de su grey, desconcertada ante el fin y el nacimiento de una nueva edad, atribulada por los pecados y debilidades de su sacerdocio y de su feligresía. El Siglo XXI es una réplica del Siglo XV en que surgió la Edad Moderna y concluyó la Edad Media, en ese siglo la Iglesia se convulsionó ante las exigencias de la burguesía en expansión, que como ahora era la actora de la Historia y el pueblo creyente, que como ahora la sufría.
En el Siglo XXI el ensoberbecido Capitalismo se encuentra en el pinaculo de su existencia, no tiene enemigo al frente, ni existen estados que propongan contra él una alternativa, por lo que el capital, el materialismo y el liberalismo se han fundido en una nueva doctrina de expolio y de crueldad, cuyos frutos no solo son la explotación económica ilimitada de miles de millones de personas en la pobreza, sin educación y sin esperanza, sino que además producen frutos amargos como el racismo, la xenofobia, la discriminación, el egoísmo y el desprecio vil a los desafortunados.
La Iglesia tiene la misión de enfrentar a esta doctrina contraria al mensaje de Cristo, y es la única que puede hacerlo por su sabiduría, por su experiencia social y por su divina inspiración, pero para ello debemos, modernizarnos. En este sentido es impostergable el fin del Celibato, la Iglesia necesita que sus vocaciones no sean limitadas por la imposibilidad de que los sacerdotes puedan tener hijos "como Dios manda", y por ende no puedan unirse en matrimonio.
En su momento el Celibato respondió al sentido ético de la sociedad que lo exigió, o cuando el mundo debía ser recorrido penosamente en borricos y mulas, cuando los sacerdotes no podían llevar a sus familias de esa forma, y fue lo correcto en momentos en que el sacerdote sin familia estaba mejor dispuesto a la tarea de evangelizar en tierras donde eran mal recibidos o perseguidos, o donde los soberanos les exigían desapego al Evangelio y apego a ellos, pero esas condiciones son de un pasado que nada tiene que ver con el momento que vive el mundo ni la Iglesia hoy.
Necesitamos sacerdotes que sean la piedra de estirpes familiares de sacerdotes, con todo lo que ello implica, ya que los factores positivos son mejores y mayores que los negativos. El fin del Celibato crearía en la sociedad moderna, la idea de que el sacerdote comparte los mismos problemas que vive cualquier padre de familia, incrementaría el número de sacerdotes y con ello la presencia de la Iglesia se haría más notoria donde mas se necesita, pero sobre todo, este nuevo sacerdote, padre y ciudadano impulsaría, desde sus convicciones, un papel activo en la vida social y política de la comunidad.
La Iglesia nació como sociedad, como cuerpo de Cristo, si deja de cumplir esta condición, lo cual viene ocurriendo por la cada vez menor cantidad de sacerdotes, y por la necesidad de estos para dedicarse unicamente a la pastoral cristiana abandonado su Paideia inttegral. En estas lamentables condiciones progresivamente la Iglesia pierde sentido en la sociedad materialista, pragmática y utilitaria donde campea la humanidad desacralizada y desvinculada de Dios.
La Iglesia Madre y Maestra es la única esperanza a largo plazo, su banalización, o de plano su reducción a una minoría o a una mayoría silenciosa y estática, harían inútil la muerte de Cristo. Además como bien dijo en Julio de 1993 el Papa Juan Pablo II: "El celibato no es esencial para el sacerdocio; no es una ley promulgada por Jesucristo."

Por Antonio Limón López.

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