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EL Canon de lo mexicano



El carácter del mexicano sigue despertando curiosidad para quienes nos ven desde afuera e intriga entre nosotros. Con mayor frecuencia de lo imaginado aparece algún libro con una de las muchas variantes de ese tema, eso explica por que la bibliografía acumulada es abundante y variada. En cuanto al testimonio gráfico forman parte de nuestra historia los códices prehispánicos, las estelas mayas, los decorados de nuestras catedrales y las inimaginables prendas y vestimentas utilizadas desde Moctezuma, hasta las del día de hoy, pasando por los daguerrotipos y fotografías que desde finales del siglo XIX reflejan nuestra vida, en ellos vemos ese despliegue de colores y diseños propios de nuestros rituales, de la situación económica, de la región geográfica, del momento y de la moda.

No es exagerado decir que lo mexicano ha sido fascinante por regla general: Por eso encontraremos siempre libros de quienes nos han vistos desde “afuera” como lo hizo el cronista de la conquista Bernal Díaz del Castillo, que narró admirado la batalla de Tenochtitlán, y otros que, fueron tocados por la devoción durante el proceso de asimilación entre ambas culturas, aquí sin duda Motolinía es la estrella. Pero también fueron cautivados eruditos como George C. Vaillant quién redactó -ni más ni menos que- el vademécum de “La Civilización Azteca”, y todo esto sin ignorar obras que vieron a nuestros “otros” abuelos, como el Quijote de la Mancha, o la “España virgen” de Waldo Frank, y claro toda la literatura de los siglos de oro españoles. Mención especial amerita Ramón Menendez Pidal con su libro “Los españoles en la historia” que parece que fue escrito mirando al mismo tiempo al español y al mexicano.

Todavía hoy nos sorprenden las impactantes estelas mayas o los códices brillantemente descriptivos de las creencias religiosas y bélicas de los aztecas o de los mayas y es imposible evitar  compararlos, por contraste, con sus pacíficos descendientes. Acaso alguien se pregunte: ¿Que pasó con esas estirpes belicosas? Ciertamente como observó Martín Luís Guzmán, el indígena acompaña al criollo o al mestizo en todas sus campañas y aventuras, aún a riesgo de sus propias vidas. En lo artístico el europeo quedó cautivado por la riqueza indígena, gracias a esta grandeza surgió un arte mestizo que doblegó y enriqueció a la cocina española, fecundandola en las múltiples cocinas mexicanas, lo mismo ocurrió con la música y los bailes que se fundieron con el aporte europeo, para crear nuestras “guelagetzas” y sones, lo que en conjunto explica nuestro gusto por los colores, por las imágenes y por los sonidos.

Antes de que surgieran nuestros devotos del “ethos” a la José Ortega y Gasset, los enciclopedistas, llevados de la mano por Vicente Riva Palacio, redactaron nuestra enciclopedia nacional: “México a través de los siglos” la cual sigue siendo no solo única, sino también una obra generosa, ya que si bien es la cumbre del “liberalismo mexicano”, resuma un espíritu de equidad difícil de encontrar en el siglo XIX y aún en el actual.

Aquí es indispensable mencionar un libro que sin méritos intelectuales, ni artísticos de ninguna especie, además de ser exótico -pues en el momento en que se escribió era una verdadera rareza- fue sin embargo, el impulsor (oficial) de nuestra revolución, lo cual ocurrió apenas al despertar del siglo XX, ese texto es “La Sucesión Presidencial de 1910” escrita por Francisco Ignacio Madero.   

Ya pasada nuestra revolución -pero todavía bajo su influjo cultural- Samuel Ramos escribió la primera obra concebida “ex professo” para explicar nuestro carácter: “El perfil del hombre y la cultura en México”, influida por la psicología social de Freud y de Adler,  tan importante que es el modelo remoto de todos los libros posteriores sobre el tema, entre los que se debe incluir, en primerísimo lugar, al de Octavio Paz “El laberinto de la soledad” libro que sin duda  es el punto de referencia de todas las obras del genero -desde su publicación en 1950- sin embargo la mayor influencia intelectual y que domina en el libro de nuestro poeta, en su versión de sociólogo, no es Samuel Ramos sino Ramón Menéndez Pidal, el escritor a cuyo libro ya me referí, al cual sigue puntualmente en su adaptación a lo estrictamente mexicano, aunque haya tenido gran cuidado para ocultarlo.

Otro gran escritor que observó al mexicano, fue José Vasconcelos, quién  dominó el escenario intelectual de México durante la primera mitad del siglo XX, por varias razones, en primera por su apasionada obra autobiográfica y por ser uno del puñado de intelectuales que participaron en la Revolución, y claro también por su rango de filosofo, prolífico escritor y educador de talla internacional. El solo título de su autobiografía “Ulises criollo” retrata su irrepetible creatividad, perspicacia y personalidad, en este genero de libros históricos, filosóficos y sociológicos, tan abundantes en México y en el mundo, sobresale este oaxaqueño ilustre  por el sabor autobiográfico y el compromiso social. Precisamente su "Breve Historia de México" fue catalogada dentro del índice de libros prohibidos y ciertamente ni es "breve" ni es "Historia" sino mas bien es un panfleto genial.

Con similar valía y agudeza a la de Vasconcelos, destaca Leopoldo Zea con “El Positivismo en México”, que se convirtió en un libro crucial para comprender a una parte de lo que somos, pues el libro describe acuciosamente el esfuerzo de los gobiernos liberales, de Juárez a Porfirio Díaz, por formar una élite “positivista”, desde la Escuela Nacional Preparatoria, esfuerzo inspirado en el pensador y educador Gabino Barreda y que por último se convertiría en la ideología de nuestra burguesía criolla y además, en la justificación para esa dosis de desprecio social que adquirió nuestra burguesía mexicana. También se debe incluir en esta lista “El Liberalismo mexicano” de Jesús Reyes Héroles, que contiene un anecdotario rico en datos ilustrativos de la barbarie en que se constituyó el liberalismo impuesto a rajatabla, por último una fuente bibliográfica insuperable es la extensa obra histórica, ahora olvidada, que publicaron durante décadas las editoriales Botas y Jus, entre la cual, por cierto, se encuentran los libros del historiador más relevante que ha dado México: José Fuentes Mares.

No se pueden dejar de mencionar otras fuentes sin referencia explícita a lo mexicano, como la esplendida exposición del francés Ernest Renan dictado en La Sorbona de Paris en 1882, denominada “Que es la Nación” y que es indispensable para comprender a este concepto esencial en toda teoría social o del Estado; En la misma línea e igualmente importante, para poder enfrentar nuestra tarea de comprensión, esta la “Historia de nuestra idea del mundo” de José Gaos obra que dejó una profunda huella en la intelectualidad mexicana, amén de otros textos, como el de Eduardo Nicol “La idea del hombre”, o el de Gilberto Freyre “interpretación de Brasil” con un o dos capítulos en que compartimos el todo iberoamericano, o “Los Alemanes” de Erich Khaler, con el que a pesar de la obvia disparidad, nos une el contrastante reflejo y en una categoría singular, única, está “El modelo desfigurado” de Thomas Molnar sobre la sociedad americana -que es nuestro némesis existencial- y claro que también, las infaltables y agudas observaciones de “El Espectador” más agudo de España, José Ortega y Gasset y esto, muy a pesar, de que no existe texto en su obra con referencia directa a nosotros los mexicanos.

Las pistas del “ethos” mexicano también están en nuestro arte, en la literatura de todas las épocas, en la religiosidad popular, en novelas y cuentos como “Navidad en las montañas” de Ignacio Manuel Altamirano, el “Pedro Páramo” de Juan Rulfo, o “La región más transparente” de Carlos Fuentes, o el poema épico más bello dedicado a nuestro país, "La Suave Patria" de Ramón López Velarde, esto por mencionar a unos pocos, también el cine que en el pasado nos sobrepuso las personalidades de charro, de pachuco, de pelado y hasta la de galán edulcorado, en largos y románticos diálogos dictados a la puerta de un cabaret o de un lupanar, también encontramos al mexicano en nuestra música que es prolífica, sea regional o nacional y que se adapta a lo extranjero de una manera tal, que se asimila sin diluirse nunca.

Claro que también nos hemos visto a través del prisma de la columna editorial, capturados por las revistas de todas las especialidades, también estamos enredados en las trampas y falsías de nuestros redentores políticos y en sus nefastas pandillas partidistas y también, estamos atrapados en las redes de las tres reinas de todos los poderes: la radio, la televisión y la internet. Hemos visto nuestro rostro emancipado de todas las ataduras en los monos de Hernández, en las ilustraciones de César Almaro, en la Familia Burrón, pero también en los frescos de Palacio Nacional, donde Vasconcelos entregó sus muros interiores a Diego Rivera y claro, también en ese esplendido hombre de fuego que se enseñorea en la cúpula del paraninfo de la Universidad de Guadalajara.

Por Antonio Limón López
A pesar de todo...México optimista!

Pues.. !Que se jodan!


"El Ministerio Público -dice el artículo 478 de la Ley General de Salud- NO ejercerá acción penal en contra de quien sea farmacodependiente  o consumidor" de mariguana, opio, heroína, cocaína y metanfetaminas MDA y MDMA, siempre que no exceda las cantidades que determina la tabla del artículo 479 de la misma ley.

Esta excluyente de responsabilidad reconoce explícitamente el derecho del “farmacodependiente” o “consumidor” a portar una determinada cantidad de droga, e implícitamente reconoce el derecho de adquirirla legalmente y la obligación de la República de crear ese mercado legal.


Así debe ser, pues si un farmacodependiente honesto y respetuoso de la Ley, desea adquirir la cantidad de droga que es lícita su posesión conforme a la Ley de Salud de Estados Unidos Mexicanos ¿Por qué razón debe acudir con criminales al mercado negro organizado por la Delincuencia? ¿Es congruente con la naturaleza del Estado, que este promueva a quienes se organizan clandestinamente para producir drogas en cantidades prohibidas por la Ley, sin ningún control de calidad, ni sanitario, secuestrando a campesinos, para producirlas y después distribuirlas ilícitamente, sobornando, asesinando, extorsionando, cometiendo todos los ilícitos previstos en todos los códigos penales y violando todas las practicas éticas de la actividad comercial? ¿Es lícito que el Estado sea por omisión el gran promotor de la Delincuencia Organizada?

En el caso de México, nuestro Gobierno actuando como es su costumbre, sin ninguna teoría, ni ningún plan o estrategia de largo aliento, intenta imitar servilmente la legislación norteamericana, pero sin comprenderla cabalmente, con tal de lograr únicamente la aprobación del poderoso vecino aunque sea al precio de dejar que todo caiga por el despeñadero nacional, en el que se encuentra nuestra economía, el futuro de nuestra riqueza petrolera, la independencia e identidad nacional y todo lo que de alguna manera se le debe confiar a nuestro gobierno, para convertirlo en despojos, chatarra y desperdicio.

Sin embargo, en este particular asunto no solo está en riesgo la vida y la salud de los mexicanos que ya cayeron en la dependencia, sino la de los jóvenes que aún no entran en contacto con las drogas.

Sin que deje de tener validez el señalamiento que hice en los primeros cuatro párrafos, es necesario decir que es correcta la legislación de salud y penal cuando persigue y prohíbe el libre comercio y producción de las drogas, pues en las actuales condiciones de desarrollo científico y tecnológico, la liberación de todas las drogas acabaría no solo con México, sino con toda civilización.

¿Entonces esto es una contradicción? Asi lo parece, pues mientras se afirma que el dependiente de las drogas debe tener un lugar licito para adquirirlas, por otra parte se afirma que no se debe despenalizar la producción y comercialización de las drogas.

Sin embargo, no hay contradicción alguna, México debe seguir combatiendo a la delincuencia organizada como lo ha venido haciendo y para ello  debe evitar que se incremente el total actual de los consumidores de drogas, y para ello debe ser congruente con su propia legislación: combatiendo a los criminales con toda la fuerza del Estado y ofreciendo a las víctimas un mercado legítimo para los consumidores narcóticodependientes, solo para el efecto de que adquieran las drogas a que se refiere el artículo 478 de la Ley General de Salud en condiciones de  seguridad.    

El régimen de control de las drogas fue absolutamente libre hasta finales del siglo XIX, cuando los avances tecnológicos y comerciales colocaron los alcaloides hasta en la Coca Cola, ese régimen no puede volver a existir, pero es obvio que el sistema  restrictivo actual con la enorme deficiencia ya mencionada, contribuye a favorecer la actividad criminal, por lo que debe modificarse prudentemente pero de inmediato, debe permitirse la producción y comercialización, por particulares, de las drogas a que se refieren los artículos 478 y 479 de  la Ley General de Salud en vigor, a efecto de que esos narcóticos en esas cantidades, les sean vendidos a las personas a que se refieren esos dispositivos legales, a precios menores que el que fijan los criminales y en optimas condiciones de higiene.   

Y si a nuestros amos gringos no les gusta, pues que se jodan, a fin de cuentas es lo que ellos mismos hacen pero solo para sus elites doradas, para sus chicos de Wall Street, para sus CEOs, para sus ídolos pops y para su mimada juventud heredera del poder y la riqueza ¿Porque no para los mexicanos que la necesitan?

POR ANTONIO LIMON LOPEZ.


CALAVERA AL DEDO DE FELIPE CALDERON



Feliz andaba Felipe Calderón,
repartiendo dedazos a montón:
“.. a este por arrastrado, hágase diputado”
“.. a este por lacayo, vaya al Senado”

Tanto dedazo
lo traía todo atarantado,
pero fue que, con su más grande designado,
el dedo se le quedó, allá, ..!atorado!

Eso ocurrió cuando dijo:
“.. a Cordero por repelente, que sea Presidente”
y hasta el palero de Gustavo Madero, dijo:
“Ahh.. ¡Que imprudente!

Bien atrancado se puso morado,
aquel irrespetuoso dedo de Calderón,
y de nada sirvió Josefina como remedio  
pues quedó frito como chicharrón.

Hoy todos en el panteón
honramos a aquel poderoso dedo,
y en cuanto a Felipe Calderón,
su ex- dueño, importa un bledo.


LA #REVOLUCIÓN EN HASHTAGS



¿Cómo distinguimos una Revolución de un simple proceso social de descomposición? Dice la respuesta más doctamente aceptada que, para que exista "Revolución", el movimiento social debe servir con todo rigor a un programa –el "Programa Revolucionario"- pues sin este lo que tendríamos sería simplemente una serie de acontecimientos, que por violentos o inesperados que fueran, serían la consecuencia de una sociedad que muere, que colapsa por su propio peso y no empujado por la fuerza transformadora de una Revolución. En palabras llanas “Sin programa revolucionario, no hay revolución”*

La condición de “indispensable” para identificar a la Revolución, debe en gran parte su popularidad a los posteriores análisis de los movimientos considerados revolucionarios, como la “Revolución inglesa”, la “Revolución francesa”, la “Revolución rusa” y bueno, también la mexicana. Sin embargo, si vemos con cuidado cada una de estas grandes “revoluciones” podemos darnos cuenta que si de algo realmente carecieron, en el momento en que nacieron, fue precisamente de un “programa revolucionario”; Todas ellas empezaron tímidamente proponiendo alguna reivindicación muy modesta, en Inglaterra unos cuantos derechos frente al soberano; En Francia nada en particular, fue algo que ocurrió precisamente en medio de la torpeza de la nobleza y del Rey; En Rusia, Lenín tenía no un programa revolucionario, sino dos, tres, cuatro, .. cien, los que fueran necesarios, dependiendo a quienes quisiera enlistar: Uno para los musulmanes, otro para los obreros, otro para los intelectuales, otro para los artistas, otro para los nobles o burgueses y en el caso de la revolución mexicana, solo una elección limpia: la de 1910; En Cuba Fidel Castro entró a la Habana con un rosario en su diestra ¿Cual era su programa?

 Es claro que el concepto de “Revolución” necesita muy poco o nada del “programa revolucionario”, ni tampoco es cierto que los “revolucionarios” anticiparan el cambio que lograrían, pues eso nunca ocurrió, salvo en el caso de Lenín que siempre creyó que “su” revolución triunfaría, cosa que nunca hubiera ocurrido sin el "San Pablo Rojo", Trosky, que llegó en el último momento y que organizó el “Golpe de Estado” que derrumbó a la “Santa Rusia” hasta convertirla en la "República de los Soviets”. De no haber llegado este gran conjurador, Lenín y Stalin habrían muerto de congestión alcohólica, en algún barrio obrero de San Petesburgo.

En realidad las revoluciones nacen inesperadamente contra un estado de estancamiento social injusto, o durante el proceso de degradación de una sociedad determinada. Precisamente por ello las revoluciones no solo confrontan al estado que gurdan las cosas, sino que proporcionan un nuevo impulso a las sociedades en que surgen, y en casi todos los casos este impulso es inesperado, violento e incontenible. Cuando el motín callejero se convierte en revolución, entonces aparecen esas minorías idealistas dispuestas al mayor sacrificio, y surgen los grandes organizadores que se apropian de ellas para transformar la sociedad. Esto significa que esas minorías regularmente fueron ajenas al nacimiento de la "revolución", y hasta contrarias a los metodos que detonaron e impulsaron al movimiento, pero en todos los casos terminan por apropiarse de ellos, y llevar el impulso revolucionario hasta conseguir fines que parecían imposibles.

En Roma, desde el principio, los patricios obtuvieron sus privilegios a costa de la plebe –unos y otros eran igualmente romanos e igualmente luchaban por Roma- pero no eran iguales. Los primeros gobernantes romanos: Los reyes, trataron por todos los medios de contener a los patricios que eran insaciables e intratables, así que en cuanto estos pudieron, se deshicieron de los reyes e impusieron una república, pero una república a la medida, donde los patricios asumieron todo el poder y crearon para ellos privilegios, burlando -mediante trucos y trampas- a sus propias leyes y costumbres, el caso es que desde el año 500 a. de C. los plebeyos se organizaron para obtener ciertos derechos y un equilibrio mas igualitario con los patricios, quienes a lo largo de cien años les prometieron todo, pero nunca cumplieron su palabra (porque me parece conocido esto), hasta que finalmente ocurrió la “Huelga de los plebeyos” quienes amenazaron a los patricios con abandonar Roma y fundar su propia ciudad en las inmediaciones, esto sí que fue un acto revolucionario, pues los plebeyos eran muchos más que los patricios, estaban armados y formaban parte de las milicias de Roma por haber peleado y sufrido las mismas penurias en la guerra , estaban fuertemente motivados y sus ideas y propósitos igualitarios eran justos, así que en acto de cordura excepcional, los patricios cedieron, y aún cuando patricios y plebeyos subsistieron diferenciadamente, Roma adoptó una política igualitaria, con lo cual pudo desempeñar el papel histórico que conocemos. De otra manera, Roma no habría pasado de ser una Polis bananera (con la respectiva licencia histórica).

En Atenas, Sócrates, ahora considerado como el filosofo por excelencia, era en realidad un antifilosofo, pues mientras los filósofos aspiran a conocer la verdad, Sócrates proclamaba “Sólo se que nada se” y no solo eso, sino que demostraba a quien fuera que era un charlatán, que nadie  sabía nada de lo que cría saberlo todo, esto lo llevó a la muerte, pues sus ideas entre los jóvenes (De ahí que dizque corrompiera a la juventud) se traducían en una actitud critica frente a la Polis, de manera que todo estaba en duda, hasta los fundamentos de la guerra contra Esparta; La Cicuta mató al hombre, pero no al significado revolucionario de su apotegma, pues todas las grandes revoluciones del pensamiento se derivan de esta actitud escéptica. Sócrates, quién en el proceso penal que se le siguió se calificaba como un “anciano que no tardaría en morir” jamás imaginó que serían sus deudos Platón, Aristóteles,  Descartes y la Ciencia moderna. Sócrates no necesitaba un “programa revolucionario” pues era la Revolución andando, o mejor dicho, hablando.

¿Acaso Espartaco imaginó, crear un movimiento por los derechos humanos de los esclavos y por su liberación e igualdad con los romanos? Claro que no! Lo único que quería era escapar de su segura muerte como gladiador, cruzar los Pirineos y adentrarse en la Galia o en Germania y vivir sus días cultivando nabos. Pero en camino a su vocación campesina venció a Roma en cuantas ocasiones la enfrentó, al punto de que llegó a tener un ejército de más de 100 mil esclavos, debidamente armados y organizados; Llegó a las puertas de Roma, y no escapó, porque cuando pudo huir hacia su sueño, su ejército se lo impidió, la fuerza de la “Revolución” que engendró con su gran genio militar se convirtió en su amo y no le permitió huir. ¿Espartaco fue un revolucionario o hizo lo que cualquier hijo de vecino haría? ¿Acaso este revolucionario pleno tenía un Plan Revolucionario? Claro que no, él era la revolución dando espadazos a diestra y siniestra.

El Cristianismo fue otra gran revolución, pues San Pablo expuso que la buena nueva era también para los gentiles y no solo para los judíos, con eso transformó a las religiones, a la política y al mundo, creó una civilización sobre el concepto igualitario de: “Todos somos a imagen y semejanza de Dios” y "Todos somos sus hijos" a partir de lo cual las clases humanas de cualquier tipo eran simples imposturas del poder circunstancial, todos los pueblos del mundo, sin distingos de ninguna especie, estaban llamados a formar el reino de Dios. Bueno, admito que aquí siempre hubo un plan.

Podría seguir con más ejemplos: el de Sila y Catilina, el de Juana de Arco, el de Martín Lutero, el de Jorge VIII, el de Marat y el de Robespierre, el de Jefferson, el de Napoleón Bonaparte y otros,  pero creo que puedo posponerlos y sintetizar dicendo: Que la Revolución es “una fuerza vital que se hace, se actualiza y cambia caprichosamente, pero que sus efectos una vez definidos, son permanentes y transforman a la sociedad en que ocurren” Así fue en Roma, en Europa, en Rusia, en China y así seguirá siendo. Pero si el "Programa Revolucionario" no existe al momento en que nace la revolución ¿Entonces cuando surge y para que? La respuesta salta a la vista: Surge cuando la élite que tomó el poder con ella, redacta  el "Programa revolucionario" que sirve para prostituirla y utilizarla para mantenerse en el poder, tan eternamente como la inteligencia y la paciencia del pueblo lo consientan.


POR ANTONIO LIMON LOPEZ

*”Breve Teoría de la Revolución” Maria de la Luz González González, UNAM y PORRUA, 2008, ISBN 978-970-07-7712-2.

Las cinco leyes ecológicas del planeta Tierra

Historia y presente de los casinos mexicanos


Fue Lázaro Cárdenas, quien al expulsar de México a Plutarco Elías, le expropió los casinos que eran de su propiedad a través de diversos prestanombres, con esto lo despojó de los enormes recursos en metálico que adquiría el fundador del PRI por el juego, la venta de alcohol y la prostitución, en una época en que Las Vegas no eran competencia y en la que el puritano Estados Unidos de América prohibía precisamente esas tres lucrativas actividades "comerciales". El falso moralismo de Cárdenas fue un acertado cerco económico contra quien lo impuso pero que ahora era su enemigo: el “Jefe máximo de la revolución mexicana”

Gracias al cierre de los casinos en México, era inevitable que se fundaran los casinos norteamericanos, fue en la proximidad de la frontera con México, en Las Vegas, Nevada y eso disparó un formidable "boom" económico y el reconocimiento al giro moral que Estados Unidos había efectuado desde hacía años. La “Ciudad del pecado”, se construyó en un páramo, en el desierto más inhóspito de Estados Unidos de América -en contraste la palabra “vega” significa lugar fértil- y esas condiciones adversas: gran distancia de otras ciudades, clima extremo, desierto inmenso, soledad total, se convirtieron en ventajas estratégicas de la ciudad que nunca duerme, pues era un lugar en el que se tenía que vivir dentro de los casinos, hoteles y restaurantes, pero además contaba con el agua del Río Colorado, y estaba a pocas horas de los grandes centros urbanos de California y la propiedad raíz valía unos centavos el acre, su principales aliados fueron el estado de Nevada que necesitaba ese tipo de inversión, pues las cajas recaudadoras estaban llenas .. pero de telarañas y en un lugar de honor la veleidosa y desastrosa política mexicana, tristemente Las Vegas no tiene un estatua para dignificar a su gran héroe y benefactor, Lázaro Cárdenas del Río.

Los mafiosos que fundaron Las Vegas, vieron en ella una tierra de promisión, mientras que el resto del mundo veía un infierno, así que sus inversiones obtuvieron un beneficio total, pues en la nada crearon un imperio de alcance mundial, donde, los mismos mafiosos colaboraban con la policía para evitar que los clientes fueran asaltados, robados o defraudados, mientras que en Chicago, Los Angeles y Nueva York los ciudadanos vivían aterrorizados, en Las Vegas los turistas podían caminar por las calles llevando la cartera en la mano y no tenía ninguna preocupación por su seguridad o por sus bienes –ahí nació el dicho mafioso de que en Las Vegas podías dormir con la puerta abierta y que nadie te robaría, también el de lo que sucede en Las Vegas, se queda en Las Vegas- por cierto, dentro de los clientes más asiduos destacaban, claro está, los mexicanos, que solían llegar a los casinos cargando el erario nacional para dilapidarlo rápidamente. Por entonces en el “revolucionario” México, no había casinos.

En los años ochenta y noventa, otras ciudades de Estados Unidos autorizaron nuevos casino en la frontera con México, concretamente en San Diego, California donde se establecieron al menos 10 grandes casinos cuyos clientes potenciales eran los acaudalados y dispendiosos mexicanos. Algunos empresarios mexicanos, que ya disfrutaban de permisos de apuesta en línea o de carreras de hipódromo, empezaron a promover la creación de los casinos en México aduciendo, con toda razón, que los únicos que se enriquecían desplumando mexicanos eran los norteamericanos, porque nuestros compatriotas seguían viajando a Estados Unidos a jugar en las maquinas tragamonedas, al blakjack, al pokar, al bingo y a la ruleta y a lo que fuera.

En 1947 el Presidente Miguel Alemán publicó la Ley de Juegos y Sorteos, que declaraba prohibidos todos los juegos de apuestas del tipo de los casinos, pero al mismo tiempo faculta el “Ejecutivo Federal” por medio del Secretario de Gobernación para expedir permisos especiales para practicar esos mismo juegos prohibidos, otra vez, al estilo mexicano, todo estaría en manos del Secretario de gobernación. Desde entonces gobernación autorizaba precariamente juegos tipo casinos en los palenques, en las ferias de pueblo o en la fiestas patrias, pero hasta el gobierno de Ernesto Zedillo se abstuvo de entregar permisos permanentes para juegos de azar y apuestas, con todo tipo de maquinas y juegos de mesa.

Durante el gobierno de Zedillo se formó un importante grupo de cabilderos que proponían, la creación de una Ley de Casinos, que previera que  los casinos se autorizaran en los más exclusivos hoteles con visitantes extranjeros, como un complemento turístico y para que no se propagara la cultura del juego entre la población mexicana; Que se construirían desarrollos urbanos tipo Las Vegas en zonas económicamente deprimidas, donde se invertirían cuantiosos capitales privados para esos nuevos centros turísticos,  conforme a modernos planes de desarrollo urbano, con lo cual se competiría desde nuestro territorio con Las Vegas y se ofrecerían nuevos destinos de montaña, desierto, playa y casino; Que no se permitiría que los casinos se establecieran en zonas con alta concentración de educandos, obreros o en zonas habitacionales o comerciales mixtas, es decir que el casino sería siempre un detonante del desarrollo económico y urbano de zonas deprimidas o aisladas y no una carga oportunista en nuestras comunidades; Que los casinos contarían con personal altamente calificado en las mesas y salas de juego, personal de seguridad altamente entrenado y debidamente equipado para garantizar la seguridad de los clientes y del efectivo circulante, así como la seguridad de personas y bienes, tanto en los casinos como en los estacionamientos y en las áreas de uso común y que estarían en coordinación con todas las autoridades locales y federales.

El asunto salió a debate durante los primeros días del gobierno de Fox, quien había prometido que en su gobierno nada se resolvería bajo la mesa y que todos tendrían el derecho de proponer lo que quisieran y que todo se discutiría públicamente, entonces se pusieron a trabajar los diputados en el proyecto, pero repentinamente los cabilderos abandonaron a los diputados y nadie volvió a hablar de la famosa ley, pues para entonces Santiago Creel Miranda, el flamante Secretario de gobernación, ya estaba dando permisos gratuitos, cobrando solo los derechos de certificación, en un principio fueron relativamente pocos los casinos autorizados pues se sabía que los embutes eran multimillonarias fortunas bajo la mesa.

Los permisos carecen de restricciones y todos los buenos propósitos de los que se había hablado quedaron en el cesto de la basura, los casinos no son el detonante de las zonas deprimidas o aisladas o de nuevos centros de desarrollo turístico, sino que son garitos que se pueden establecer a la vuelta de la esquina, en nuestra colonia, frente a la puerta de la escuela de nuestros hijos, en cualquier lugar, al amparo de la Secretaría de Gobernación, con lo cual los estados y municipios deben aguantar, cerrar los ojos, los oídos y la boca, so pena de perder participaciones federales o de sufrir represalias como es lo normal.

Pero el gran negocio de la era Creel-Fox, se convirtió en un mercado de pulgas durante el gobierno de Felipe Calderón y de su amigo del alma y socio José Francisco Blake, pues los permisos se empezaron a vender como si fueran birotes, y todos los que tuvieran dinero para repartir en grandes cantidades se acercaron a los personeros del secretario y adquirieron sus permisos, en tanto desde las grandes ciudades y hasta en los pueblos empezaron a surgir los casinos, como carcinomas cancerosos, amparados por el gobierno federal, no había manera de detenerlos, pues no existen reglamentaciones municipales sobre los casinos y aunque estas existieran, los nuevos casinos podían defenderse de ellas aduciendo que no existían al momento de adquirir su permisos y por ende no les pueden causar perjuicio en sentido retroactivo.

Hoy en día, los casinos mexicanos se parecen mas a garitos, a tugurios y a cantinas que al concepto moderno de casino, no tienen seguridad de ningún tipo, ni personal calificado y menos certificado, carecen de medidas de protección dentro y fuera del establecimiento y no sabemos, siquiera a quienes se otorgaron los permisos, ni si esos permisos pueden transferirse a mafiosos, no sabemos si los casinos están siendo amenazados por los carteles de la delincuencia organizada mexicana o extranjera, la SSP no los cuida y de plano lo que ocurrió en el Casino Royale va a seguir ocurriendo, como lo prueba el hecho de que el Presidente de la República y el Secretario de Gobernación y de Seguridad Pública, así como la PGR están tan desconcertados como nosotros. No es bueno darle una pistola cargada a un niño, como tampoco es bueno darle tanto poder a los ineptos y corruptos, hacer esto es precisamente jugar a la ruleta....pero a la ruleta rusa.

LOS 15 PRINCIPIOS DEL SISTEMA POLÍTICO MEXICANO


Para comprender el sistema político mexicano, es necesario entender los principios que lo animan, sin esta previa comprensión cualquiera se perderá en la espesura de la jungla de mitos, historias falsas, partidos-pandillas, despilfarro insultante, verdades a medias y leyes pomposamente aderezadas, pero que son trampas vulgares para cualquiera que con buen animo y voluntad se atreva a internarse en sus intrincados manglares.


Para simplificarlo, a continuación se sintetizan los principios rectores sobre los cuales se eleva el sistema político mexicano y que pueden guiar a cualquier explorador, sin necesidad de sufrir el ries de extraviarse:

Primer Principio.- México es la patria de la Simulación, por ello se define como democrático, tanto ante sus conciudadanos como ante todas las naciones del mundo, pero sin serlo.

Segundo Principio.- Los poderes y las instituciones políticas mexicanas son antidemocráticas y se organizan siempre de esa manera, pero simulando ser democráticas.

Tercer Principio.- México proclama la igualdad política de los mexicanos, pero tampo es verdad que los mexicanos seamos iguales ni en lo económico, ni en lo político, ni en lo legal.

Cuarto Principio.- Solo existen dos tipos de mexicanos, los de primera que pertenecen a la élite central del poder y los de segunda, cuya función es la de servir y aplaudir a los ciudadanos de primera.

Quinto Principio.- México se proclama "Federal", pero en realidad es un estado centralizado, donde los estados son apéndices del poder central. Por extensión la élite central del poder reside en el DF y ahí residen, salvo casos excepcionales, los ciudadanos de primera.

Sexto Principio.- El ciudadano de primera lo es por alguna de estas razones: Ser amigo o cómplice del Presidente de la República, ser dirigente nacional de algún partido político o amigo o familiar o cómplice de uno de ellos, o tener una concesión multimillonaria, o estar enquistado en una chamba de las "inamovibles".

Séptimo Principio.- México se proclama como una "República", pero en realidad es un botín para unos cuantos: En primera para la élite en el poder, después -en una parte ínfima- para sus lacayos, lambiscones y si resta alguna sobra, estas serán despensas para los lacayos mas leales y pobretones.

Octavo Principio.- En la misma medida en que el sistema legal se proclama Democrático e imparcial,  será en realidad antidemocratico e inequitativo, y fomentará la desigualdad mediante leyes engañosas, bizarras, complejas, elefantiásicas, destinadas a engañar a los ingenuos y a proporcionar instrumentos a los dirigentes de los partidos políticos, a los representantes de los poderes y a la casta de ciudadanos de primera, que le impidan a cualquier hijo de vecina ganar una elección o tener siquiera la posibilidad de lograrlo ni dentro de un partido político, ni en un justo concurso de méritos públicos, porque sin excepción están amañados.

Noveno Principio.- Cada tres años se celebran elecciones que serán consumadas farsas tendientes a seducir al pueblo para que concurra ingenuamente a ellas, pero  por fortuna esto ocurre cada vez con menor frecuencia, en la medida en que los electores se dan cuenta que les están viendo la “P” en la frente y que como sociedad le importan menos que un cacahuate a la élite central del poder y a sus achichincles. Por ello los partidos políticos, feamente despreciados, se esfuerzan por aparentar ser diferentes entre sí, cuando en realidad están hermanados como predecibles payasos de circo de mala muerte, pues carecen de ideología, tienen un apetito voraz, están organizados clientelarmente, su credo es el nepotismo y el engaño que practican evangélicamente "sin ver a quién" pero buscando siempre el mayor número de incautos para proclamar   -falsamente- ante ellos una conducta recta y honorable; Son cuerdas del mismo cuero y a la Democracia la prostituyen en un lupanar laberíntico,  donde la pobre no sabe ni donde está, ni como salir y menos por donde le llegan.


Décimo Principio.- A pesar de que se gasta dinero en educación a lo grande, la élite central del poder se educa en el extranjero, en tanto que una parte mínima de los egresados de escuelas mexicanas se incorpora a la élite, el resto de los egresados de las escuelas mexicanas privadas o públicas forma parte de los mexicanos de segunda.  La educación pública es de una sobresaliente mala calidad que se sostiene por razones de conveniencia política y de pura y simple corrupción.

Décimo Primer Principio.- A los pobres, a los obreros, a los campesinos e indígenas, se les declara héroes, ejemplares eximios de mexicanidad, entre muchos adjetivos más que edificantes: glorificantes, pero en realidad se les trata miserablemente, con la punta del pie, dándoles una pesima educación, negándoles prestamos suficientes para abrir negocios y obligándolos a mendigar “apoyos” como misérrimas cantidades de dinero, credenciales de partidos, canastas básicas a base de paquetes con galletas de "animalitos" para que los niños "panzones" no se vean tan desnutridos.   

Duodécimo Principio.- Si bien el sistema es antidemocrático, permite que algunos ciudadanos de segunda accedan, de cuando en cuando y a cuentagotas, al nivel de ciudadanos de primera, pero esto a  condición de que los agraciados sean antidemocráticos, enemigos de la igualdad y que puedan simular desvergonzadamente que son demócratas y siempre y cuando estén dispuestos a escupir en la memoria de sus padres (y más si estos fueron panistas).

Décimo Tercer Principio.- La élite central del poder además de antidemocrática es antipatriótica, pues por regla general sus hijos han nacido en el extranjero, estudian fuera de México y para evitar correr la suerte de los mexicanos, depositan sus riquezas en cualquier lugar menos en México.

Décimo Cuarto Principio.- La élite central del poder elogia al Ejército Mexicano a más no poder y después a cualquier grupo de empistolados y analfabetas.

Décimo Quinto Principio.- Para ocultar su ineptitud supina, la élite central del poder, promueve reformas constitucionales a granel, todas inútiles pero que mantienen engañada a buena parte de la sociedad a la que engatusan haciéndole creer que se necesitan esas reformas, para que ellos mismos dejen de cobrar sueldos faraonescos, para que dejen de eternizarse en chambas arrastrándose y sujetándose a ellas como lapas y ahora reeligiéndose, para que se abstengan de robar, se vuelvan útiles, patrióticos y democráticos y desde luego, para que usted y yo volvamos a votar por ellos como si fuéramos una estirpe de babeantes imbéciles.

Una vez que se conocen estos principios esenciales del sistema político mexicano, se puede estar en aptitud de contemplarlo en toda su putrefacción y percibir claramente sus hedores, sin que   la cantidad de payasos que escenifican a diario pantomimas para impresionarnos puedan lograrlo.

A pesar de que el conocer al sistema político inmuniza, los espíritus sensibles suelen negarse a aceptar tanta perversión, ni siquiera cuando ven a nuestros ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación discutiendo sutilezas jurídicas mientras acarician sus centenarios de oro, o a nuestros diputados y senadores que al mismo tiempo ven (en el mejor de los casos) las peores películas de Cantinflas y levantan la mano, balando y acatando las consigna que les dictan sus pastores ¿Acaso no se puede uno conmover cuando ve las carnes patrióticamente cebadas del Sr, Cartens, o a todos los lamesuelas hacer cola arrastrándose en busca de un dedazo que los catapulte a la élite central del poder o cuando menos a sus inmediaciones? ¿Acaso no dan ganas de llorar?   Bueno, pues así son las cosas y para no ponernos tristes mejor gritemos !Viva México donde somos ignorantes, felices y cándidos, pero eso sí, muy, muy cabrones! 

POR ANTONIO LIMON LOPEZ


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