Feliz andaba Felipe Calderón,
repartiendo dedazos a montón:
“.. a este por arrastrado, hágase diputado”
“.. a este por lacayo, vaya al
Senado”
Tanto dedazo
lo traía todo atarantado,
pero fue que, con su más grande designado,
el dedo se le quedó, allá, ..!atorado!
Eso ocurrió cuando dijo:
“.. a Cordero por repelente, que
sea Presidente”
y hasta el palero de Gustavo Madero, dijo:
“Ahh.. ¡Que imprudente!
Bien atrancado se puso morado,
aquel irrespetuoso dedo de Calderón,
aquel irrespetuoso dedo de Calderón,
y de nada sirvió Josefina como remedio
pues quedó frito como chicharrón.
Hoy todos en el panteón
honramos a aquel poderoso dedo,
y en cuanto a Felipe Calderón,
su ex- dueño, importa un
bledo.