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EL MARXISMO DE HOY.


                                                                                               Dedico con afecto este artículo a mis muchos amigos marxistas.
Pocos pensadores se pueden comparar a Carlos Marx en cuanto a su trascendencia y a su incomprensión. Durante el siglo XX la influencia de Carlos Marx fue enorme, la ahora extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que en algún momento dominó la mitad del planeta, lo encumbró como a su guía ideológico supremo, y por ende, igual papel asumió entre sus seguidores mas allá de los países sometidos a la hoz y el martillo. Esto ocurrió durante el siglo XX y no en el XIX en que vivió y murió Carlos Marx, y en que los socialismos crecieron gracias a decenas de pensadores distintos y contrapuestos hasta el antagonismo. Para su propio infortunio los socialistas del siglo XIX vivieron peleando entre sí, acusándose de traición unos a otros, por lo que su trascendencia se limitó a las grescas más sonadas y al desorden absoluto.
Otra cosa muy distinta fue el siglo XX, donde los socialismos y comunismos diversos se fundieron en un solo molde oficial, el del marxismo. Carlos Marx fue el Sol del amanecer del siglo XX, y sus seguidores se distanciaron de toda otra forma de socialismo e impusieron entre los socialistas la terminología marxista, que degradó conceptos como los de “imperio” y supo crear  los de “burguesía”, “capitalismo” y “proletariado”, o que le arrebató conceptos a la Filosofía, como el de "dialéctia". Los marxistas del siglo XX adoptaron el credo de Carlos Marx y aprendieron su doctrina, su prédica y creyeron en su profecía igualitaria, materialista, "científica" y rezaron el materialismo dialéctico como si fuera el decálogo divino. Esa fe ciega e imperturbable y ciertos factores casuales condujeron al nacimiento de la URSS y al siglo marxista: el siglo XX.
El siglo XX con su amor por lo científico y lo utópico al mismo tiempo, unificó los socialismos y comunismos en el encapsulado “científico” y utópico del marxismo, y los que no quisieron formar parte de esta nueva fe, o no podían encajar en ella, entonces fueron arrojados del paraíso del materialismo dialéctico y de la historia al ser calificados despectivamente como “idealistas”, "romanticos" y “utópicos”.
Carlos Marx jamás pudo imaginarse en vida, el gran revuelo que ocasionaría después de su muerte. Acaso comparable con Jesús de Nazareth quien cimbró al mundo después de su sacrificio en el Golgota, Carlos Marx cimbró a los socialistas, anarquistas, comunistas y materialistas, reduciéndolos a una sola voz: la suya; a una sola doctrina: la suya, a una sola fe y a una sola utopía redencionista.
Esto se debió a que el siglo XIX se caracterizó por la aparición del capitalismo más cruel y despiadado, Reino Unido, Alemania y desde estas, hasta Norteamérica, fueron las sociedades en que el capitalismo se engendró y realizó a plenitud. En el capitalismo las condiciones de injusticia, inequidad y explotación no tuvieron comparación ni en la esclavitud, millones de niños fueron llevados a trabajar en telares y minas donde enfermaron y murieron por pagas miserables, la industria creo al obrero como una subespecie humana y este fue explotado inmisericordemente. Era obvio que tendría que haber personas sensibles que se rebelarían contra esa monstruosidad y que lo hicieran concibiendo sociedades mejores, así nacieron los movimientos obreros barnizados con los anarquismos y socialismos que prometían libertad y justicia.
En ese mundo nació y vivió Carlos Marx, quien como miles de jóvenes ilustrados y comprometidos moralmente se lanzaron contra el capitalismo. Los primeros años de Marx están marcados por la lucha política, apenas tenía 30 años cuando escribió “El Manifiesto Comunista” en coautoría con Federico Engels, donde expresaron sus ideas: Que la sociedad se divide en proletarios y burgueses, que el capitalismo y los burgueses aparecen en las postrimerías de la Edad Media que acaban como depredadores con la estructura económica creada en esa época, que proletarios y burgueses escenifican una lucha de clases y que esta lucha es llevada por los partidos comunistas contra los burgueses capitalistas e imperialistas.
El manifiesto fue una formidable provocación y se convirtió rápidamente en un manual revolucionario para cualquiera capaz de leer, y muchos de sus lectores memorizaron sus 30 páginas. En esos años Carlos Marx asistía a congresos, confabulaba revoluciones y encabezaba batidas dentro de las mismas fuerzas comunistas. Vivía en la fragua del combate político. Pronto el joven Marx se transformó en un hombre dotado de una gran curiosidad por la historia, la política, la economía e incluso por la filosofía, en los debates en que participaba su erudición era manifesta y frecuentemente citaba ejemplos de lo acontecido en Atenas, en la Edad Media, en la historia de la Iglesia, y en la historia de toda Europa, de donde sacaba conclusiones sobre las relaciones económicas de las clases.
Carlos Marx tenía apenas 49 años cuando escribió “El Capital”, fue su obra cumbre y fue el producto de sus años de estudio de la sociedad capitalista, pero también fue una respuesta al reto que le hacían a diario sus amigos, exigiéndole una obra de gran talla intelectual. Antes de El Capital escribió unos quince ensayos de mucho interés, pero esta fue la obra que sobrepasó todas las expectativas de quienes le exigían a Carlos Marx que escribiera una gran obra, que rivalizara incluso con las de Jorge Guillermo Federico Hegel. Nadie dudaba ni su inteligencia, ni de su erudición, ni de su talento, pero a final de cuentas el manifiesto no fue sino un panfleto y sus ensayos apenas fueron agudos vistazos al mundo.
La fiebre política de Marx aparentemente se calmó durante los años que dedicó a escribir El Capital, pero en realidad solo cambio de objetivo inmediato, dejó de asistir a los congresos donde solía reventarlos a punta de golpes y garrotazos, y a cambio se transformó en el visitante más amable y asiduo de la biblioteca de Londres, tenía 49 años, apenas 49 años cuando para satisfacción, primero de Federico Engels, que devotamente reconoció su grandeza y nunca intentó apropiarse de ningún mérito ajeno, y después de todos los economistas del mundo, cuando Carlos Marx publicó la primera versión de El Capital.
Este libro no es un manifiesto político, sino que es la obra cumbre del capitalismo, tanto por sus pretensiones, como por su método y forma científica. Es antes que una denuncia política, el compendio que expone de un plumazo y para siempre, el funcionamiento del sistema capitalista, la naturaleza del capital, sus ciclos y procesos económicos. Carlos Marx era ya un respetado editorialista de Norteamérica que escribía en el New York Tribune, cuando su obra irrumpió en el escenario intelectual, revolucionario y financiero, desde entonces y de manera avasalladora Carlos Marx se convirtió en la bandera política de socialistas y comunistas y al mismo tiempo, El Capital se convirtió en el libro de cabecera de los mas feroces capitalistas del mundo.
Para finales del siglo, en 1991, la URSS colpasó, entonces los países socialistas y comunistas dejaron a un lado el sustrato ideológico del Manifiesto Comunista de Carlos Marx y abrasaron con fervor El Capital. El Carlos Mar de "izquierda" del "Manifiesto Comunista" cedió su lugar al Carlos Marx de derechas, al autor de El Capital. Ese libro se convirtió en la Biblia de todos los operadores de bolsa del mundo, en el libro de cabecera de todos lo multibillonarios, de todos los grandes banqueros y de los más conspicuos agentes del capitalismo. ¿Quién lo dijera? El Capital es el libro entrañable de la burguesía. Es el libro que un multimillonario de hoy debe regalar a su hijo para que aprenda como se hacen los buenos y productivos negocios.
Hoy en día pocos leen “El Manfiesto Comunista”, acaso los antropólogos y los que mantiene viva su fe en el comunismo, o en el materialismo utópico, pero El Capital es el libro de moda en las escuelas de economía de todo el mundo, es el emblema de Wall Street y es la mejor recomendación de Forbes para regalar a quien gana su primer billón de dólares. Es seguro que eso no lo imaginó Carlos Marx, el hombre que en su juventud se lanzó con todas las fuerzas de su enorme humanidad (Podría haber jugado en la NCAA Football) y que en su madurez fue fascinado por ese monstruo perverso y seductor que es el capitalismo y al cual deberá, seguramente, la inmortalidad como su más brillante apologista.
Quien vea en esta ruta cambiante los signos ominosos de la derrota se equivoca, Carlos Marx sobrevive y triunfa por su genio y por lo certero de su juicio para comprender al capitalismo, al que combatió y al cual cambió, a nosotros nos corresponde terminar su obra y cambiar lo malo del capitalismo actual.
         
Antonio Limón López

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