Son tiempos de acechanzas, si observamos con atención veremos que desde todos los ángulos
se aproximan perversos e interesados, no hay lugar para la buena fe y menos
para la ingenuidad. Todos los riesgos, todos los peligros y todos los males, se
alinean como astros de un cruel zodiaco sobre el bello Cielo de México, nuestra carta astrológica vaticina nuevos engaños para todos, seguidos por las normales desilusiones y los infaltables escepticismos, hasta concluir con nuestros proverbiales fracasos.
Acierta Aguilar Camín para calificar el momento de México como nocturnal, pero falla en todo lo demás, falla en decir que México es una "democracia", cuando en lugar de democracia tenemos una farsa que simula ser democracia, una falacia que alimenta lobos con piel de oveja o anti demócratas con piel de demócratas.
México no es una democracia, es una nación sometida a una pandilla que se oculta bajo el blanco vellocino de los partidos políticos, México no es una
democracia, repito, es una farsa que escenifica a una democracia. Es el arca en la que al subir los partidos políticos aparentaron ser animales diferentes entre sí, cuando en realidad son el mismo depredador, que nos sigue enagañando como siempre, y que se
propone lo mismo de siempre ... ¡Jodernos!
Claro que los “partidos políticos” necesitan de
cantores para sus hazañas imaginarias, de profetas que anuncien el Maná que nos caerá del
Cielo por sus brillantes acciones. En una palabra necesita de "intelectuales", que además
de hacerla de cantores y profetas propongan nuevas ideas para jodernos mejor.
Ese es la finalidad del “Nocturno de la democracia mexicana” de Héctor Aguilar Camín, que como recetario propone una nueva forma para hacernos agujeros en la cabeza, pero preferentemente… en los bolsillos.
Aguilar Camín propone en su nocturnal, poniendo
cara de ingenuo, una segunda vuelta electoral, es decir que después de la
endemoniada cantidad de dinero que nos esquilman los partidos en una elección, ahora
tendremos que sacar más dinero del bolsillo para pagarles una segunda elección
denominada “Segunda Vuelta”. Eso implica dinero extra para los partidos, nuevo
reclutamiento de funcionarios de casillas y su capacitación, nuevo equipamiento
en papelería electoral e insumos, nuevos "pases de charola" por los candidatos a empresarios comprometidos, nuevas licitaciones de
obra pública amañadas, millones de despensas, y millones de renovadas promesas de premios y
compensaciones a los “colaboradores”.
En la “Democracia” mexicana, recordemoslo siempre, nada es de gratis,
todo tiene un precio. Por eso la Segunda Vuelta significa más embutes a nuestros intelectuales
agoreros y prevaricadores. Los costos no son despreciables, sin Segunda Vuelta en 2015, el costo de "nuestra" “democracia” ascendió a más de 50 mil millones de pesos, según datos de Luis Carlos
Ugalde en su artículo “Democracia a precio alzado”, Nexos, agosto de 2015. El costo de la
elección de este 2016 al menos representó un incremento del 20% sobre la cantidad
del 2015, para quedar en 60 mil millones de pesos, a los que se debieran sumar la
cantidad no declarada, e ignorada pero que logicamente asciende a miles de millones de pesos que se entrega en efectivo o en
especie a los candidatos para sufragar sus campañas y por desgracia, este dineral que no se pueden
detectar.
La “Segunda Vuelta” se supone que le daría
gobernabilidad al presidente, cosa que es absolutamente falsa, pues con las
cantidades tan formidables que le entrega puntualmente la Secretaría de
Hacienda a los partidos, estos le aprueban al Presidente en las cámaras todo, así como todo lo
que se le ocurra.
Además el financiamiento a los partidos también se hace con las dietas y pagos a las cámaras de legisladores locales y federales, a los cabildos y proporcionando chambas a los políticos cesantes, dentro de las secretarías y dependencias federales y estatales, incluyendo a cuerpos parasitados con políticos como la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la PGR y en todos los organos de la administración pública.
Además el financiamiento a los partidos también se hace con las dietas y pagos a las cámaras de legisladores locales y federales, a los cabildos y proporcionando chambas a los políticos cesantes, dentro de las secretarías y dependencias federales y estatales, incluyendo a cuerpos parasitados con políticos como la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la PGR y en todos los organos de la administración pública.
Para probar lo anterior baste decir que cada
diputado federal, en 2016, dispone de 20 millones de pesos para gastarlos
libremente. Otra caso prototipico es el que ocurre en Baja California, donde la Universidad Autónoma
de Baja California recibe del Presupuesto de Egresos del Estado $1,067
millones (En pesos), para 65,323 estudiantes, en tanto que el Congreso del
Estado (25 diputados locales) percibe 743 millones. Claro que
los diputados no necesitan “Segunda Vuelta” para bailar al son que les toque el presidente y con él, los dirigentes de su partido.
Otro servicio que hace Aguilar Camín al sistema
de ratería nacional, es acusar a los gobernadores de dilapidadores y corruptos, esto al mismo tiempo que aplaude a la Federación, que mal cobra y peor distribuya los impuestos. Este es un gran servicio al centralismo, pues el gobierno federal es tan ratero
o inepto como cualquier gobierno de los
estados. El centralismo es fuente de ineficacia y de corrupción,
otra cosa sería si los estados recaudaran su propio IVA, y su impuesto sobre la
Renta, pues con toda seguridad serían más efectivos para cobrarlos que la inepta federación y cuidarían
mejor sus ingresos.
Hay que decirlo, México padece del latrocinio por parte de los partidos y de sus agoreros a precio alazado, que son nuestros intelectuales. Esta situación es una proeza criminal del centralismo, y de la farsa democrática en que nos encontramos. La “Segunda Vuelta” es
otro anzuelo para atrapar ingenuos y crédulos, para otorgar más poder a los partidos políticos, para enriquecer sus dirigentes, a su líderes y a sus compinches intelectuales. Es obvio que el "nocturnal" de Héctor Aguilar Camín es para nosotros, para este pueblo bendito dotado con grandes dones, generoso pero irresponsablemente ingenuo.
Por Antonio Limón López.