Felipe Calderón tiene un lugar
indiscutible dentro del PAN, más que su personalidad o sus ideas, su
presidencia divide en dos al partido, uno anterior democrático y congruente y
otro a partir del 2007, en que se refundó al convertirse en otro partido
mexicano donde imperan las imposiciones antidemocráticas, los dedazos, el
amiguismo, la parentela, el presidencialismo y el centralismo. En muy pocos
años el PAN se transformó kafkianamente en otro engendro priista.
El ente
que surgió ya venía gestándose en las entrañas del panismo, desde los “panistas
distinguidos”, los “pactos de caballeros”, la elección de los "senadores de
partido" y las “listas” de diputados plurinominales obra de Manuel Espino. Sin embargo Felipe Calderón llevó la degradación hasta sus últimas consecuencias, si en 2009 se avizoraba
que el furúnculo podría ser un cáncer, para el 2011 el calderonismo fue confirmado como cáncer maligno.
En 2011 el
partido de Calderón, antes PAN, ya era un esperpento por lo que surgieron panistas
inconformes y ansiosos de recomponerlo, pero no había tiempo, ni ideas claras,
así que nos fuimos a la campaña con lo que había, muy poco y muy malo. En la interna perdió el candidato del
calderonismo, Ernesto Cordero, y ganó Josefina Vázquez Mota, quien astutamente se
dejó querer por los inconformes y aparentó ser ajena a Felipe Calderón. Pero en unos
cuantos meses de campaña Josefina y su equipo hundieron al PAN por debajo del
PRD y del PRI.
Si fuéramos
justos, debiéramos comprender que Josefina no es culpable de nada, antes del
2000 era una conferencista de “superación personal” y fue Vicente Fox, quien la
impuso dentro de las listas de diputados “pluris”. Ella es la prueba viviente
de que los cursos de superación personal pueden llevar a cualquiera al menos a
una candidatura presidencial. También demostró ser una cortesana genial, supo
cuando abandonar a su benefactor Vicente Fox y pasarse al barco de Calderón y soportó de todo, incluso a la despótica Elba Esther Gordillo, pero no le quedó más que renunciar a la SEP o ser despedida, así que volvió a una diputación “pluri”, y fue
en la cámara de San Lázaro que la fortuna la puso en camino a la candidatura
presidencial del 2012.
Ser
experta en la política cortesana no le valió nada en las elecciones presidenciales,
para ganar votos acusó a Genaro García Luna de espiarla, acusó al CEN del PAN
de obstaculizar su campaña y de “imponerle gente”, de no darle dinero, pero cuando
lo tuvo, ni siquiera supo organizar “acarreos” exitosos. Nunca
pronunció un discurso digno de una campaña presidencial y fracasó intentando
atraer al voto femenino solo porque ella “es mujer”, finalmente pedía a las
mujeres que no dieran “cuchi cuchi” a sus maridos si no votaban por ella.
Nunca
replanteó el problema del PAN y no proclamó a la democracia como la opción
natural del partido, no rompió con Felipe Calderón, ni con Gustavo Madero, ni
siquiera comprendió la estrategia de sus adversarios Peña Nieto y López
Obrador, tampoco tuvo la malicia de atraer el voto útil perredista que el PAN ganó
en el 2000 o de los priistas que obtuvo en el 2006, nada, absolutamente nada
que no fueran sonrisas, fotos en elegantes trajes sastre y con sus valiosos aretes.
Hay que reconocer, que el mejor momento fue cuando se dijo que estaba enferma
del corazón y para desmentir a los habladores salió en el “gym”, con una
diminuta falda, donde nos comprobó tener buen “chamorro”.
Después
de las elecciones Josefina desapareció y reapareció de vez en cuando, acaso se sintió ofendida con los mexicanos que no la supieron apreciar, que no
votaron por ella, acaso con el mismo PAN, acaso con el presidente Calderón que
ante la evidente derrota se escabulló, acaso se sintió traicionada por Fox que
apoyó a su rival, acaso se indignó con las mujeres que siguieron haciendo “cuchi
cuchi” a sus maridos sin importar por quién votarán?.
Ahora la
ironía hace que Ernesto Cordero, el delfín del calderonismo cabalgue en el
potro de la oposición panista al estilo de los años sesenta, pero con una dieta
de Marajá, y que Gustavo Madero trote en el pony de su ilustre apellido, su único
negocio exitoso. Este par se disputa el peñón de oro que es el Partido Acción
Nacional con sus jugosas diputaciones y senadurías federales y locales, ayuntamientos y una media docena de gobiernos estatales en que o gobierna o puede gobernar, además una silla en el “Pacto por México” donde se "cogobierna". Tanta abundancia, tanto dinero, tantos honores y tanto privilegio
atraen a los calderonistas y a los maderistas al banquete, pero ahora también a
Josefina Vázquez Mota y a un puñado de insatisfechos panistas ajenos a la cupula del poder.
Dicen que
no es tiempo para que reaparezca, que abandonó al PAN desde julio del 2012, que
no tiene oportunidad de ganar nada, pero todo lo anterior es falso, absolutamente
falso. Josefina Vázquez Mota se apunta para la jefatura nacional del PAN, pero
en realidad lo que va a hacer es a negociar su diputación federal plurinominal
en el 2015, para que en el 2018 le garanticen una senaduría de partido, una “senaduría
pluri”. Y eso es todo lo que quiere ¿Alguien lo duda?