Las Olimpíadas son el templo dedicado al culto
del mérito, cada atleta que llegó al estadio olímpico debió lograr su calificación en contiendas previas, y para cada uno de ellos Londres es el último tramo de una competencia de meses o
de años, así que para arribar al aeropuerto londinense de Heathrow cada competidor sufrió en duras pruebas eliminatorias. Por este mecanismo de selección deportiva sólo llegaron a los XXX Juegos Olímpicos los más fuertes, los más rápidos,
los más diestros, los más seguros y es a ellos a quienes veneraremos por sus
proezas a partir del sábado 28 de julio.
Otra cosa muy diferente es la ceremonia de
inauguración, en otras épocas era normal el lucimiento personal de los jefes de
estado anfitriones, cosa que ahora no ocurrió, para muchos gobiernos fue un
fugaz momento de legitimación, cosa que Gran Bretaña no necesita, hasta que la
ceremonia de inauguración se convirtió en el escaparate de lo mejor de la cultura
de los anfitriones, los norteamericano presentaron los “Jet pack” para honrar a
sus éxitos espaciales, los soviéticos dieron una muestra del ballet artístico ruso,
pero fue en Pekín que vimos el más formidable despliegue de la cultura
milenaria del imperio celeste, su colorido, sus dragones, su circo y su
cohetería, la ceremonia fue considerada insuperable y el costo económico fue tan
grande, que probablemente ningún otro país pueda igualarlo jamás, al menos los flemáticos
ingleses ni siquiera lo intentaron.
A diferencia de las anteriores ceremonias
inaugurales, la de Londres es un mensaje político unido a su historia, a su
cultura, a su experiencia, a su grandeza, es al mismo tiempo un mensaje sin
demagogia, sin pretensiones redentoras, desprovisto de toda tentación
milenarista, es un mensaje sin discursos, sin palabras, pero para nadie que
haya visto la ceremonia escapa que también es algo muy inglés, algo moderno,
realizado con fina ironía y con su gran sentido del humor que es único e inimitable, fue
también un formidable acto de justicia a la moderna sociedad inglesa y a su
delicada pero firme marcha a través de los tiempos, que la llevaron a transformarse
de enormemente cruel y despiadada a una sociedad de personas preocupadas por el
resto del mundo. Se permitieron honrar a sus héroes reales como a Sir Winston
Churchill al mismo tiempo que a sus héroes míticos como James Bond, se dieron
tiempo para reconocer a sus escritores, a sus músicos, a sus personajes
literarios, así fuera el siniestro Lord Voldemort o a Peter Pan, a campanita, a
Mary Poppins, acaso faltaron “El fantasma de Canterville” de Oscar Wilde, “Alicia
en el País de las maravillas” y “El Señor de los anillos”. También faltó el
elogio a Sir Walter Raleigh y al Almirante Nelson.
Se dieron tiempo para honrar a la modernidad y
al creador del Internet, Tim Berners-Lee quién cual moderno prometeo entregó a la humanidad su inventó y renunció al pago de cualquier tipo de regalías, honraron a las redes sociales y llevaron al estadio un tierno
enamoramiento de dos jóvenes que se unen por un….. Iphone! La ceremonia enhebró
el pasado remoto de Gales, Inglaterra, Irlanda del Norte y de Escocia que
conforman a la Gran Bretaña, país de fantasía, de criminales históricos, de
médicos, de científicos, de escritores, de inventores, de músicos,
de hombres crueles, de mujeres valientes y heroínas eternas, de guerreros y de
constructores de la paz, pero también de quienes ahora comprenden y a ello
dedicaron la parte central de la ceremonia, son el gran patrimonio de la
humanidad, nuestros niños, niños felices y triunfadores, niños enfermos, niños,
niños .. niños.
El mensaje político es el de la igualdad
de todos, sin importar los rasgos faciales o los orígenes culturales, donde
cada país que compite se convierte en un pétalo y luego en parte de un pebetero
común en los que arde el fuego milenario del monte Olimpo, es un mensaje de
justicia social donde los obreros, mujeres y niños víctimas de la Revolución
industrial logran vencer al capitalismo feroz, para convertir a las islas en la
patria de la seguridad social, de los derechos de los trabajadores, del cobro
severo a los grandes empresarios que son admirados por su tenacidad, inventiva
y creatividad. Por último la suma de igualdad, de reconocimiento a la dignidad
de cada cual, tiene su cumbre en la Democracia, precisamente donde cada uno
vale igual que los demás, donde cada uno merece volar por sus propias alas,
donde todos deciden el destino de si mismos y de todos y donde no existe nadie cuyo existencia
pese más que la de los demás y donde el mérito es el que hace la diferencia.
Los juegos olímpicos fueron instituidos por los helenos para gloria de los dioses, los juegos olímpicos de hoy son para recordarnos
nuestra grandeza y nuestra insignificancia, la enormidad de las tareas que hay
que cumplir y la posibilidad de hacerlas, al término de la segunda guerra
mundial Gran Bretaña y Europa estaban devastadas, ahora son superpotencias en
justicia, igualdad y democracia, con ello nos dan una lección a quienes
practicamos la soberbia de un egoísmo ramplón, degradante, forjador de injusticias,
de mentiras, de desigualdad y de suplantación antidemocrática, así que gracias Londres,
gracias por ser mensaje, ejemplo y faro luminoso... por distante que de México te encuentres.
Por Antonio Limón López