Tres ideas o “logos” de una misma persona, no implican
necesariamente que esa persona sea tres
veces distinta, menos que dos veces haya cambiado o que haya sufrido una doble
mutación posterior a su primitivo ser, al menos en el caso del PRI no significa
nada de eso, otra cosa es que ahora nos depare tres historias distintas de sí
mismo, tres fortunas diversas, tres momentos de una vida única e irrepetible.
No hay duda que el PRI puede presumir sin falsos pudores que, en
México, es nuestra “Mater et Magistra”, pues de su generosa matriz han sido paridos
todos los partidos políticos mexicanos: El PAN que nació como sus némesis
fundado por Manuel Gómez Morín, un fiel colaborador del gobierno de Plutarco
Elías Calles, para el cual redactó la ley
que fundó al Banco de México, entre otras; El PRD que es una bisección clónica
del PRI: El PVEM cuyo fundador real fue Carlos Salinas de Gortari; El PANAL,
que es un desmembramiento tardío del PRI y los mini partidos, PT y MC, que son
simples excresencias del mismo PRI.
La primera idea esencial del PRI, es la de su total dependencia del presidente
de la república en turno, de hecho fue fundado por el presidente Plutarco Elías Calles,
claro que esto fue a sugerencia o mejor dicho, por instrucciones de Estados
Unidos que ya estaba aburrido de jugar ajedrez con la revolución mexicana. Desde su
creación en 1929 fue el mismo órgano al servicio del presidente en turno hasta
el uno de diciembre del 2000, en que su candidato presidencial perdió las
elecciones y el PRI fue desalojado a la buena de la mansión de Los Pinos; El
segundo período inicia ese mismo uno de diciembre del 2000 y concluye en algún
momento de finales del 2011, en que Enrique Peña Nieto se convierte en dueño
absoluto del PRI y la tercera idea del PRI, es el futuro que avizoramos para ese pseudo-partido.
Se decía que el PRI “nunca perdía y que cuando perdía.. arrebata”,
esto por su gusto a los fraudes electorales practicados sin recato y
sin descanso desde su fundación hasta 1989. También se decía que era una aplanadora política invencible, que ponía y quitaba presidentes y
gobernadores. Durante muchos años se sugería que cualquier cambio en México
debería hacerse desde adentro del PRI; Entre sus talentos destacó el de atraer con dinero y privilegios públicos a la casi totalidad de la intelectualidad mexicana, controló a precio de oro a
los grandes medios de difusión nacional e incluso Miguel Alemán
Valdés, se entregó a sí mismo la primer concesión de televisión privada, la que hoy es Televisa.
Sin embargo, todo era mentira, era falso que cuando
el PRI perdía arrebatara, quien en realidad arrebataba era la secretaría de
gobernación que descaradamente robaba urnas, el PRI no era una maquinaria electoral invencible, pues perdía
constantemente, el invencible era el todopoderoso presidente y su "dedo" y su desprecio a la voluntad
popular, era él quién ganaba de todas todas y quién imponía a sus favoritos, así fueran sus amantes, sus socios,
sus compinches o vulgares delincuentes. Dentro del PRI no era posible ningún cambio, que no fuera obra
del presidente, realmente el PRI fue una porra de aplaudidores ciegos, sordos y
descerebrados y claro que nadie podía hacer carrera en el PRI, pues al carecer
de vida democrática interna, solo prosperaban los aduladores y los arrastrados.
El PRI que fue un apéndice del presidente y por eso el PRI era, sin problemas ontológicos, de ninguna especie de izquierdas, de derechas o de centro, porque su única doctrina es la de la servilidad, de la disciplina, de la unidad. Eso sí, a diferencia del panismo, el presidencialismo priista repartió dinero a las fuerzas exógenas a
la política pero que podían incidir en ella como a las cámaras empresariales, a los
sindicatos, a los intelectuales, a los pensadores, a los académicos, a los artistas, a los poetas, a los historiadores, pues para cada uno de ellos siempre hubo un cheque,
un chayote, un instituto, un apoyo y en el peor de los casos, hasta un mendrugo.
El otro PRI, el que quedó después de la derrota presidencial del
2000, era un condenado a muerte, pero fue salvado de su merecido destino por la ineptitud y por el nulo talento
político de Vicente Fox, un megapendejo que le dio vida artificial al PRI y el siguiente presidente Felipe Calderón Hinojosa, un
imitador de Plutarco Elías Calles, que retomó al
dedazo, a la imposición y al presidencialismo y con ello degradó al PAN
hasta convertirlo en otra fea botarga del PRI. El PRD a su vez también le dio nueva vida al
PRI, pues su actual dueño: Andrés Manuel López Obrador cercenó la vida
democrática incipiente entre las tribus de su partido e implantó la “encuentocracia” o
designación de candidatos por medio de encuestadoras. Ante
semejantes némesis, el PRI fue rescatado de su sepulcro por imitadores panistas y perredistas PRI-clonados. Pero si cambiaron sus adversarios, el PRI
siguió igual, ejerciendo el poder de arriba hacia abajo, desde la cúpula priista y su corte de gobernadores que se apropiaron de la pandilla, hasta que llegó Enrique Peña Nieto y asumió dentro del PRI el mismo poder que antes detentaron los
presidentes y que los ejerce como estos, de forma anti democrática, despótica, corrupta y centralista.
El PRI que se avizora, es el mismo de antaño, volverá el
presidente a ser su dueño absoluto porque no tiene otro modelo en la cabeza, sea una calva o un tremendo copete, porque el priista es un arrastrado naturalito, al que no es necesario pedirle
ninguna indignidad, pues las adivina, nadie dentro del PRI va a exigir
elecciones internas limpias, nadie dentro del PRI va a abandonar su disciplina
perruna, nadie dentro del PRI va a intentar influir para bien de México,
el PRI del mañana va a seguir siendo el PRI de siempre, pero ahora acompañado
de los restantes partidos, que menos que opositores se perfilan como malos
imitadores, pues no solo han nacido del vientre priista, sino que se alimentan
de una transgénesis permanente, donde el PRI les transfiere sus genes para que sigan siendo a su imagen y semejanza.
El éxito del PRI es total en México, supera a los cuatro
millones con los que Peña Nieto se alzó triunfador en las elecciones del 2012,
el éxito del PRI está en cada mexicano que se somete a la
designación de candidatos, en cada mexicano que acepta que una encuestadora escoja a su candidato, en cada mexicano que hace carrera en los prostíbulos
políticos de la disciplina partidista, en cada mexicano que en realidad
desprecia a la democracia y que mira al
poder cínicamente, que desprecia la opinión o el voto de los demás,
simplemente porque políticamente se desprecia a si mismo.
Por Antonio Limón López