La tarde del viernes 27 de enero, unas trescientas personas acudimos a la sala conferencias del Cubo, que se encuentra en el Centro Cultural Tijuana -CECUT, para escuchar la conferencia de Diego Valadés, ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ex procurador General de Justicia del DF y de la República, Director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y autor de una decena de libros de derecho constitucional y político, además el nombre de la conferencia era en verdad prometedor: “El Control del Poder”. Los tijuanenses que acudimos lo hicimos con nuestras mejores galas y estaban entre el interesado público miembros de todos los colegios de abogados, de la universidad en pleno, representantes de todos los “niveles” de gobierno, de los partidos políticos, una especie de mezcla de las elites intelectuales, abogaciales, políticas y gubernamentales. El salón lucía a reventar.
Diego Valadés llegó a la hora señalada, vestía de manera impecable y su apariencia era de la un tribuno romano, el Director del CECUT, Virgilio Muñoz, padre de uno de los grandes amigos del Presidente Felipe Calderón, presentó al invitado cubriéndolo de encendidos elogios y alabando el gusto de este personaje capitalino por nuestra ciudad, entre el público la expectación llegó al clímax cuando de pie, Diego Valadez inició su conferencia magistral agradeciendo a los colegios, al CECUT, a las autoridades y al público asistente su presencia, su lenguaje preciso elegante, parsimonioso, envolvió al público no en aburrimiento sino en expectación, en vivo interés.
El meollo de la conferencia inició por el antecedente histórico, habló de México como de una república idílica, donde las fuerzas de nuestro talento forjaron un gran país cuya historia se divide en antes y después del PRI, el cual fue la obra sobresaliente de un hombre genial y generoso, Plutarco Elías Calles, que en 1924 conoció en Alemania a Friedrich Ebert, que lo convenció de la importancia de tener un partido fuerte, así esta idea sembrada por el ilustre alemán a Plutarco Elías Calles en 1924 se convertiría en el PRI (sic) de 1929, el otro punto crucial fue la expulsión de Plutarco Elías Calles por Lázaro Cárdenas, la cual fue un acto de poder, pues ni entonces ni ahora existen facultades para desterrar a nadie, así surge la presidencia plebiscitaria.
Posteriormente, continuaba el hilo de la exposición, México se convirtió en una democracia perfecta, donde lo único que hace falta para perfeccionarla era crear una clase política en la Cámara de Diputados y de Senadores, para “sacar adelante las reformas que México necesita” y lo cual solo será posible cuando se apruebe la reelección (consecutiva) de diputados y senadores que fue prohibida por Plutarco Elías Calles. Después de eso, algunas consideraciones para mejorar la Cámara de Diputados, a efecto de que caduquen iniciativas ya presentadas pero que al no ser aprobadas, impiden que se vuelvan a presentar.
Después dedicó algunos minutos a una serie de frases elogiosas para nuestra democracia e insistió en que eran unas cuantas reformas en las cámaras legislativas, las que México necesita para disfrutar de una plena Democracia. La exposición nunca perdió el excelente nivel oratorio del expositor y el público rompió en un cerrado aplauso para honrar al ilustre y sabio jurista, demócrata y pensador mexicano, de entre el público se seleccionaron tres preguntas, por escrito, dos de ellas tan ingenuas, que es imposible recordarlas y solo la tercera incidió en la propuesta del expositor “¿Qué si apoyaba la reelección de diputados y senadores y por cuantos períodos? A lo que contestó afirmando que la apoyaba y por tiempo ilimitado.
El director de la Escuela de Derecho Mario Herrera, dirigió como es su natural tendencia, sonrojantes elogios e invitaciones dilapidantes del patrimonio de la universidad Autónoma de Baja California. Sin embargo a pesar del riguroso protocolo impuesto por los organizadores al público asistente, desde la tribuna se le hizo saber que su conferencia no valía 5 centavos, pues era una obra maestra de superficialidad y complicidad.
En efecto, la tesis de Diego Valadés es del todo falsa, pues el único contrapeso que tiene el Poder, es precisamente el Poder, y ninguna de las cámaras tiene poder alguno, son simples reductos de parásitos desprestigiados e indignos de ser sostenidos por la República, pues el Poder realmente se encuentra en las cúpulas de los partidos políticos, las que designan a los candidatos mediante los consabidos “dedazos”, es cierto que las cámaras tienen reglamentos que hacen imposibles el desarrollo pleno de la actividad creativa de los legisladores, pero esos reglamentos son invenciones maliciosas para evitar que a las cámaras lleguen legisladores creativos, pues con el reglamento como mortaja, los diputados y senadores comprometidos con ideales democráticos, serán siempre sepultados en el cementerio de la partidocracia, o mejor dicho de la pandillerocracia, que es donde en realidad se encuentra el poder.
Es falso que los males de nuestro sistema político se solucionarán reeligiendo a diputados y senadores, pues serían candidatos a la reelección solo los peores diputados y senadores, aquello a los que las cúpulas consideren suficientemente manejables, dóciles, amaestrados, para que se perpetúen en las cámaras garantizando que solo las cúpulas pandillerocráticas van a proponer las reformas que les interesen y que, al ser reelectos los peores, no habrá diputado o senador que proponga reformas contra el sistema antidemocrático de los partidos y por ende, la reelección de diputados y senadores consolidará a una casta burocrática de favorecidos, que permanecerá en las cámaras indefinidamente, mientras sean fieles lacayos de las cúpulas que les permitirían reelegirse.
Por otra parte, la “Conferencia magistral” de Diego Valadés, ni siquiera mencionó a otros remedos o sucedáneos antidemocráticos, como son las encuestadoras, que han venido acumulando un formidable poder, no porque acierten, sino porque son el destino de la mayor parte de los recursos gastados por los partidos políticos y que incluso deciden elecciones internas en los partidos políticos, como es el caso del PRD que designó candidatos con los resultados de dos y tres encuestadoras para la Presidencia de la República y el Gobierno del DF, pero que igual sucedió en el PAN con su candidata Isabel Miranda e igual ocurre en todo el país y en todos los partidos políticos, donde a los ciudadanos se les dice: “Nos vamos con tal o cual celebridad, solo porque nos garantiza mayores votos que cualquiera de ustedes”. Esta grosera suplantación de las instituciones democráticas naturales, por empresas mercantiles que se dedican al lucro mercantil, fue totalmente ignorada por el laureado intelectual Diego Valadés.
Lo más lamentable es que el público en la conferencia, formado la elite intelectual y del Poder de Tijuana, ni siquiera percibe lo que está ocurriendo en el país e incluso en Baja California, donde todos los candidatos a senadores adquirieron ese carácter mediante prácticas antidemocráticas, en el PAN se recurrió a la bajeza de las amenazas y de las promesas de premios para que no se inscribieran y dejaran el campo libre a Ernesto Ruffo Appel, un conocido traficante local de influencias y a Víctor Hermosillo un arquitecto cuyo gran mérito es haber leído todas las revistas Newsweek de los últimos veinte años y que cumplirá la misión de otro “Juanito” pues dejará la senaduría a su suplente.
Viendo lo que queda como resultado de la Conferencia Magistral de Diego Valadés en Tijuana, debemos admitir que estamos ahora peor que nunca, en 1989 los bajacalifornianos identificaron al PRI como el enemigo político del sano ejercicio del Poder, destilaba antidemocracia y farsa, era el acumulado identificado de una larga tradición de desprecio a los ciudadanos, a la transparencia, a la dignidad de las personas, pero ahora en 2012, el escenario es todavía peor, pues los bajacalifornianos ya no estamos indignados con la antidemocracia, hemos terminado por creerla inevitable y la aceptamos, como el cordero acepta caminar por el pasillo que lo lleva al cuchillo del carnicero, esperando que su inocencia lo salve. Ahora el mal no esta enfrente de nosotros, somos nosotros mismos.
Los nuevos enemigos de México, que por desgracia carecen de controles democráticos, son las cúpulas de los partidos políticos que administran no solo a las cámaras sino incluso a los estados y municipios, son el centralismo totalitario que desde el Distrito Federal uniforma mediocremente a la cultura política, el centralismo que lo maneja y decide todo, el dinero, el sistema legal, la lucha contra la delincuencia, ese mismo centralismo decide en la Ciudad de México quienes son candidatos en cada municipio, decide el nombre de los empleados menores, es el control absoluto e irresponsable, pero el mayor de todos los males, somos nosotros los mexicanos, una estirpe de lacayos, ciegos, adocenados, incapaces de ningún acto de dignidad, un pueblo que camina a diario a un precipicio donde todos tarde o temprano desbarrancamos para caer balando ignorantes y felices.
Eso es lo que nos enseñó este sicario menor de la antidemocracia y de la indignidad que es Diego Valadés, ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ex procurador General, Director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y ahora parásito visitante de la UABC.