La carrera política de Santiago Creel es impresionante, de
Hasta ese momento, el ciudadano Santiago Creel Miranda había manifestado y acreditado fehacientemente su profunda convicción no partidista, pues no le impresionó ni el esfuerzo democratizador del Partido Acción Nacional desplegado en toda su existencia, ni su vibrante lucha en el norte de la república desde principios de los años ochenta, ni tampoco le impresionó la candidatura Manuel Clouthier en 1988, ni la de Diego Fernández de Cevallos, pues Creel prefirió el apartidismo, la neutralidad y gracias a ello la jugosa chamba del IFE, el que para entonces ya pagaba jugosas bolsas a los afortunados apartidistas que cobraban en su nómina.
Lo más destacado de la campaña de Santiago Creel fue cuando aclaró –a quienes le vieron la zanca de trepador- que él siempre había sido panista como su "tío abuelo" y que para que vieran su "sangre azul" siendo apenas un bebé, santiaguito fue cargado por los mismísimos brazos de Don Manuel Gómez Morín, que visitaba a su tío abuelo, y como prueba de su panismo oculto hasta 1996 -porque no le convenía entonces que se supiera- Santiago llevaba siempre puesta una camisa de color azul, para que a pesar de negar al PAN en cuanta ocasión se presentara, él siguiera siendo panista por los reflujos osmóticos que recibía desde su camisa azul.
Dejando a un lado las ridículas explicaciones de nuestro eximio maestro en el arte del acomodo, Santiago Creel perdió frente a Andrés Manuel López Obrador, pero en premio a sus desvelos se le dio la Secretaría de Gobernación, donde de inmediato dejó de vestir su camisa azul y dedicarse a su pasión, entregar permisos para casinos y loterías a un selecto y agradecido club de privilegiados. En lo personal su vida fue como la de tantos pelagatos que ascienden de golpe a la cima del poder, estableció fuertes nexos con Televisa y también con Azteca, pues a ambas empresas les otorgó valiosísimas concesiones en materia de juego y apuestas.
El mundo y la fortuna le sonreían, ahora si enormemente rico, con amigos en todos los partidos políticos, pues utilizó de manera formidable la Secretaría de Gobernación y se convirtió en el delfín de Vicente Fox y de la dirigencia nacional panista, Manuel Espino, los gobernadores, senadores y todo el oficialismo panista se volcó en su favor, pero los panistas percibieron el tufo del foxismo, su banalidad, su deserción y en el momento preciso votarían por Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, el astuto panista que desde el corazón del PAN retaría al oficialismo, aparentando ser un candidato auténticamente panista, comprometido con la democracia, un idealista y claro los panistas, a la postre, lo prefirieron al advenedizo, calculador y convenenciero de Santiago Creel.
Los panistas partidarios de Creel, con la seriedad que los caracteriza, contestaban a las negras insinuaciones diciendo que Santiago Creel era un hombre en toda la extensión de la palabra y que si él fuera el padre de esa niña, seguramente que la reconocería y que todo lo demás eran habladurías de malintencionados, entonces se escenificó el proceso interno del PAN y enfrentó a Felipe Calderón, por quien nadie daba un céntimo, pero que lo derrotó en toda la línea, de nada le valió “andar en caballo de hacienda”, ni el oficialismo, ni Vicente Fox, ni marthita, ni Manuel Espino, ni todos los senadores, ni todos los gobernadores panistas, ni todo el derroche de la campaña multimillonaria apuntalada por Televisa y Azteca, ni el hecho de que sacó del baúl las camisas azules para volvérselas a poner. Felipe lo hizo morder el polvo.
Derrotado en la candidatura presidencial, cambió de objetivo y en una marometa genial, hizo lo necesario para que Manuel Espino y lo que aún quedaba del oficialismo panista de Fox, lo impusieran en el primer lugar de la lista de senadores por la vía del dedazo, por lo que de esta manera seguiría cobrando y posando como un hombre ejemplar, durante 2007, con gran astucia logró ser designado coordinador de los senadores panistas y mediante una serie de actos serviles, logró al menos la tolerancia de Felipe Calderón Hinojosa que se sabe que es más rencoroso que un toro de lidia.
El 3 de marzo de 2008, Santiago Creel calculó que su posición en el senado era firme, y solo entonces, cuando ya no existía ningún riesgo a la vista y siempre calculando que sería mejor resolver ese incomodo asunto para el 2012, entonces decidió registrar a Constanza González como a Constanza Creel González, es decir como a su hija, con el pequeño retraso de nada más que cuatro años después.
Antes de que la chamba de senador se le acabara y con la astucia que le es propia, sabedor que de las siete vidas que tenía, al menos le quedan tres, decidió lanzarse como precandidato a Presidente de la República , y ahí hizo el papel de palero de Josefina Vázquez Mota y de Ernesto Cordero, con miras a que en el 2015 le regalaran otra diputación o una senaduría en el 2018, o quizás la candidatura a la presidencia de México. Un buen calculo, como el de los restantes precandidatos, que están "en la grande" para ganar "en la chica", así fue como Ernesto Cordero consiguió su senaduría "pluri".
¿Pero quien es Santiago Creel? Un padre que por pura conveniencia política negó a su hija por cuatro años, para que no lo perjudicara en su "brillante" carrera política, y esto no es un problema solo de conciencia personal, sino que de esta flaqueza se desprende una duda del carácter de este político ¿Qué clase de presidente del PAN sería si fue capaz de negar a su hija por la comodidad de sus chambas? ¿Qué confianza puede merecer este hombre frívolo y temeroso ante los graves riesgos que debería asumir como presidente nacional del PAN? ¿Puede dejarse en manos de una persona tan temerosa, tan calculadora y tan frívola el futuro del maltrecho Partido Acción Nacional? Esta es la pregunta y no deja de tener vigencia a pesar de que hemos tenido pésimos presidentes, aunque debemos aceptar que ninguno a llegado al punto de negar a su propia hija en el momento de su nacimiento, solo porque así se lo recomendaron sus publicitas.
El meollo del asunto, no es una cuestión de moral personal, es una cuestión de confiabilidad política, pues finalmente se elige a solo un presidente de entre todos los iguales, porque se tiene en él la confianza de que actuará de la mejor manera en el caso de una crisis, que no tendrá miedo, que se comportará valerosa y rectamente y no como un cobarde.
Por ANTONIO LIMON LOPEZ