La raquítica votación de las elecciones federales del 2009 y el profundo desprestigio del “dedazo”, único aporte de Felipe Calderón al PAN, obligaron al partido a replantear los procesos internos para la elección de candidatos a munícipes y diputados locales para las elecciones del 4 de julio del 2010. A diferencia de la mayor parte de la república donde el PAN es casi una novedad y carece de historia, e incluso a diferencia del Distrito Federal en que apenas si le hace cosquillas al PRD, pero donde reside la despótica e inepta dirigencia nacional, el PAN de Baja California fue fundado por idealistas y políticos decididos, por lo cual es admirado y respetado por su dignísimo historial que arranca en los años cuarenta del siglo pasado y que se extendió, sin sombra ni mancha, hasta que Ernesto Ruffo Appel protestó como (primer) Gobernador (panista) electo en 1989.
En el 2009, el PAN tijuanense fue humillado por Felipe Calderón Hinojosa quien impuso como candidato a diputado federal a Gastón Luken Garza, un no-panista, ni más ni menos que por el emblemático distrito cinco de Tijuana, donde ganó (porque hasta rebuznando gana cualquier candidato del PAN en ese distrito) tal y como viene ocurriendo de manera reiterada desde 1989, excepto en 1994 donde el efecto devastador del farsante diego fernández de cevallos nos hundió, pero se experimentó una sensible deserción de electores y en la politizada Baja California, cundió la desesperanza y la duda no solo de los electores que estuvieron ausentes de la elección, sino de los mismos panistas menospreciados.
Pero el tiempo sigue y ahora apenas unos meses después llega la elección intermedia, para munícipes y diputados locales, por lo que para la contienda de Tijuana, en un acto preparatorio, el Presidente de la República asistió como invitado al matrimonio de Carlos Torres, su amigo desde que fue líder juvenil, a quien le dio un fuerte espaldarazo para la candidatura a la presidencia municipal. Hubo quienes llegamos a temer otro “dedazo” pero Carlos Torres, en un gesto inusual, optó por la contienda democrática y dejar a salvo su buen nombre, para lo cual tendría que enfrentar ni más ni menos que al “dueño del partido” Jesús “el Chuy” González y a sus muchos beneficiarios, entre ellos el alcalde de Tijuana Jorge Ramos Hernández, quien le debe dos veces su candidatura, en la primera perdió con Jorge Hank y en la segunda ganó apretadamente empujado por la campaña a gobernador de José Guadalupe Osuna Millán.
El candidato de “el chuy” Alejandro Monraz inició en la delantera apoyado por la nómina municipal, entiéndase que nos referimos a los panistas que cobran en el municipio, también apoyado por la red de todos los que recibieron algún beneficio a lo largo de 12 años de “chuyato”, pero Carlos Torres contaba con el apoyo irrestricto de José Francisco Blake Mora, el astuto Secretario General de Gobierno del Estado, considerado la mano maestra que llevó, por camino seguro, las riendas de la candidatura del ahora Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, con lo que al menos otras dos nóminas contenderían, la del Estado y la del Gobierno Federal a favor de Carlos Torres. En lontanaza –como dicen los litreratos- un tercer candidato, Javier Castañeda se disputaba los votos que no estaban totalmente amarrados a las nóminas, por lo que desde el principio tuvo pocas o nulas oportunidades entre una membrecía panista tan escasa, apenas 1,970 militantes en una ciudad que tiene 3 millones de habitantes, de los que votaron 1,830 panistas y donde las nóminas tienen un poder abrumador. ¿Cual es el porcentaje de panistas en las tres nóminas? No lo se, pero es muy alto.
Las campañas públicamente fueron las típicas del PAN de hoy, “Bravo, a la bio a la bao, a la bim bon ba, viva, viva, a la chiquitibúm, vamos a ganar, si, si, bravo, bravo”. Cero argumentos (¿para que?), cero ideas (echan a perder a la gente), cero razones (ni que se necesitaran), eso sí descomunales fotografías de los precandidatos panistas, sonrisas forzadas, fuertes apretones de mano y elogios de dientes para fuera, en suma nada que no se pudiera ver o escuchar tras bambalinas en un vistoso y rutilante desfile de modas.
Pero la campaña real se escenificaba en las casas de los militantes con derecho a voto, donde los candidatos llegaban con el carrito cargado de promesas, de ensueños, de recordatorio de lealtades pasadas, y si no se podía más, de cuentos, aunque fueran chinos; todo fue al intercambio, al tú me das y yo te doy, pero la batalla principal, la "madre de todas las batallas" tuvo como objetivo principal a la persona del alcalde de Tijuana, Jorge Ramos, quién no pudo soportar la presión del Presidente de la República y del todopoderoso Sr. Blake y acostumbrado a doblarse ante los poderosos en los momentos críticos -por eso perdió con Jorge Hank Rhon- se olvidó de los muchos años de alianza con el Chuy González, se olvidó que en dos ocasiones consecutivas lo hizo candidato a pesar de que todos lo acusaban de desleal, y dio el "chaquetazo" al exigir a la nómina municipal panista, que cambiaran de bando, ahora con Carlos Torres y ya.
A las “doñitas” de los muchosos mercados sobre ruedas panistas les quitaron las cachuchas de Monraz y les enjaretaron las de Carlos Torres, a los burócratas municipales, estatales y federales, ahora si a todos les leyeron la cuartilla: "o copelas o cuello”, hasta a los lenones, que en Tijuana son un importante apoyo financiero de los chuyistas, los metieron en cintura, el Director de Reglamentos municipales, Gustavo Lemus cerró prostíbulos de buena y mala muerte y puso tras las rejas a señoritas prestas a las concupiscencias carnales por una "lanita", hasta que los hizo sumarse a las mayorías.
El día de las elecciones internas, faltaba la cereza del PAN -digo del pastel- ese domingo 11 de abril, trascendió que se investigaban “irregularidades del chuy González” ocurridas durante el “chuyato” del ahora ex presidente municipal, ex diputado federal, ex secretario de estado y ex amo absoluto del PAN en Tijuana. Sus todavía leales, muy mermados llegaron sin el sabor de la victoria, sintiendo la desbandada, unos días antes el favorito del chuy, su hijo, hijo por el espíritu, Enrique “el kiki" Méndez y otros mercenarios, ahora traían la camiseta de Carlos Torres.
Astutamente Blake había gestionado un cambio, aparentemente inocuo, para ganar en la primera ronda no era necesario el 50% de los votos, más uno, sino que bastaba obtener el 35% y llevar una ventaja de 5% al más cercano rival, nadie la consideró relevante, pero fue un cambio clave. Conforme pasaban las horas en los once casillas, otra idea genial de Blake, evitar los discursos en la convención –no fuera que alguno cambiara de opinión- o se disgustara con la super aguda voz del amigo de Felipe Calderón, no hubo oportunidad de cambiarles el “tape”, ni de hacerlos reflexionar, tampoco se permitieron las cámaras fotográficas digitales, ni los celulares en las casillas, ¡no fuera que se les exigiera tomar fotos de las boletas ya votadas! .. para acreditar lealtades. Toda esta astucia es consecuencia de toda una vida, la del joven Blake, defendiendo casillas contra el PRI y ahora haciendo milagros en el PAN.
Apenas unas horas después los bandos contendientes desplegaron cascadas de rumores e hicieron gala de sus mejores trucos, aparentemente todos ganaban, pero los rostros desencajados primero de Javier Castañeda y después de Alejandro Monraz fueron el preámbulo de una nueva era. Después de los "pre-computos" al final con un contundente y oficial 42.35% de los votos, "Carlos Torres superó por más de lo necesario a Alejandro Monraz, su más cercano rival, quien obtuvo un insuficiente 33%, no había duda. Jesús “el chuy” estaba fuera, era uno más entre todos, no tuvo ni tiempo ni nada que hacer, sus antes amigos y aliados le volvían la espalda, él lo sabía, es una característica política de los mexicanos, con el ganador hasta que pierda.
Ya obscurenciendo, Carlos recibía la felicitación de propios y extraños, entonces Jorge Ramos y el Kiki Méndez llegaron a felicitarlo, quiso la suerte que Jorge Ramos quedara de frente a Jesús González, ahora “el pinchi chuy”, Jorge le esbozó una sonrisa -que se dice le costó decenas de miles de dólares con los más prestigiados “odontoestetas” de Hollywood- y lo saludó como si celebraran un cumpleaños, pero Jesús González lo ignoró y le escondió el rostro con desdén, seguramente pensó “y yo hice dos veces candidato a este ..., ¡me lo merezco!”; Jorge quien en este mundo solo ama al espejo cuando se rasura, olvidó el breve encuentro y siguió hasta que estuvo a unos metros de Carlos Torres, le sonrió, abrió los brazos y casi bíblicamente se abrió el mar de panistas que los separaba y ambos se fundieron en un fuerte abrazo y cuando este terminó (el pobre de Carlos ya "boqueaba" del tremendo apretón) entonces en el cara a cara, Carlos le dijo a Jorge: “Gracias por tu apoyo”, Jorge sonrió y su rostro se ruborizó emocionado y viéndolo directamente a los ojos, le dijo tiernamente: “Carlos… te voy a recomendar a mi peluquero”, ante lo que Carlos Torres, el amigo del presidente y seguro Alcalde de Tijuana, quedó sin habla.
En las afueras, sentado al volante de una "todo terreno" impresionante, con los vidrios polarizados hasta lo impenetrable, José Francisco Blake Mora, “el Pepe” para sus amigos, disfrutaba a la distancia de la algarabía panista, todo había salido conforme a sus deseos e incluso mejor, entonces inesperadamente se estiró, acomodó el espejo retrovisor hasta que se vio a sí mismo y después de contemplar su faz por unos momentos pensó: “Si quiero ser gobernador,… necesitaré algo más que un buen peluquero” y mientras así meditaba encendió el auto y lentamente se fue.