ἶπεν δὲ αὐτῷ ὁ θεός· ἄφρων, ταύτῃ τῇ νυκτὶ τὴν ψυχήν σου αἰτοῦσιν / ἀπαιτοῦσιν ἀπὸ σοῦ· ἃ δὲ ἡτοίμασας τίνι ἔσται;
Para nosotros los ciudadanos de a pie, todo inició, cuando el dirigente del partido Acción Nacional anunció que el partido iría en alianza en varios estados de la República con el Partido de la Revolución Democrática. Esto despertó criticas debido a que entre ambos partidos existen diferencias insuperables, en particular respecto al derecho a la vida de los nonatos y la concepción de la familia, sin embargo los antecedentes históricos de las alianzas en nuestro país, hacían ver el asunto como solo una típica medida pragmática para arrebatarle al PRI su hegemonía en Oaxaca, Durango y el Estado de México, donde sumando los últimos resultados del PRD más los de su actual consorte el PAN, se podría esperar que, sin importar lo impropio de esta extraña relación, surgieran los votos suficientes para mandar al PRI de las oficinas de gobierno a la vil calle.
Sin embargo, el asunto tomó un viraje inesperado cuando una reportera le preguntó al Secretario de Gobernación ¿Qué opinión tiene de las alianzas entre partidos? y ¡bomba! Como dicen los yucatecos, que de manera inexplicable el hombre más cercano al Presidente Felipe Calderón, cercano por la función que desempeña ya que es algo “mayorcito” para los aprecios personales del C. Presidente, se soltó desaprobándolas y calificándolas como muestras de incongruencia y de falta de respeto a sus propias convicciones. Bien pudo reservarse sus opiniones, contestar con una vaguedad, eludir la pregunta o simplemente decir “sin comentarios” pero no, se lanzó a fondo como si fueran la gran cosa o como si fuera un asunto central en la historia de México.
Al principio se interpretó como una fisura ideológica entre el Presidente y su secretario, algo que bien puede ocurrir en las democracias asentadas, pero no en México donde cualquier secretario de estado, incluyendo al Secretario de Gobernación, cumple las funciones de tapadera, papel sanitario y pera de boxeo del presidente en turno, además de las propias de su función en nuestro país: decir bembadas, cometer abominables omisiones y destilar ineptitud, con eso basta para visitar todos los días las oficinas de Los Pinos para escuchar regaños y hasta mentadas (de todo esto excluyo al Secretario de Salubridad que ha tenido un desempeño inmaculado)
Pero empezaron las filtraciones, en las que se decía “que a espaldas del presidente” el Secretario de Gobernación negoció con el PRI, a cambio de votos para aprobar su proyecto de presupuesto fiscal para el 2010, el retiro del PAN de cualquier alianza en especial en los estados de México y Oaxaca, donde el PRI calculaba que se quedaría con esas dos importantes gubernaturas, si el PAN y el PRD, contendían por separado. Como en otras tantas ocasiones, las filtraciones pudieron llevar las cosas a un punto a partir del cual todo este asunto se hundiera en el pantano del olvido, a fin de cuentas México es el paraíso de la desmemoria, pero otra vez surge el ego del Secretario de Gobernación que de manera ilógica, innecesaria y alocada envió una pretenciosa carta de renuncia de su militancia al PAN, partido en el que nació pues su pobre padre, que debe estar llorando en el Cielo, fue uno de sus ínclitos y mil veces traicionados fundadores.
Esto ya era bastante, pero la opinión pública percibía que en realidad el presidente si estaba enterado y que simplemente traicionó su palabra (lo cual no es tan malo, pues el PRI merece eso y todavía algo mucho peor) por lo que era necesario darle al PRI un sacrificio en desagravio entonces habría bastado con la renuncia o mejor aún, el despido fulminante de Fernando Gómez Mont, pero no, entonces el Presidente y el Secretario de Gobernación nos sorprendieron de nuevo, con ese talento inesperado que les surgió para rebajarse más y más y Gómez Mont se soltó diciendo que era un “soldado del presidente” que mejor renunciaba al PAN que a Gobernación y que al presidente le era total y absolutamente leal hasta en sueños y que sí, que sí negoció con el PRI el apoyo de sus diputados a cambio de que el PAN no se aliara al PRD ni en Oaxaca ni en el Estado de México.
Con las anteriores revelaciones el asunto se puso más interesante y ahora solo faltaba la versión del PRI, que sin duda fue quien le sugirió a aquella reportera que le preguntara a Gómez Mont su opinión sobre las alianzas, a sabiendas de que le iba a pisar los “juanetes” y López Dóriga entrevistó al escurridizo costal de trucos y trampas empaquetado en un vestido folclórico y multicolor que es Beatriz Paredes, quien estaba tan feliz como una castañuela, pero que no esperaba la insistente y mil veces reiterada pregunta del periodista “.. bueno Beatriz, ¿Estuviste tú en la negociación con Gómez Mont donde tu partido se comprometió a votar a favor del presupuesto a cambio de que el PAN no se aliara al PRD en Oaxaca?” y bueno la señora intentó escaparse con todas las malas mañas y chapuzas que el PRI puede enseñar (y que son infinitas), pero contra la pared y de frontera a frontera y de costa a costa, tuvo que apechugar y aceptar la negociación en los términos mencionados.
El Sr. Levín Coppel pastor de la borregada del PRI en la cámara ya había aceptado la existencia de la negociación y la traición a la misma por el “PAN/gobernación”. En el partido fundado por Gómez Morín, para salvar lo poco que queda del prestigio del Presidente se escenificó una pantomima con la siguiente trama: el Presidente al ser enterado por su Secretario de Gobernación de la negociación, manifestó su inconformidad y le dijo, "si a eso te comprometiste entonces anda y convencelos" y empujo a Gómez Mont para que convenciera a los 40 notables del Comité Ejecutivo Nacional panista de no hacer la alianza con el PRD, ni en Oaxaca ni en el Edo. De México, a lo cual se negaron los panistas y Gómez Mont, fuera de sí los insultó y se retiró indignado.
Que queda de este asunto, sólo la farsa de estos payasos-políticos, el hedor del desprecio a todo lo que pueda haber de digno y respetable, pues no es función del Secretario de Gobernación negociar a nombre de ningún partido político y si algo tenía que negociar el PRI con el PAN, pues que fueran los dirigentes de estos partidos los que negociaran y no se convirtiera al Secretario de Gobernación en representante o personero de ninguno de ellos, pues la función que le otorga a la cámara de diputados el discutir y aprobar el presupuesto la fija ni mas ni menos que la Constitución Política y no Felipe Calderón y tampoco es función de la Secretaría de Gobernación suplantar a los diputados. De otra manera, ¿Entonces para que necesitamos a los 500 parásitos que cobran como diputados?
Es claro a final de cuentas que el autor intelectual de esta sucia negociación fue nuestro "astuto" Presidente de la República, que luego se rajó y para no ensuciarse con los fangos del asunto, culpó al "patiño" más cercano que tuvo a mano, ni mas ni menos que Fernando Gómez Mont, el cual se sometió a la humillación parloteando como cotorra. Por su parte el PRI en su ira y afán de revancha propuso la reforma al artículo 40 constitucional agregando la palabra “laico” a sabiendas que el PAN enseñaría el cobre ante su militancia más engañada y divulgó todo este asunto, pero salió salpicado con las mismas heces, pues calculó que todo esto no llegaría tan lejos y que Fernando Gómez Mont no sería tan i$#ota, como resultó. En su visión de México el PRI cree que el congreso, la Ley y todo lo digno valen un cacahuate y que lo importante son los acuerdos de mafiosos en lo oscurito, donde los capos ignoran precisamente a la Constitución, al Congreso, al pueblo, a la Ley y a todo lo que implique dignidad y en esta materia el PRI le lleva años luz de ventaja al Presidente Calderón y a los panistas embutidos en el presupuesto, que aunque al despiporre nacional le están poniendo muchas ganas no dejan de ser eso, pupilos en grado de torpes aprendices.