La Cámara de Diputados aprobó con un sólo un voto en contra, la primera reforma al artículo 40 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pero ¿En que consistió la reforma? En realidad en nada, simplemente se le adicionó innecesariamente la palabra “laica” al artículo, que dice:
“Artículo 40. Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental.”
Para quedar:
“Artículo 40. Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica, federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental.”
Es una nada lo anterior porque el artículo 24 de nuestra atiborrada Constitución ya dice:
“Artículo 24. Todo hombre es libre para profesar la creencia religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley.
El Congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohíban religión alguna.
Los actos religiosos de culto público se celebrarán ordinariamente en los templos. Los que extraordinariamente se celebren fuera de éstos se sujetarán a la ley reglamentaria.”
Y además el artículo 3ro. Precisa:
“ Artículo 3o. Todo individuo tiene derecho a recibir educación. El Estado -federación, estados, Distrito Federal y municipios-, impartirá educación preescolar, primaria y secundaria. La educación preescolar, primaria y la secundaria conforman la educación básica obligatoria.
I. Garantizada por el artículo 24 la libertad de creencias, dicha educación será laica y, por tanto, se mantendrá por completo ajena a cualquier doctrina religiosa;”
A pesar de lo anterior, el proceso de reforma constitucional ya inició y de la Cámara de Diputados irá al Senado y de ahí a todos los congresos de los estados de la República y a la Asamblea del D.F. sin embargo dada la futilidad de la reforma se puede vaticinar sin pecar de adivino, que será aprobada por unanimidad o por abrumadora mayoría y en unos cuantos días será promulgada. Los discursos que se pronunciarán en los recintos legislativos serán simplemente infumables.
Nada importa que México ya fuera un estado laico, con educación impartida por el Estado de carácter laica, por lo que a pesar de que la reforma es superfetaria, redundatoria, notoriamente innecesaria y hasta anacrónica, es alentada por tres muy poderosas razones:
La primera por simple estupidez, vil demagogia, rollo vulgar, en suma por puro cuento. La segunda, por el desprecio absoluto a nuestra Constitución Política que se ha convertido en el almacén de las ocurrencias de nuestros napoleones criollos y si tiene dudas sobre esto, lo invito a recordar:
Nuestra constitución ha sido reformada, al momento (sin contar la reforma en comento) en 484 ocasiones, si leyó usted bien en cuatrocientas ochenta y cuatro ocasiones, lo que la convierte en la segunda ley más manoseada de México, después del Código fiscal que reforman dos veces cada año, cada presidente le endilga un par de litros de tinta en reformas y esto además lo han hecho sin respeto, pues en “fe de erratas” ya lleva 35, cuando menos deberían ser cuidadosos con la ortografía y la sintaxis constitucional y, para colmo lleva 6 “aclaraciones” sí esas que consisten en “que no dice lo que dice, sino lo que no dice” ¿Porque se cometen esos errores si las reformas constitucionales implican a 500 diputados federales, a 102 senadores y a todos los legisladores de cada uno de los 33 congresos estatales y la asamblea del Distrito Federal? en suma a miles de congresistas y a sus abogados, consultores y especialistas, pues muy sencillo, porque la constitución les importa un bledo.
Las constituciones deben estar reservadas exclusivamente para los aspectos fundamentales del Estado, los que deberán ser abordados de manera sucinta, clara y precisa, pero ese no es el caso de nuestra constitución, a la que se le ha demostrado pleno desprecio, al ser reformada, adicionada y atestarla de inutilidades, hasta convertirla en un librote de 52,296 palabras, cinco veces "El Manifiesto Comunista" y 7 más que la constitución norteamericana, incluyendo “The Bill of Rights” que solo tienen 7,911 palabras.
De hecho la formula del laicismo norteamericano, es la misma formula de nuestro artículo 24, ya que como sabemos nuestra constitución es, en sus artículos verdaderamente importantes y que merecen el rango de constitucionales, una copia de la de nuestros vecinos.
La tercera razón, es nuestra supina incapacidad para distinguir, la relación entre la “Iglesia y el Estado” y entre “la Religión y la Política”. En México !es increíble! pero no podemos discernir la naturaleza de esas relaciones porque no comprendemos ni al Estado, ni a la Iglesia, ni a la Religión, ni a la Política, simplemente porque en realidad no somos una sociedad educada en un estado laico y democrático, somos una sociedad suprimida, obnubilada e ignorada sometida a una clase política rebuznante y todopoderosa, como lo prueba esta inútil reforma a nuestra fofa y adiposa constitución, parchada mil veces por cuanto cretino nos ha gobernado o mejor dicho desgobernado y ahora por las burocracias partidistas, que compiten por darnos atole con el dedo.
En México la Iglesia y el Estado se encuentran separadas por disposición constitucional, no existen leyes que establezcan privilegios para ninguna iglesia o confesión religiosa, no existen tribunales eclesiásticos con poder civil ni fueros religiosos, todas las iglesias deben registrarse como asociaciones religiosas y tienen que ponerse las siglas "A.R." al final del nombre, si quieren ejercer la personalidad jurídica a la que tienen derecho y por ende, están sometidas a las leyes, en un plano jurídico de subordinación al Estado.
Por el contrario, la dicotomía Religión y Política se encuentra unida de manera inescindible, pues no existe disposición constitucional o legal que me obligue a despojarme de mis convicciones religiosas para distinguir lo que creo bueno o malo, cada opinión política que cada mexicano tiene se deriva del propio conjunto de sus valores éticos (Carlos Marx llamaba al conjunto con la voz “ideología”) pudiendo ser estos principios derivados de los artículos de Ricardo Flores Magón, de los discursos de Andrés Manuel López Obrador, de “Las Cartas en moticicleta” del Che Guevara o de la logia masónica que nos acomode, cada quien tiene el derecho de decidir en materia de conciencia (política y/o religión) y claro habemos quienes nos guiamos por la doctrina derivada de nuestras convicciones religiosas y esto no es un derecho, es parte de la naturaleza humana contra la que no puede ninguna ley ni siquiera una que suprima el derecho a opinar, a pensar, a ser lo que se es.
Por eso en todas partes del mundo laico y civilizado, los políticos medianamente ilustrados y paseados invocan a Dios todos los días; Por eso en Estados Unidos su gobierno construyó y sostiene una catedral para las celebraciones religiosas a las que asiste el Presidente y su gobierno y se jura sobre la Biblia, porque el Estado Laico verdadero no tiene conflictos con la religión de sus gobernados, al contrario. El Estado Laico consiste solo en la separación de la Iglesia y el Estado y en que el Estado no obligará a nadie a pertenecer a alguna religión en particular. Pero en la esfera de los individuos y su conciencia, cada persona tiene el derecho inalienable y soberano de guiarse por los principios que le acomoden, incluyendo los religiosos, incluso al momento de votar o de opinar o al momento de educar a sus propios hijos, en suma al momento de trascender de la esfera personal a la social.
No han faltado tiranos tentados por la tentación de intervenir y reeducar desde el poder, para formar siervos con la ética del estado, expresada en su constitución o en los discursos del dictador en turno, para aniquilar a los ciudadanos libres, pero han terminado por fracasar, no pudieron hacerlo los nazis, ni los soviéticos que al menos parecían convencidos de su propia ideología, en nuestro caso nuestros legisladores no están convencidos de nada y ni siquiera es claro saber que pretenden.
Es al final una ironía que le adicionen un concepto superfluo a un artículo, que precisamente es uno de los artículos menos congruentes con nuestra realidad, pues según el artículo 40 somos una república “una cosa de todos”, una Democracia (donde los candidatos son electos por sus pares) y representativa (donde los electos representa al pueblo), lo cual es falso pues los dirigentes de los partidos políticos, convertidos en pandilleros, se robaron todo el proceso electoral convirtiendo a México en una parodia de democracia, donde sólo los dirigentes "seleccionan" a los candidatos y los que son electos (en votaciones con participación cada vez menor) representan no al pueblo sino solo a esa pandilla y finalmente, los así “seleccionados” (que no elegidos en rigurosos procesos democráticos) reparten monopolios, concesiones, permisos y embutes, a los miembros de la sociedad que los pueden impugnar, por lo que el artículo 40 para ser sinceros debería quedar:
“Artículo 40. Es voluntad de los dirigentes de los partidos políticos constituir a México en un botín centralizado repartido en monopolios, concesiones y embutes, donde cada dirigencia partidista este representada de forma antidemocrática y los Estados estarán sometidos al poder central en todo lo concerniente a su régimen interior.”
Es al final una ironía que le adicionen un concepto superfluo a un artículo, que precisamente es uno de los artículos menos congruentes con nuestra realidad, pues según el artículo 40 somos una república “una cosa de todos”, una Democracia (donde los candidatos son electos por sus pares) y representativa (donde los electos representa al pueblo), lo cual es falso pues los dirigentes de los partidos políticos, convertidos en pandilleros, se robaron todo el proceso electoral convirtiendo a México en una parodia de democracia, donde sólo los dirigentes "seleccionan" a los candidatos y los que son electos (en votaciones con participación cada vez menor) representan no al pueblo sino solo a esa pandilla y finalmente, los así “seleccionados” (que no elegidos en rigurosos procesos democráticos) reparten monopolios, concesiones, permisos y embutes, a los miembros de la sociedad que los pueden impugnar, por lo que el artículo 40 para ser sinceros debería quedar:
“Artículo 40. Es voluntad de los dirigentes de los partidos políticos constituir a México en un botín centralizado repartido en monopolios, concesiones y embutes, donde cada dirigencia partidista este representada de forma antidemocrática y los Estados estarán sometidos al poder central en todo lo concerniente a su régimen interior.”