¿Acaso estamos inconformes con todo lo que ocurre en México? Bueno, pues sí, eso de la reforma fiscal, de los pelafustanes que tenemos cobrando como diputados y senadores, esos discursos de nuestro antes admirado Felipe y que ahora parecen pronunciados ante el altar de la patria de la ignota república de Babia, donde seguramente todo anda de maravilla, porque en México ¨todo anda de cabeza.
Tampoco estamos felices por tanta delincuencia ni con tan increíble ineficacia de las autoridades para combatirla, tampoco celebramos la nefasta reforma fiscal, justificada a partir de la brillante frase ¨es la menos mala¨ o como argumentó el Secretario de Hacienda: ¨.. en cuanto a la opinión de los Premios Nobel, algunos de ellos mis maestros, sobre los impuestos en México, debo decir que ellos no conocen nuestra situación, porque lo que funciona para otros, para nosotros no¨ y así fuimos tratados de refilón como si fuéramos fenómenos de circo; ni podemos decir que estamos felices con la farsa de elección democrática del 2009, donde campearon los dedazos y el reparto grotesco de diputaciones entre dirigentes de los partidos y el Presidente de la República , que recuperó inesperadamente el papel de ¨gran elector¨ de la era priista, es decir de mapache.
Estamos insatisfechos con el presente de México que huele y sabe a pobreza, exceptuando a una élite de funcionarios públicos y a un puñado de familias; nos parece injusto que después de miles de millones de barriles vendidos, de miles de millones de dolares gastados y de otros muchos que debemos, sigan existiendo las condiciones de miseria que expulsan a millones de compatriotas; no, nada feliz nos hace el nivel educativo que se percibe en las escuelas públicas y en las universidades, actuales reductos de todo tipo de pandillas y alimañas; pues por todo esto y más, por mucho más estamos insatisfechos y claro, demandamos un gran cambio a nuestros gobiernos y esto explica las propuestas de Jorge Castañeda, de Aguilar Camín y de Carlos Slim.
Estamos insatisfechos con el presente de México que huele y sabe a pobreza, exceptuando a una élite de funcionarios públicos y a un puñado de familias; nos parece injusto que después de miles de millones de barriles vendidos, de miles de millones de dolares gastados y de otros muchos que debemos, sigan existiendo las condiciones de miseria que expulsan a millones de compatriotas; no, nada feliz nos hace el nivel educativo que se percibe en las escuelas públicas y en las universidades, actuales reductos de todo tipo de pandillas y alimañas; pues por todo esto y más, por mucho más estamos insatisfechos y claro, demandamos un gran cambio a nuestros gobiernos y esto explica las propuestas de Jorge Castañeda, de Aguilar Camín y de Carlos Slim.
Pero no sólo padecemos por causa de las malas decisiones de un gobierno que es autor de lo malo, por ineptitud, complicidad o por cabeza cuadrada, sino que también padecemos por una deformación cultural maligna que nos degrada civicamente y si no juzgue usted a partir de nuestros empresarios, cuyo desmesurado espíritu de lucro y nulo patriotismo, los hace valerse de cualquier medio para evadir impuestos y son incapaces de invertir en algo que no les garantice el 300% de utilidad en el corto plazo; o aprecie el efecto entre nosotros de ese nefasto invento norteamericano de las teorías de conspiración, que ya parece tan mexicano como las enchiladas o la preferencia por el ocultismo y las ¨filosofïas¨ esotéricas, por el orientalismo de la peor ralea y hasta por la medicina alternativa de magos, curanderos y brujos, que es consecuencia de la ignorancia rampante.
Pero el peor de todos los males, nuestra ¨caja de Pándora¨ consiste en el desprecio que experimenta nuestra sociedad respecto a los políticos, que son vistos como mentirosos, aprovechados, indignos de confianza, miedosos y en suma despreciables, juicios que se extienden a la Política, con lo que quedamos entrampados, pues si no tenemos políticos seguiremos en las mismas, seguirán designándose a ¨ciudadanos¨ (viles escaladores sin compromiso político) a los puestos de elección popular, a fin de cuentas basta el dedazo de los dirigentes partidistas para imponerlos.
Por lo que es fácil apreciar que antes que el gobierno y sus falsos políticos, los culpables de lo que padecemos somos los ciudadanos sin credencial de funcionarios públicos, en suma tú, yo, él, aquel, ellos, bueno, todos nosotros y si somos víctimas, en todo caso somos víctimas propiciatorias, pues usamos la credencial de elector solo para cobrar cheques y no para votar o cuando votamos, lo hacemos como borregos. ¿Para que nos enredarnos con sofisticadas recetas que de nada sirven? debemos ir directo al problema que está en nosotros los gobernados, tomemos la iniciativa y dicho sea en el lenguaje de Ross Perot ¨Si el auto no prende, pues levantó el cofre y arreglo el problema¨ aquí el auto que no funciona somos los gobernados, que entre complacientes, cómplices e ignorantes, dejamos en las peores manos el presente de México.
Pero el peor de todos los males, nuestra ¨caja de Pándora¨ consiste en el desprecio que experimenta nuestra sociedad respecto a los políticos, que son vistos como mentirosos, aprovechados, indignos de confianza, miedosos y en suma despreciables, juicios que se extienden a la Política, con lo que quedamos entrampados, pues si no tenemos políticos seguiremos en las mismas, seguirán designándose a ¨ciudadanos¨ (viles escaladores sin compromiso político) a los puestos de elección popular, a fin de cuentas basta el dedazo de los dirigentes partidistas para imponerlos.
Por lo que es fácil apreciar que antes que el gobierno y sus falsos políticos, los culpables de lo que padecemos somos los ciudadanos sin credencial de funcionarios públicos, en suma tú, yo, él, aquel, ellos, bueno, todos nosotros y si somos víctimas, en todo caso somos víctimas propiciatorias, pues usamos la credencial de elector solo para cobrar cheques y no para votar o cuando votamos, lo hacemos como borregos. ¿Para que nos enredarnos con sofisticadas recetas que de nada sirven? debemos ir directo al problema que está en nosotros los gobernados, tomemos la iniciativa y dicho sea en el lenguaje de Ross Perot ¨Si el auto no prende, pues levantó el cofre y arreglo el problema¨ aquí el auto que no funciona somos los gobernados, que entre complacientes, cómplices e ignorantes, dejamos en las peores manos el presente de México.
Así pues ¿cual es la formula para salvar el futuro de México? definitivamente ninguna de las que proponen Jorge Castañeda y Aguilar Camín, que nos endilgan en su elegante y dilatado ensayo publicado en Nexos, todas las recetas de cocina que hasta Fox suscribiría sin que le temblara el pulso y con la plena aprobación de marthita, tampoco lo es la propuesta de Carlos Slim, mucho mas cercana al acierto, pues para empezar no recurre al clásico recetario dirigido al gobierno.
Nuestro deber es muy sencillo de proponer pero muy difícil de hacer, sencillamente debemos politizarnos, politizar a nuestros amigos, hablar de política, leer a Norberto Bobbio, a Isahia Berlin, necesitamos afinar nuestro sentido político para no engañarnos con falsos políticos, ni con los intelectuales metidos a políticos sin serlo, por este camino dejaremos de engañarnos con nuestra falsa democracia y con sus promesas hueras. Lo que necesitamos es formar políticos verdaderos, formar gobiernos con verdaderos políticos, proponernos metas políticas y exigirnos a nosotros mismos un papel critico pero al mismo tiempo analítico, eso significa en castellano asumir el papel de ciudadanos que nunca hemos sido, algo que en la historia de México nunca ha sido imaginado siquiera (cuando menos desde que en 1325 los aztecas se encontraron el águila parada sobre un nopal devorando a una desdichada serpiente). Entonces y sólo entonces estaremos en posición de tener nuestra propia Tecnología Progresiva, entonces las recetitas de cocina administrativa como las de Jorge Castañeda y Héctor Aguilar Camín, entre otras más o la visión de Carlos Slim, podrán adquirir el carácter de pasos previsibles, lógicos y hasta inevitables.