Vivía Manuel Gómez Morín años de incertidumbre, en los cincuenta el régimen se mostraba tal cual era, represor, corrupto, antidemocrático y al mismo tiempo demagógico. Controlaba todo desde la omnipotente Secretaría de Gobernación, en especial a los medios de comunicación excepto a la revista "La Nación", entonces digno órgano de difusión del PAN.
Se perseguía a todos los empresarios a través de las cámaras de comercio, de los sistemas bancarios y la Secretaría de Hacienda era otra policía política, de manera que los panístas en general y él en lo personal, eran amenazados con todo tipo de tácticas intimidatorias y de hostigamiento, sin embargo, el fundador y la totalidad de miembros del partido -que eran entonces minúsculos comerciantes, modestos empleados de oficina, mecánicos, taxistas, abogados del pueblo, maestros heroicos, madres de familia, y vamos pues: Personas modestas, sencillas, probas, valientes y de profunda convicción- no se dejaban intimidar por los matones, ni seducir por los empresarios corruptos, ni por el gobierno que les ofrecía trabajos y dinero a cuenta de su defección.
A pesar de los nubarrones que obscurecían el cielo de México desde su independencia, el maestro, educador, creador de instituciones, abogado y fundador del PAN, perseveraba en medio del cinismo: “el PRI nunca pierde y cuando pierde arrebata” “con el ganador hasta que pierda” “llegamos al poder por la fuerza de las armas y así nos lo tendrán que quitar”, parloteaban esos gobiernos “revolucionarios” que se emparentaban con todos los héroes nacionales desde Ce Acatl Topitlzin Quetzalcoatl, hasta los mismísimos asesinos de Lucio Blanco, de Villa, de Zapata, de Carranza y festejaban cual léperos que eran la matanza de creyentes en Jalisco, al tiempo que se hacían llamar de “izquierda” y se embolsaban la riqueza nacional sin pudor y sin limite, en Mexico imperaban a contrario del egregio lema francés, la servidumbre, la desigualdad y la falta de solidaridad y contra ello, luchaba este insigne chihuahuense con denuedo, con osadía e incluso con buen humor.
Casi se cae el periodista de la sorpresiva respuesta, pero imaginando el dinerito extra que le podría proporcionar el asunto, insistió perversamente: ¿Pero usted lo fundó, usted es su fundador? y el maestro sin inmutarse, insistió: "Si, es cierto, pero igual emputeció!!!".
Por Antonio Limón López.
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