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Breve historia de la antidemocracia en México.









En un pacto calificado pomposamente como “de caballeros”, los jefes nacionales de los partidos políticos inmiscuidos en el proceso electoral del 2009, acordaron instaurar la designación a “dedazo” de candidatos a diputados federales, alcaldes, gobernadores y “abolir” la practica de procesos democráticos al interior de los partidos en general y en particular dentro del PAN, donde estos eran reales y tradicionales. El acuerdo le confiere a cada dirigencia partidista manos libres y plena discrecionalidad para decidir an-ti-de-mo-crá-ti-ca-men-te las candidaturas de su partido bajo la certeza de que ningún otro partido o sus candidatos criticará, desde sus campañas o con su propaganda, cualquier táctica antidemocrática utilizada por los demás, sea cual fuere la imposición antidemocrática y sin importar cuan burda o insultante resulte, esto quedó corroborado cuando el 20 de marzo se le preguntó al “dirigente” panista Germán Martínez Cazares sobre el proceso interno del PRD quien parafraseó “El respeto a los procesos internos de los partidos es la paz”.


El cumplimiento de tan degradante pacto obliga a los dirigentes de los partidos a impedir que sus militantes luchen y se esfuercen en favor de la democracia como una exigencia política universal y particular al partido que se trate y por otra parte, las dirigencias deben impulsar la contracultura antidemocrática que, para su fortuna, se encuentra muy arraigada en nuestro país a fuerza de casi doscientos años de vida independiente y sólo un puñado de elecciones democráticas y libres.Claro que un pacto a contracorriente de la Democracia -en su pleno proceso de apertura- exige no sólo medidas drásticas como asesinar a la Democracia dentro de sus partidos, sino incluso corromper o amenazar a los dirigentes y militantes que disientan, pero mas que nada exige abonar a nuestra cultura antidemocrática nuevos fertilizantes, como ese de “designar” a dedo a "ciudadanos" dizque “excelentes”, dizque dotados de un mayor nivel intelectual y que desde su función alejarán a los impreparados del ejercicio del poder, como lo viene profetizando el dirigente nacional del PAN.


A pesar de que a esta doctrina de la excelencia la han maquillado con nuevos coloretes, no significa nada nuevo en México, ya que por principio son las mismas razones que esgrimió Porfirio Díaz para usufructuar el poder durante 30 años y que se justificaba como el gobierno que seleccionaba e incorporaba a la función pública “a la élite de los mejores y no a la Plebe”, el que modernizaba al país designando a “científicos” y mexicanos que jamás se enlodarían con la política de los partidos y menos con los retruécanos de la democracia; En pocas palabras, el gobierno positivista y científico en que creían el dictador y Justo Sierra, su educador e ideólogo, todo para beneficio de una minoría desalmada que bajo el calificativo de “preparada y científica” solo ambicionaba privilegios, honores y propiedades ajenas, sin estar atadas a México por ningún compromiso político verdadero.La versión oficial de la Historia de México nos dice que contra el porfirismo se levantó en 1910 la “gesta heroica” de la Revolución Mexicana que concluyó en 1921, con el México de instituciones, eludiendo con ese cuidadoso circunloquio del “México de Instituciones” al México democrático que ciertamente estaba muerto para 1921.


En 1908, Francisco I (Ignacio) Madero, publicó el libro “La sucesión presidencial en 1910” que causó un gran revuelo, entonces Porfirio Díaz prometió elecciones libres y democráticas y no cumplió, después de un breve rompimiento de hostilidades, Díaz abandonó el país con destino no a Estados Unidos sino a Francia y Madero es electo presidente en un proceso electoral sumario y que por desgracia presenta dudas, pero no en cuanto a la gran esperanza que despertó en todos el nuevo presidente. Madero era y se comportaba como un demócrata y se dispuso a abrir los cauces de la democracia, respetando a todos los posibles actores, sosteniendo una postura política lógica y congruente, pero contendía contra un enemigo avieso y calculador, la embajada norteamericana y sobre todo la educación y la cultura anti-democrática que fluía por las venas de la casta científica que lo despreciaba.


El general Bernardo Reyes, porfirista, antidemocrata convencido y a su manera un patriota, se levantó el 9 de febrero de 1913 contra Madero, encabezando a su tropa en la primer refriega recibe un proyectil fatal, quedando a la deriva la causa golpista, salvo por victoriano Huerta y Félix Díaz otro, otro par que despreciaban a la Democracia, Huerta sabotea la defensa del Presidente y lo asesina al final de cuentas. A Madero se le ofreció huir a Cuba y como Sócrates prefirió la muerte al destierro, pero con Madero muere la primer aspiración seria de convertirnos en una Democracia.


Huerta despertó la admiración y la envidia de los armados, no querían democracia, ni siquiera venganza pues tampoco entendieron a Madero, querían su lugar, el poder que había arrebatado a todos y por eso fue combatido, quienes lo enfrentaron se decían partidarios “del señor Madero” pero ninguno de la Democracia y a la postre más metralla gastaron en disparase entre ellos, convencionistas, contra constitucionalistas, zapatistas contra carrancistas y villistas contra todos para al final quedar todos muertos por la graciosa mano de nuestro Nelson criollo, Álvaro Obregón quien para honrar su nulo respeto a la revolución mexicana, se lanzó a su re-elección presidencial en un escenario antidemocrático y sin libertades, pero para evitar sorpresas, era precavido hasta decir basta, mató a todos los que pudieran ser candidatos en su contra y andaba en campaña, cuando León Toral le disparó mientras comía entre la crema y la nata callista (hay quienes dicen que en el lugar le llovió plomo de todos lados y no solo del cristero)


Así quedó dueño del país Plutarco Elías Calles, llamado por los antidemocraticos como “el Jefe Máximo” quien inventó al PNR ( hoy PRI) y al dedazo, imponiendo por este medio a Emilio Portes Gil y designando candidato a Pascual Ortiz Rubio, de quien pronto se cansó, para designar al mexicoamericano Abelardo L. Rodriguez, quien era su prestanombre en los garitos y casinos, después designó candidato a Lázaro Cárdenas con aquella frase de “Mas que mis hijos, hijos por la sangre, Lázaro (Cárdenas) es mi hijo, hijo por el espíritu”, con el tiempo los diablos se pisaron las colas y los compadres se pelearon, Cárdenas expropió los casinos de Calles y lo expulsó del país a Estados Unidos (..of course).


Lázaro Cárdenas, más para acentuar su rompimiento con Calles reformó al PNR y lo bautizó como PRM, pero lo conservó tal cual lo inventó Calles agregándole el elemento dinámico del partido, “el dedazo” al cual instituyó como su instrumento de control, gestión y dirección, desde entonces ha prosperado sin cesar la antidemocrática cultura del “dedazo” en la que el Presidente de le República designa al siguiente presidente, a los gobernadores, senadores y diputados, y a su vez, los gobernadores a los alcaldes y así hasta la designación del “cuico” de la esquina. A Cárdenas debemos reconocerle el diseño ampliado y moderno del dedazo y la ejecución del primer fraude electoral con el que impuso al favorito de Estados Unidos de América: Manuel Ávila Camacho.


Desde entonces, el dedazo y el fraude electoral han sido las instituciones políticas mas relevantes del sistema mexicano, por ello, como partido político el PRI nunca pasó de ser una porra de aplaudidores y pega-engomados del candidato que les pusieran enfrente, ya fuera Echeverría, López Portillo, Díaz Ordaz o Salinas, todos cupieron dentro de un partido cuya única ideología fue la antidemocracia, la avaricia, la ineptitud, la claudicación, el sometimiento, el arrodillamiento y el servilismo, no podían hacer otra cosa, finalmente el dueño del país era el Presidente y sus lacayos a saber, los gobernadores, jueces y legisladores además de sus amigotes calaveras y no había lugar para nada más, para ninguna esperanza, para ninguna idea, menos para la Democracia.


Fueron años de exitosa pedagogía antidemocrática, no sólo dentro del PRI sino de todo México, nuestros gobernantes pasaron de presumir en el porfiriato sus pistolas “smith & wesson” y sus lecturas de nuestro positivista criollo José Ingenieros o incluso del mismísimo Augusto Comte, hasta los actuales que presumen sus títulos de Harvard y sus lecturas de Harry Potter, que para el caso tanto los empistolados como los egresados de Harvard son hoy lo mismo: anti-demócratas, embozados con las mascaras de la excelencia sí, pero anti-demócratas totales.


Claro que aún en los peores momentos, hubo quienes optaron y pugnaron por la Democracia como la única manera para evitar la autodestrucción de México, sí! autodestrucción y solo mencionaré unos cuantos casos, como el de Villa que atacó al adormilado Columbus para convertirse en propiciador de una invasión a gran escala de nuestros belicosos vecinos, de autodestrucción como el robo de la propiedad de chinos mexicanos durante el gobierno de Calles en Sonora y Sinaloa, como la expropiación de tierras sin pago a los propietarios mexicanos durante el gobierno de Cárdenas que en contrapartida cubrió de oro a los norteamericanos, autodestrucción con la venta a precios ínfimos de nuestro petróleo, gracias a no participar en la OPEP, lo que a la postre y de inmediato le hubiera dado un mejor precio a nuestro crudo y al menos no hubiéramos sido los esquiroles que fuimos y seguimos siendo mientras México no se adhiera a ese sindicato petrolero, autodestrucción como la de expropiar el petróleo a la compañía inglesa el Aguila para regalarlo a precios de rebatinga a los norteamericanos, autodestrucción como el crear artificialmente las condiciones que propiciaron la guerra cristera obligando a sacerdotes a estar casados para ejercer la “profesión”, autodestrucción con la expulsión de españoles (porque dizque eran españoles, pues ya eran mexicanos) de nuestros territorios de Texas, Nuevo México, etc, para así apuntalar la inmigración norteamericana que al poco tiempo nos traicionó, autodestrucción vergonzosa como la de los polkos que fueron a ofrecerle México al presidente Polk de Estados Unidos, presididos por D. Melchor Ocampo, quien después firmó los tratados Mac Lane Ocampo y quien dirigía a los “liberales puros” cuya abierta finalidad era que México formara parte de la nación liberal norteamericana, autodestrucción de los conservadores que creyeron que trayendo a un príncipe liberal como Maximiliano se organizaría México como una potencia militar, apoyada por la Francia de Napoleón III, para recuperar los territorios perdidos con Estados Unidos, autodestrucción de los presidentes y de los congresos que les autorizaron siempre “partidas secretas” para robarlas sin dejar huella, autodestrucción cuando proclamamos que la educación sería “socialista” para crear un pueblo anticatólico, anti-democrático y servil, autodestrucción cuando se crearon partidos comparsas que abiertamente admitían que no querían a la democracia sino “educar al pueblo” convirtiéndolo en una masa de esclavos socialistoides y marxistoides, porque en realidad jamás tuvieron el valor civil de los “maquis” en Francia durante la ocupación nazi, ni de los partisanos en general y aplaudieron cuando los ingenuos lideres marxistas auténticos fueron perseguidos.


Autodestrucción sí! Cuando México se quedo callado, excepto el PAN, ante la matanza de estudiantes en Tlatelolco, ante el despilfarro repugnante de muchas de nuestras universidades dizque autónomas, convertidas en botín de pillos, autodestrucción con un poder judicial de arrodillados y que no han tenido siquiera el coraje de retirar los murales de Orozco de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (en inglés traducido a matacaballo) que la pinta como a una meretriz, autodestrucción con la partidocracia de hoy en que los alegres compadres se reparten diputaciones al precio de favores vergonzantes, gracias al poder de designar candidatos, eso es autodestrucción, autodenigración, verdadero obscurantismo, en suma antidemocracia.


En medio de este negro escenario, Manuel Gómez Morín y un puñado de mexicanos valientes decidieron formalizar una lucha a la que llamaron “brega de eternidad” la de convertir a México en una Democracia, para ello formaron un partido regidos por reglas democráticas, el PAN, pues a final de cuentas ellos creían que los mexicanos no aprobaban la barbarie insultante de sus gobiernos y de las pandillas de que se rodeaban, era necesario que el pueblo contara, participara, interviniera en el gobierno, esto sólo sería posible a partir de la Democracia y por ello celebraban convenciones para elegir candidatos, aunque los candidatos fueran convencidos de participar, hubo épocas en que ninguno quería hacerlo, pero en todo caso una convención democrática debería sancionar toda candidatura.


La herencia del PAN, fue la de ser el único instrumento fiel al proceso de democratización inventado en México por el PAN y al mismo tiempo, el único instrumento de defensa del sentimiento y del sentimiento y ser nacional, de ahí el nombre de “acción nacional” es decir el accionar de la nación, el accionar democrático donde cada mexicano debe contar para que esa nación se exprese limpiamente y sin intermediarios, por ello nació el PAN y por ello perseveró hasta que en el año 2000, 71 años después de su fundación y de miles de batallas heroicas y anónimas de sus modestos militantes, básicamente gente sencilla y pobre, hasta que vivió una elección democrática y casi libre, porque de cualquier manera el oficialismo priista contó con el apoyo del corporativismo cultivado durante décadas de sumisión, y como un rayo de luz llegó Vicente Fox a la presidencia de la República, el candidato del PAN.


A pesar de las grandes expectativas y el aprecio que despertó Vicente Fox como primer presidente de la naciente democracia mexicana, dejó tras de sí una sensación de fracaso, primero porque todos sus proyectos se quedaron a medias al tiempo que fue incapaz de proponer un solo propósito que despertara el entusiasmo nacional y por último, por los negocios de los hijos de su esposa realizados al amparo del poder, por esto sus seis años de administrador público están en la bruma o en el mejor de los casos bajo sospecha, pero respetó escrupulosamente el juego democrático, sin utilizar el enorme poder presidencial mexicano para trastornarlo, fue sin duda un presidente que asumió el poder por la democracia, ejerció el poder desde la democracia y entregó el poder a sus sucesor, después de un proceso democrático, competido e impugnado por quienes perdieron, pero que fue un proceso democrático y transparente.


Fox en cuanto ganó la elección contrató a una empresa de “head hunters” para formar su gobierno, despreciando a sus compañeros de partido porque no los consideró aptos para gobernar al país, exigió que su gabinete hablara fluidamente el idioma inglés y creyó que por el poder de su encanto los priistas se sumarían a su proyecto de reforma a la industria petrolera, claro que estas medidas y esta esperanza ingenua fracasaron, exhibiéndolo y dejándolo solo, sin el aval de su partido y con la animadversión ciudadana por su ineptitud y mediocridad personal, pero cuando parecía que su fortuna estaba echada, Andrés Manuel López Obrador lo sacó del olvido y lo elevó a la condición de su adversario y al acusarlo de todo, le dio un papel protagónico que no esperaba y al que no tenía derecho y que lo convirtió quizás en el factor clave del éxito de Felipe Calderón Hinojosa en la elección del 2006.


Felipe Calderón Hinojosa llegó a la presidencia mediante un proceso electoral competido, unos cuantos miles de votos fueron la diferencia entre él y Andrés Manuel López Obrador, fue acusado de beneficiarse de un fraude electoral de una confección imposible, pero en un país donde la cultura del fraude electoral es la única institución política incontrovertida, la impugnación lo hirió, llegó al congreso por la trastienda a tomar la protesta de Ley, debió aguantar en seco y en frío todo tipo de agravios y de injurias, pero acostumbrado a luchar desde abajo y a ganar lo más posible con lo menos, salió airoso del trance, más por los defectos de su antagonista que por sus propias virtudes, pues Andrés Manuel López Obrador tanto le dio vueltas a la tuerca que la rompió y sus seguidores que siempre supieron que perdieron la elección, pronto se convencieron que era desleal a México desbarrancarlo por nada.


En todo esto, surgió un profundo despecho de Felipe Calderón al proceso democrático que lo llevó a la Presidencia pero que irónicamente lo exhibió como un anti-demócrata sin serlo e irónicamente también fueron las acusaciones de Andrés Manuel López Obrador las que lo consolidaron en la presidencia y no el respeto a la verdad histórica ni a la democracia como sería de esperar, por todos lados surgieron razones para estabilizar a su gobierno, pero ninguna de ellas tuvo que ver con la democracia en si misma, entonces ¿Por qué respetarla si nadie la respeta ni la necesita? seguramente se preguntó el michoacano en algún momento.


Lo cierto es que en algún momento Felipe Calderón dejó de ser un partidario de la democracia y se convirtió en uno de sus adversarios, ubicado no entre los que simplemente creen que la democracia es imposible, sino entre aquellos que la creen posible pero de efectos indeseable, Calderón se convenció que la democracia, al menos en México es dañina por las siguientes razones: La primera es que la democracia no disfruta de ningún prestigio en el país, ni entre las personas que carecen de educación formal ni entre las clases mejor educadas, tampoco entre aquellos que tienen una renta modesta ni entre los que tienen una cuantiosa, ni entre los intelectuales en general ni entre los servidores públicos, sólo existe un restringido número de demócratas disperso y disociado entre si, de manera que en si misma la democracia es poco rentable, ni siquiera en el PAN, su antiguo bastión la democracia es importante. 


Una segunda razón es que la democracia ha servido para elegir a funcionarios públicos de muy dudosa calidad intelectual y moral, de hecho cualquier grupo puede lograr elegir diputados o presidentes municipales organizándose como una pandilla y por último la democracia permite que cualquier proyecto de ley sea planteado, votado y elevado al rango de Ley, sin importar consideraciones éticas de ninguna especie, corriendo el riesgo que la democracia derive en una situación ingobernable.


Como se puede apreciar el desencanto de Felipe Calderón se deriva del escepticismo que tiene en nosotros los mexicanos y por ende teme que llevemos al país a pique por las condiciones extremas de desenfreno y desorganización a que nos puede llevar la democracia, esto podría representar que el país quedara en manos de narcotraficantes, de chiflados ideológicos, de ineptos, de impreparados, de gentuza vulgar.


Sin embargo, Felipe Calderón no puede proclamarse enemigo de la democracia, en un momento en que todo el mundo, hasta Fidel Castro y el establishment Chino se proclaman demócratas, entonces lo que le queda es precisamente lo que están haciendo las dictaduras, como la de Castro y la de China, hacerse llamar demócratas pero impulsar una cultura ferozmente anti-democratica, lo cual no es tan complicado debido a la educación que durante casi doscientos años nos ha convertido en vasallos, debido también al PRI que es la escuela suprema de la antidemocracia, simulada, mas grande del mundo y que ha influido al PRD, su hijo dilecto y a todos los partidos, incluido a partir del 14 de febrero del 2009 al PAN, cuyo Consejo Nacional aplaudió su adhesión al dedazo.


Como ya apuntamos, la teoría no es nueva, Robert Dahl, profesor emérito de Yale, considerado, en palabras de Fernando Vallespin, publicadas en la destacada revista española “Claves de Razón práctica” como “uno de los pocos clásicos contemporáneos de la disciplina (de la ciencia política) y sin duda, el punto de referencia obligado para cualquier análisis de la democracia, tema al que, con la típica perseverancia académica anglosajona se ha dedicado de modo exclusivo”, en su obra dice:

"Invariablemente estas exclusiones se justifican diciendo que el demos solo debe incluir a todos los que están calificados para participar en el gobierno, la premisa oculta y escondida en la teoría difusa de la democracia es que sólo ciertas personas son competentes para gobernar. Ahora bien: los críticos opositores de la democracia exponen jubilosos esta premisa oculta y la convierten en un argumento explicito en la teoría antidemocrática del “tutelaje”, que es probablemente la visión más engañosa jamás creada por los adversarios de la Democracia, no fue abrazada únicamente por Platón en la Atenas democrática sino que ha aparecido en todo el mundo adoptando formas dispares –algunas de las cuales, con el confusionismo y el leninismo, pese a sus diferencias, son las que han influido, de lejos, en el mayor número de individuos- Los críticos opositores nos obligan a examinar a la luz del día los supuestos sobre la idoneidad política ocultos en la teoría difusa” (pag. 13)


Por “Teoría difusa”, se entiende a esa teoría que no se esgrime por ninguno de sus expositores de manera clara, sino que arguyen contra la democracia de manera difusa, poco clara diríamos evasivamente, cobardemente como es el caso de Felipe Calderón y sus cómplices, quines no combaten directamente a la democracia ni se declaran sus enemigos, sino que declarándose sus partidarios la combaten, esperando mermarla, arrinconarla, desprestigiarla y finalmente posponerla, pues sería ingenuo creer que la destruirán, aun en México.
Cabe insistir en que la doctrina del tutelaje, es decir la de un pueblo sometido a un cierto número de tutores que deciden por él, sin que sean estos contrastados con el voto de sus iguales, todos los ciudadanos, es decir el demos, es la doctrina que puso al país en manos de asesinos vulgares y ladrones comunes y hasta narcotraficantes, sin que el tutelaje haya impedido nada de eso, al contrario era mas fácil para los pillos saber a quien debían darle un óbolo para salir de diputados o de lo que quisieran, pues al fin el tutelaje deriva no en una bolsa de valores sino en un pinchurriento mercado de pulgas.
Hay otra razón en el Presidente Felipe Calderón para imponer en las próximas elecciones al tutelaje del dedazo, no quiere nuestro Presidente que le pase lo que le ocurrió a Fox, que un “don nadie” salga de donde menos espere y le gané democráticamente la candidatura en el PAN a su favorito, Felipe Calderón no quiere pecar de ingenuo como Fox o Madero, sino actuar como el calculador de Plutarco Elias Calles que cuando vivía frente a los Pinos, disfrutaba una pinta popular sobre la barda de la mansión presidencial que decía: “Aquí vive el Presidente y el que manda, enfrente”. 
Por ANTONIO LIMON LOPEZ.

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