Nadie en México puede decir que vivió una época en que hubo
partidos políticos íntegros, ejemplares, dignos, apreciables, que fueran
escuelas de demócratas, instrumentos al servicio de la sociedad, no nadie puede
decirlo, pues nunca existió eso, ni ocurrió durante el siglo XIX o el XX y
tampoco ha ocurrido durante lo que va del Siglo XXI. Al contrario, los partidos
políticos siempre han estado cubiertos por el desprestigio, aunque ahora su
desprestigio es inmenso. Para casi cualquier mexicano recto, los partidos
políticos son detestables, pues están dirigidos por mafiosos, por falsarios, por
simuladores y por pillos comunes y corrientes, que además se hacen las "mosquitas muertas", levantando sus patitas al aire como si fueran incapaces de ocasionar daño alguno a nadie.
Ahora que han pasado los años, sabemos que no son alimañas solo de esta época, pues han existido desde hace siglos, hemos sufrido a cientos de partidos, y la historia
de ellos es la misma, como si fuera algo natural: nacen, prometen, se desgañitan, prosperan, se prostituyen (esto ocurre desde que nacen) y
mueren en algún lupanar gritando ¡Que me lo prueben!.
Los partidos mexicanos, entre otros malos hábitos, son costosos parásitos sociales, son botín en manos de sus
dirigentes por lo que todo el dinero del petróleo es insuficiente, su avidez no tiene límite. Dicen los infantiles que la Democracia es cara, pero
eso es falso, la Democracia no es la cara, los pillos que la envilecen son los caros, los insaciables.
Admito que alguna vez, acaso por ingenuidad, todos hemos
colaborado con esas pandillas disfrazadas de partidos, con lo cual hemos hecho
un gran mal y sin embargo, para llegar a tener una verdadera Democracia es
necesario que existan partidos políticos, pero no como las lacras que ahora padecemos, sino verdaderos partidos y no pandillas criminales
como las que padecemos.
Por eso, cuando la sociedad dice que ya no quiere partidos
políticos en realidad dice, “ya no queremos a estos partidos políticos”. En las elecciones del 2018 la sociedad tuvo una opción entre
los candidatos y ese candidato triunfó, pero esa sociedad no tuvo opciones
entre los “partidos” pues todos eran iguales, eran y aun son el mismo estiércol y no existió entonces ni ahora
ningún partido político verdadero, ni Morena, ni el PRI, ni el PAN, ni el PRD,
ni ninguno otro, pues todos son simples pandillas sin vida democrática.
Así es que la respuesta a la pregunta ¿Para qué otro partido
político? es obvia: Lo que México necesita es partidos políticos auténticos y
no falsificaciones, partidos donde todos los miembros sean iguales, donde solo
voten las personas y voten en igualdad y con las mismas reglas, donde al final de cada elección dentro
del partido, se imponga la mayoría así sea por un solo voto. Esto en México es
algo indispensable e inaplazable, pues el futuro inmediato sin partidos democráticos tiene la imagen de la dictadura, y además de la dictadura justificada, la
dictadura sin rival.
Ese es el objetivo del Partidos México Sustentable, ser el primer
partido verdadero, con Democracia entre sus miembros, el primer partido
político en que exista la libre y fácil afiliación, el primer partido donde
cualquiera pueda ser candidato, donde cualquiera puede ingresar y salir sin amenazas
y sin calumnias, el primer partido moderno que este esclavizado por ideologías muertas como esas de la izquierda y la derecha que son simples falacias.
La Democracia se construye como los edificios, desde los
cimientos, desde la base y nunca al revés. En México nadie esta contra los
verdaderos partidos políticos, esta contra las pandillas que hasta 2019 se
hacen pasar por partidos. Contra estas es contra las que México siente
repugnancia y no contra los partidos políticos como México
Sustentable, que para bien de todos están en nuestro futuro, si tenemos el arrojo de hacerlo efectivo.
Por Antonio Limón López.