A Jorge Luís Borges, le atraía la valentía
inútil de los gauchos, que armados con puñales y machetes, sin más protección
que su capa se enfrentaban por motivos tan baladíes que incluso el gran
escritor omitía exponerlos, no valían la pena, y claro la pelea era lo
importante, el despliegue de valor suicida, los cortes sobre la piel, los
penetrantes puñales que inesperadamente abrían el dorso o el vientre, en
ocasiones todo se resolvía con un punzante desliz del acero dejando un punto
sin que manara sangre, pero que era mortal. Una gran valentía la de esos "compadritos" ofendidos en su honor, que en realidad valía muy poco.
Ese tipo de honor y de valentía no es solo de
los argentinos, también es normal entre los mexicanos y no voy a extenderme en
detalles sobre este tema de sobra conocido. Por desgracia ese tipo de valor,
ese tipo de valentía en nada honran ni a los argentinos ni a los mexicanos.
El valor que honra, es el valor social, la
valentía de una sociedad para enfrentar a sus grandes males. Ese es en realidad
el valor que debe admirarse y ese valor por desgracia los mexicanos no lo
tenemos. Hidalgo no logró la independencia, ni siquiera fue el iniciador del movimiento
independentista, tampoco Morelos que prácticamente fue traicionado por sus correligionarios,
y fue en cambio obra de los conspiradores de La Profesa, quienes convencieron al
General Agustín de Iturbide para encabezar la independencia. Nuestro libertador
no necesitó dispar un solo tiro, todos en la Nueva España querían la
independencia, no querían pertenecer a la España de los borbones. Así que nuestra
Independencia fue en realidad nuestra primera gran negociación, lograda como es
normal en lo “oscurito”.
Después todo siguió ese rumbo, las negociaciones
en lo oscurito fueron la norma en el México de todo el siglo XIX y del siglo
XX, los norteamericanos, hombres de acción poco dados a negociar, nos
arrebataron Texas y luego medio México, pues nuestros generales sumidos en la
corrupción no eran capaces de producir armas ni municiones, tampoco querían
pelear y no entendían a los yanquis. En algún momento nos convertimos en
cobardes, al extremo de que al comandante norteamericano Winfield Scott le
ofrecimos la corona de México ¡No había necesidad de guerra! Si lo que querían
era a México, pues ahí lo tenían a su entera disposición. Fue un caso en que Liberales y Conservadores estuvieron de acuerdo.
Contra Francia en 1862, al momento en que los
franceses huyeron ante el ejército mexicano el 5 de mayo, nuestro general
Ignacio Zaragoza, dejó que los franceses huyeran y no los persiguió para
acabarlos, fue una especie de negociación, pues los francés en su mayoría se
reagruparon, aprendieron de la lección, le dieron la vuelta a los cerros y se
fueron a la Ciudad de México. Los expertos militares la consideran una batalla
intrascendente y un error garrafal de las fuerzas mexicanas que debieron
exterminarlos en su retirada.
Ante esto, nuestros militares se pasaron al bando de
Maximiliano y ahí estuvieron hasta que los yanquis le dijeron a los franceses “Tienen
30 días para abandonar México” y es que los norteamericanos después de su Guerra
de Secesión estaban hechos una furia. Napoleón III recogió todo, pidió
disculpas a nuestro vecino y huyó. Los generales mexicanos como era de
esperarse cambiaron de bando, como cambiaban de chaleco y Maximiliano terminó
en el Cerro de las Campanas.
Todos los pueblos del mundo tienen su propia “Tecnología
Progresiva Política ®”, que es el conjunto de recursos materiales y humanos de
una sociedad para progresar y si la de los norteamericanos es la valentía y
ferocidad, la nuestra es la negociación y la cobardía. Los pocos hombres
decididos en la Historia de México y que perciben la mala entraña que tenemos,
de tomar todo indirectamente, de utilizar la farsa para todo, han terminado por
apropiarse del poder y son contados los casos, uno de ellos fue Álvaro Obregón
que despachó al infierno a todos los grandes héroes revolucionarios, hasta que
una alma caritativa lo mandó a visitar a sus víctimas durante una comilona en
La Bombilla.
En la Revolución no hubo sino empleados de
Estados Unidos, y aquí separo a Emiliano Zapata que es el único que actúo por su cuenta, por eso
su ejército no utilizaba los uniformes gringos tan populares entre los “revolucionarios”
(concepto que debe entenderse como empleados del embajador de EEUU).
Desde
entonces todo fue negociación, la del PRI era con la embajada norteamericana,
nuestra constitución fue una copia de la norteamericana, México se llama “Estados
Unidos” fuimos a la Segunda Guerra Mundial y como pago recibimos grandes
recursos de EEUU que en México se conocen como “Desarrollo Estabilizador” y “Alianza
para el Progreso”. En 1981 Ronald Reagan en Can Cún puso punto final a esa
relación, ya Estados Unidos no necesitaba para nada a México y le retiró al PRI
la protección que había tenido desde su fundación. Luego George Bush nos dio el
TLC para que no muriéramos de hambre y cuidáramos su frontera Sur.
Ante el feo desprecio de Ronald Reagan, el PAN y el PRI negociaron un sistema político en que ninguno de ellos perdiera, que se
garantizara que el partido perdedor también tendría diputaciones,
senadurías, ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
gobernadores, jueces, comisiones, embajadas, organismos públicos, de manera que
los pillos dirigentes de los partidos tuvieran "carnita" para dar a sus leales militantes hambrientos y
que estos les fueran leales. Tan exitosa fue esta "negociación" que a ella se sumó en 2007 el PRD y otros pandilleros. Comprendieron que el mejor negocio de
México eran los partidos políticos, sin embargo fueron eminencias estudiadas en
el extranjero los beneficiados directos de esta nueva forma de reparto de los bienes de
México e idearon, gracias a la educación recibida y pagada por nosotros en universidades yanquis, como expoliar mejor a
México.
De esta
actividad, fueron segregados el resto de los mexicanos, los educados en México
a quienes solo nos repartieron algunos puestos menores, pero al pueblo sin
educación no le tocó nada, nada de nada. Así que los mexicanos emigraron en grandes
cantidades a EEUU y los que no pudieron, cuando los norteamericanos cerraron su
frontera, no tuvieron otra opción que la de integrarse al creciente negocio de
la Delincuencia Organizada, desde luego nuestros funcionarios, insatisfechos
con lo depredado al gobierno, les parecía poco, negociaron con la delincuencia organizada, permitiéndoles prosperar y en muchos casos, substituir al mismo gobierno.
Una de
esas actividades político delincuenciales, toleradas, fue el "Huachicol" que se organizó
durante el período del Presidente Vicente Fox. El Huachicol prosperó en grande durante
los gobiernos de los presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, quienes
lograron que pasara desapercibido, pues además era una fuente multimillonaria
para toda la burocracia desde policías federales, militares, funcionarios de
Pemex, para secretarios de estado y para los mismos presidentes, para periodistas, diarios nacionales y locales, autoridades estatales y municipales, grupos de autodefensas, partidos políticos, candidatos y el empresariado de todos lo niveles, que se llevó una gran parte del pastel. El poder del
Huachicol es inmenso y estaba protegido por todas las capas de nuestra
estructura de gobierno. Todo esto logrado mediante negociaciones "ganar ganar" donde todos
salían ganando.
Pero por
fin, llegó el Presidente Andrés Manuel López Obrador y comprendió que el Huachicol
debería ser erradicado de México, pues era fuente de violencia creciente en
todos los municipios cercanos a las tubería de Pemex y además proveía dinero ilegal para todos los mencionados en el párrafo anterior, los cuales
son en esencia enemigos irreductibles de su gobierno, así que entre negociar
como lo hicieron los últimos tres ex presidentes, o enfrentarlos, a pesar de que la sociedad
esta penetrada de cómplices o socios del Huachicol, decidió enfrentarlos. No solo decidió no negociar con los delincuentes, sino que
rompió con la tradición política mexicana de negociar hasta lo más sagrado, a cambio de unas monedas.
La respuesta contra AMLO fue a nuestro estilo indirecto, sinuoso, falaz aparentando estar de acuerdo
en contra de los huachicoleros protegidos por decenios y que tienen un poder
equiparable al del Estado legítimo. Los defensores de los huachicoles alegan con aire de pureza: “Que
bueno que se enfrentan a los huachicoleros, pero lo hicieron muy mal, la
estrategia es mala”, sugiriendo claramente que lo mejor hubiera sido negociar con
ellos.
Con esa
mentalidad de “no me enfrentó si no tengo a mi enemigo amordazado, amarrado y
de espaldas contra el suelo” (pues así es como nos gusta enfrentar a los
adversarios) no le quedaría a López Obrador sino negociar con los criminales o
rendirse ante ellos, para evitar que saboteen a los pueblos y a las grandes urbes. Pues bien, López
Obrador decidió enfrentar a los delincuentes esto a pesar de que los capitales huachicoleros y sus agentes embozados, solivianten a la sociedad contra nuestro presidente.
Recuerdo que los
norteamericanos cuando fueron a la Segunda Guerra Mundial, fueron despedazados
por los alemanes durante las primeras batallas en Europa y África, si los
norteamericanos hubieran tenido la cobardía negociadora de los mexicanos, le
habrían exigido a sus gobernantes que regresaran a la milicia de la guerra, que se rindieran ante Hitler y que negociaran con los nazis, para fortuna de la humanidad, los gringos son
valientes y belicosos, respondieron a las primeras derrotas mandando más
militares, más armas, mas provisiones y las mujeres substituyeron a sus hombres
en las fábricas.
Con esta
batalla contra los huachicoleros celebro el valor de nuestro Presidente, espero
que la sociedad en su mayoría sigamos apoyándolo, no por él, sino por México, en especial en este momento
crucial, y a pesar de que mezquinamente los que nunca objetaron al huachicol y
obtuvieron beneficios de él, ahora griten lanzando pedazos de anginas, que la estrategia esta errada y le
exijan que enfrente a los huachicoleros sin ocasionar molestias.
Por
fortuna nuestro presidente es un combatiente, como todos lo sabemos, y lo mejor es que pondrá fin
a nuestra tradicional cobardía negociadora histórica.