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EL AÑO DEL DESENCANTO


No ha sido el peor año de México, en ciertos aspectos fue un año positivo, pero el desencanto es el sentimiento que nos heredan estos 365 días. Nadie en México puede estar feliz, excepto quienes tienen sus ahorros en el extranjero o los grandes exportadores pues el peso se devaluó y sus obligaciones en pesos se redujeron con esa perdida de valor.
El petróleo bajó de precio y al parecer seguirá deslizándose cuesta abajo en su cotización, y para nada sirvieron las reformas estructurales en esta materia, lo que si le ha funcionado al gobierno mexicano es el garrote fiscal, pues a pesar de la crisis la recaudación hacendaria crece, aunque la prosperidad del norte se haya terminado.
En general los efecto milagrosos de las “reformas estructurales” no existieron y a cambio abrimos las puertas a las empresas petroleras extranjeras expertas en embutes y en evasión de sus obligaciones. La reforma educativa tomó el camino errado de evaluar los conocimientos del maestro y no los conocimientos de su alumno para calificar al educador. 
Nuestro sistema político sigue enfermo, las reformas electorales no fueron la respuesta para aliviarlo, por el contrario los partidos adquirieron mayores recursos y tienen más chambas que repartir entre sus secuaces. La homologación ha hecho a todos los partidos idénticos entre sí, sin diferencia alguna en el plano organizativo, y en el plano de la moral pública, quienes esperaban que sus partidos políticos asumieran un papel digno, se encontraron con la indignidad y con el profundo desprecio de la sociedad contra los partidos, nuevos, viejos, de derecha o de ultraderecha pues en México no existen los de “izquierda”.
El Presidente de la República sufrió un gran deterioro en su imagen personal, su esposa ha resultado más dañina que la terrible “Marthita”. El ex presidente Felipe Calderón se lanzó por los caminos de Michoacán llevando en alto la bandera de su hermana como candidata al gobierno de ese estado y solo consiguió una votación miserable, los panistas perdieron curules y gobiernos estatales, el azote de la corrupción abierta y descarada golpeó a un partido que precisamente levanta la bandera de la anti corrupción proponiendo un gigantesco monstruo burocrático.
López Obrador inauguró el extremo anti democrático al dejar a la diosa fortuna la “selección” de candidatos mediante tómbolas. En el fondo es congruente con la tradición mexicana donde la política es favorecido por la suerte y nunca por los talentos, ni por la decisión personal.
Las pobreza siguió siendo un gran negocio, un negocio donde todos ganan y los pobres aseguran que seguirán siéndolo, pues mientras haya pobres los partidos engrosarán sus bases y ganarán votos repartiendo despensas o como en este año, televisiones de pantalla plana, lo cual permitió el pago de favores, pues a manera de ejemplo Soriana logró hacerse con cinco importantes pedidos de 781,937 televisores, con un valor cercano a los 1,930 millones de pesos.
Para los grandes medios de comunicación los resultados de la elección federal de 2015, donde prevaleció el “voto duro”, los hace prever un futuro incierto, el PRI logró el 29%, frente al mismo porcentaje del PAN y MORENA sumados, en una elección donde votaron casi 40 millones de electores de un total de 84 millones. El “voto duro” no será el factor decisivo en las elecciones del 2018, donde los electores jóvenes y escépticos van a dominar y van a imponer al presidente, sin que quede nada claro la razón de su elección. Sin embargo, y a juzgar por los síntomas actuales, Andrés Manuel López Obrador, parece el puntero, y esto es algo que agrada a los medios masivos de comunicación, pues al tabasqueño no le tiembla el pulso para gastar en publicidad.
El descredito se extiende a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y su fallo de la Mariguana para uso recreativo solo le ha proporcionado desprestigio entre la mayoría de la sociedad, aunque su popularidad creció entre la elite “Snob” de los mexicanos. La justicia mexicana sigue siendo cara y mala en cualquiera que sea el nivel que se juzgue. Las cámaras legislativas son vistas como la pista más visible del circo nacional, aunque sus payasos no causan alegría a nadie y sus elefantes resultan muy caros, aunque aumentan los trapecistas que quieren llamar la atención de un público somnoliento.
La única presea de honor en el pecho del priismo, que fue la captura del Chapo Guzmán terminó en una fuga que todo mundo consideró predecible, menos las autoridades federales que vuelven a demostrar su inútilidad, y todavía tienen la desfachatez de querer cordinar el "Mando único".
La miseria que padecemos es en todos los ámbitos,  se extiende hasta en el de los intelectuales, pues nunca en la historia de México habíamos vivido un época tan miserable. En este momento no contamos con ningún intelectual o gran escritor, a lo más un par de medianías que no trascenderán ni en la historia de nuestra literatura, ni aportan nada a nuestra tradición ensayística.
Para colmo, hasta el Estado Islámico nos amenazó, solo por colindar con nuestro hiper poderoso vecino y cara contraria de la monedad en que ambos circulamos por el mundo. Esto es andar mal y estar de malas.
La fe en la democracia y en un futuro mejor se desvaneció antes del 2006, y desde las elecciones de ese año todo ha vuelto a la duda o a la certeza de que estamos siendo engañados, en todo caso ahora deambulamos sin fe y sin propósito claro, sospechamos hasta de lo que antes creíamos, nada nos parece limpio y lo peor, es que nadie cree que podamos escapar a la trampa en que vivimos o que esto pueda mejorar. En 2015 nos alcanzó el desaliento y el desencanto.

Por Antonio Limón López.



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