El candidato a diputado federal cumple un papel vital en nuestro sistema político, pero no es el de cambiar las leyes ni el sistema político, ningún candidato en el México de hoy es un revolucionario armado con plumas, lápices y libros. Los diputados mexicanos no redactan leyes, ni las imaginan, por desgracia los verdaderos legisladores no están en las cámaras, son eminencias grises a las que no votamos y que trabajan en despachos pagados por los partidos o por la Secretaría de Gobernación.
En realidad el candidato a diputado federal es un costoso requisito de nuestro sistema electoral y político, pues los partidos están obligados a presentarlos para conservar su registro y así seguir cobrando las multimillonarias cantidades de dinero. Por otro lado, dependiendo del número de diputados en la cámara, depende la cantidad de dinero que los partidos recibirán.
Los dirigentes de los partidos tiene un gran problema, por una parte deben presentar a candidatos a diputados que puedan ganar las elecciones y al mismo tiempo, no quieren candidatos que sean capaces de pensar por sí mismos, ni de actuar en conciencia.
El candidato a diputado ideal para los dirigentes de los partidos, es aquel que sea popular en la comunidad para que pueda ganar el mayor número de votos con el mínimo de inversión posible, pero sin que represente un peligro para los dirigentes, es decir alguien que sea disciplinado, institucional y obediente.
Por eso los candidatos a diputados son seleccionados cuidadosamente entre personas populares, pero inocuas políticamente o entre políticos afines a la pandilla que dirige a cada partido y que merecen un premio por una vida de inmundicia.
Es cierto que de cuando en cuando alguna persona de excepción llega a la cámara de diputados, pero esta es anulada por un sistema que le hace al diputado imposible reformar absolutamente nada, las comisiones legislativas son filtros que no dejan pasar nada que sea contrario al sistema de pandillas que dirigen los partidos.
Para los candidato a ser diputados, la candidatura es un premio por dos razones: para los que son postulados en distritos donde seguro ganan, o en los primeros lugares de las listas plurinominales, la candidatura con "diputación amarrada" es un premio a una vida de abyecta sumisión a las cúpulas que los favorecen con la candidatura, o por otras razones. Estos diputados "institucionales" son ideales para las dirigencias, pues como diputados serán disciplinados y obedientes, además de que van a cerrar la puerta a todo lo que se oponga a la inercia degradante en que nos hundimos.
Pero para aquellos candidatos que saben que van a perder en esta elección, pues compiten en un distrito donde no tienen oportundiad de ganar, también hay premio, se les ofrece una buena chamba después de la elección, y se les promete que en una elección o dos, se les dará una diputación amarrada, una senaduría, o de perdida un regiduría, solo es cuestión de dejar el cerebro, la dignidad y la vergüenza en casa.
Por Antonio Limón López
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En realidad el candidato a diputado federal es un costoso requisito de nuestro sistema electoral y político, pues los partidos están obligados a presentarlos para conservar su registro y así seguir cobrando las multimillonarias cantidades de dinero. Por otro lado, dependiendo del número de diputados en la cámara, depende la cantidad de dinero que los partidos recibirán.
Los dirigentes de los partidos tiene un gran problema, por una parte deben presentar a candidatos a diputados que puedan ganar las elecciones y al mismo tiempo, no quieren candidatos que sean capaces de pensar por sí mismos, ni de actuar en conciencia.
El candidato a diputado ideal para los dirigentes de los partidos, es aquel que sea popular en la comunidad para que pueda ganar el mayor número de votos con el mínimo de inversión posible, pero sin que represente un peligro para los dirigentes, es decir alguien que sea disciplinado, institucional y obediente.
Por eso los candidatos a diputados son seleccionados cuidadosamente entre personas populares, pero inocuas políticamente o entre políticos afines a la pandilla que dirige a cada partido y que merecen un premio por una vida de inmundicia.
Es cierto que de cuando en cuando alguna persona de excepción llega a la cámara de diputados, pero esta es anulada por un sistema que le hace al diputado imposible reformar absolutamente nada, las comisiones legislativas son filtros que no dejan pasar nada que sea contrario al sistema de pandillas que dirigen los partidos.
Para los candidato a ser diputados, la candidatura es un premio por dos razones: para los que son postulados en distritos donde seguro ganan, o en los primeros lugares de las listas plurinominales, la candidatura con "diputación amarrada" es un premio a una vida de abyecta sumisión a las cúpulas que los favorecen con la candidatura, o por otras razones. Estos diputados "institucionales" son ideales para las dirigencias, pues como diputados serán disciplinados y obedientes, además de que van a cerrar la puerta a todo lo que se oponga a la inercia degradante en que nos hundimos.
Pero para aquellos candidatos que saben que van a perder en esta elección, pues compiten en un distrito donde no tienen oportundiad de ganar, también hay premio, se les ofrece una buena chamba después de la elección, y se les promete que en una elección o dos, se les dará una diputación amarrada, una senaduría, o de perdida un regiduría, solo es cuestión de dejar el cerebro, la dignidad y la vergüenza en casa.
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