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EL CRUEL COSTO DE ESTA ELECCION

El Presupuesto de Egresos de la Federación 2015 precisa el presupuesto del Instituto Nacional Electoral (INE) en la suma de $ 18'572,400,000.00. En este artículo demostraré que el costo real es mucho mayor, incluso mencionaré los números hasta donde es posible hacerlo en un ejercicio que resulta incapaz de calcular el derroche electoral, pues practicamente todo el Estado Mexicano se vuelca en este proceso. 
El sentido común nos dicta que el costo electoral debe consistir en el gasto del INE más el de los partidos políticos, y también supondríamos que ambos costos estarían matizados por el colapso en el precio del petróleo, pero por desgracia el presupuesto no es obra ni de la razón, ni de la prudenica, sino de los dirigentes de nuestros partidos políticos, a quienes no les basta el latrocinio de los años de bonanza,  pues en medio de la actual crisis aumentaron mecánicamente sus faraonescos ingresos. 
Tres son las vetas de oro para los partidos: 1.- Las percepciones para el sostenimiento ordinario. 2.- Las percepciones adicionales que reciben en año electoral y; 3.- El financiamiento público para actividades específicas que realicen como entidades de interés público. 
Este 2015 los partidos nos costarán (por los tres conceptos anteriores) la cantidad de $ 5,129’324,093.73 (Cinco mil ciento veintinueve millones, trescientos veinticuatro mil, noventa y tres 73/100) Pesos Moneda Nacional, que al deducirse del presupuesto total de del Instituto Nacional Electoral, deja a este con $ 13,443’075,906.27 para mantenerse y para sufragar los otos costos de la elección federal. Hasta este punto estamos en el ambito de lo calculable, pero existen otros muchos rubros de elevado costo que deben sumarse a estas colosales cifras.
Recordemos que estos dineros son solo los que forman parte del Presupuesto de Egresos federal, ya que además existen dineros presupuestados en los estados para el mantenimiento ordinario de los partidos y para costear sus propias elecciones locales, y que el INE no financia. Esto significa todavía más dinero para los partidos y para la burocracia electoral. 
Y eso no es todo, pues aparte del dinero de estados para sus procesos electorales locales, tanto la federación como los estados destinan miles de millones de pesos adicionales en seguridad pública y en el mantenimiento de los tribunales electorales, tanto federales como estatales que están a cargo de los presupuestos del Poder Judicial estatal y federal, por lo que no son catalogados como parte del presupuesto electoral. 
Existe de manera tenazmente velada, una gran movilización de recursos humanos y económicos que se nos ocultan, pues son operaciones y conductas prohibidas o penalizadas por la ley, pero que se ejercen: Unas provienen de las redes de beneficencia de las secretarias de desarrollo social federal y estatales, es el momento de cobrar a los ciudadanos lo que recibieron durante la gestión ordinaria del gobierno como el televisor digital, el cartón arenado para el techo, el préstamo, el uniforme escolar y esto solo por lo que se repartió entre los más pobres.
Pero igual se movilizan los notarios públicos, los banqueros, los beneficiarios del fraude financiero del momento, los ministros de la suprema corte, los funcionarios de todos los niveles del gobierno en apoyo y solidaridad a quien les dio los dineros, los privilegios, la chamba. Ahí hacen cola los empresarios ganones de los concursos de obra, arrendamiento o servicios, la comentocrácia y los intelectuales deseos de reconocimiento y dinero, los líderes agradecidos con el poder, con el sindicato, con el gobierno y en general todo el inmenso sistema clientelar que incluye desde el más modesto jardinero municipal, hasta la televisora mas avariciosas de contratos futuros o al más soberbio multimillonario de las listas de Forbes. 
Es el tiempo en que una parte de México se moviliza al son de sus intereses económicos, de las promesas, de la pandilla a la que se pertenecen o según sea el caso, de las expectativas de lucro que se calculen, en tanto que la otra azorada ve pasar la danza de los dineros, de las promesas y de los falsos comprmisos. No hay lugar ni para la verdad, ni para el patriotismo, ni para la idealidad, y quienes se sienten guiados por alguna de estas razones dudan entre votar en blanco, abstenerse o votar por el menos peor, no hay más. 
En tanto que gobiernos y partidos lanzan la casa por la ventana aunque no haya dinero suficiente ni lugar para el decoro, pues lo importante es ganar a cualquier precio y gracias a ello sacar la mejor raja. Esto que vemos no es solo una escena de mal gusto, sino que es la presencia de nuestro propio envilecimiento y este es el costo más alto y cruel que podemos pagar, en esta elección donde menudean los pícaros y los saltinbanquis. 

Por Antonio Limón López
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