“Ya nos homologaron” escuché hace
poco el lamento de uno de nuestros más destacados fayuqueros locales. Se supone
que al darnos a los fronterizos un trato diferenciado desarrollaríamos nuestra
propia industria para competir con los norteamericanos, pero ni somos
competitivos contra Estados Unidos, ni lo hemos sido nunca, y tampoco nos
industrializamos. Nuestra única industria son las maquiladoras, las verdadera y
las fayuqueras que aparentando ser maquilas, en realidad son importadoras que
no pagan IVA.
Homologados Mexicanos” o quizás “Estados Unidos Homologados”, o tal vez “Homologados Unidos Mexicanos”, ya que por donde quiera que se le vea cuadra el nombrecito, aunque me parece más acertado el de “Estados Bananeros Homologados” que nos queda a la medida, pero definitivamente no el de Estados Unidos Mexicanos porque de plano el saco nos queda muy grande y la etiqueta de "Made in USA" la trae a la vista de todos.
“Estado(¿?) Libre y Soberanos de Chiapas” que es donde se genera la mayor parte de nuestra energía eléctrica y de eso los chiapanecos no reciben ningún beneficio, y de tan homologados que están, ya ni cuenta se dan de esa injusticia. En Quintana Roo se encuentra nuestro principal destino turístico de playa, Cancún, pero de los homologados impuestos que recaudan no reciben ni un centavo adicional. En esta homologada patria la federación es la que cobra el impuesto y es la que parte y reparte para quedarse con la mejor parte, siempre siguiendo sus homologados criterios. Y para donde quiera que volteemos la vista vemos más de lo mismo, estados y municipios homologados por aquí, por acá y los restantes homologados por allá y acullá.
Si el federalismo es la forma de
reconocer la identidad y el talento local, la forma de poner el gobierno donde
vive la gente, la homologación es la forma de aplanar la identidad y el talento
local y llevar el gobierno a más de dos mil kilómetros; si el federalismo es la forma de gobierno que surge
desde abajo, desde nosotros, la homologación es la forma de gobierno que nos
cae desde arriba como una losa. La homologación política hace a los ciudadanos
simples residentes, nos convierte en estadística, en borregos que balamos para
que nuestro pastor sepa que aún existimos. Nada de extraño tiene que nuestros
gobernadores se pasen la vida de rodillas haciendo antesalas con los
subsecretarios de egresos de Hacienda.
ser agradable, en primer lugar no necesitamos pensar pues en la capital pensarán por nosotros y si no pensamos ¿Para qué diablos querríamos decidir lo que nos conviene? Eso también lo pueden hacer por nosotros en el Distrito Federal.
El federalismo mexicano consiste
no en 32 estados y un distrito federal, sino en un DF, la capital y en el resto
de México que bien pudiera llamarse Cuautitlán. Eso explicaría porque existen
dos tipos de mexicanos, los de primera que residen en la Ciudad de México y los
de segunda, que sobrevivimos en Cuautitlán.
Por lo pronto, la homologación
sigue a paso firme, los defeños se aprestan a despojarnos de nuestros órganos
electorales estatales, para suplirlos por uno cuyas máximas autoridades serán
del Distrito Federal, esto les permitirá a las cúpulas de los partidos (en el
DF, por supuesto) pagar favores a defeños y saludar con nuestro dinero, pues también nos reducirán el
presupuesto. De inmediato nos quitarán nuestro tribunal electoral ¿Pues si ni siquiera
organizamos nuestras elecciones, entonces para que querríamos un tribunal
electoral? Con ello nos reducirán más presupuesto, el cual gastarán en el DF
con más chambas a nuestras costillas y dicen que con mayor transparencia.
También nos anuncian que nos
impondrán un código procesal penal único y nos dirán, desde el Distrito Federal,
como debemos impartir nuestra justicia, ¿Y fundados en qué? ¡Pues en que ya nos
homologaron! En poco tiempo nos quitarán nuestro derecho penal, nuestra
justicia local y la dictará una elite desde la capital, antes de que eso
ocurra, un burócrata desde el Distrito Federal nos enviará al policía de la
esquina, y todo por la misma razón… ¡Porque ya nos homologaron!
En esta parte de Cuautitlán que
es Baja California, hace tiempo teníamos una credencial electoral estatal, pero
nos la quitaron… para homologarnos mejor. Desde que nuestros tarados
gobernadores firmaron los convenios de coordinación fiscal la capital cobra nuestros
homologados impuestos y los reparte despótica y arbitrariamente, a fin de
cuentas nos tienen bien homologados.
Es cierto que como gobiernos locales hemos sido unos ineptos, pero en la capital las autoridades federales
son también unas ineptas, es cierto que algunos gobernadores han sido unos
ratas, pero también en la presidencia de la república hemos tenido unas
ratototas!! Es cierto que nuestros juristas no son la gran cosa y que algunas o
muchas sentencias causan serias dudas, pero la Suprema Corte de Justicia con
sus ministros como Góngora Pimentel y con sus sentencias no causan ninguna
duda: cualquiera sabe que en los casos de Raúl Salinas a quien le devolvieron
sus mal habidas riquezas con un “uste’ disculpe, patroncito”, con la liberación
de Caro Quintero y con la farsa en el caso de Florence Cassez, campeó la
corrupción, la incompetencia intelectual y la apatía moral. Y en eso estamos
homologadamente de acuerdo todos los mexicanos.
Qué los estados estamos
endeudados, es cierto pero más está endeudada la federación, que los estados
tenemos malos gobernantes, es cierto pero peores han sido los presidentes de la
república, que nuestra justicia es mala, es cierto pero peor es la justicia
federal, que nuestros policías son ineptos es cierto, pero peores son los
policías federales.
A pesar de todo y como ya podemos
adivinar no hay llamados a la rebelión, nuestros políticos con su mentalidad
realista y pragmática no se van a inconformar, a fin de cuentas ellos también
están homologados, pero al menos cobran sustanciosos cheques por las
homologadas, se enlistan en las homologaciones plurinominales y los homologalizadores
dedazos siguen y siguen, ellos están conformes con que los homologuen y a
juzgar por sus sonrisas de oreja a oreja, hasta lo disfrutan. ¡Jodidos
nosotros!