El
debate organizado por el IFE el domingo seis de mayo, despertó desde su
concertación, la esperanza de que sería determinante en el duelo entre los tres
principales contendientes, auguraba acusaciones espectaculares contra el
puntero Enrique Peña Nieto, al menos se daba por descontado que Andrés Manuel
López Obrador y Josefina Vázquez Mota, llegarían con metralla suficiente para
reducir a escombros al “World Trade Center”. Todos pensamos que al menos uno de
los grandes caería y otro de ellos, se alzaría como el triunfador y desde esa
plataforma de lanzamiento se iría hasta la gloria del primero de julio.
Las
huestes de Andrés Manuel López Obrador, tan esperanzadas y tan confiadas en su
líder, exigían un mayor número de debates, querían que la arena se tiñera de
sangre con la absoluta confianza de que su candidato saldría del encuentro con
la espada destilando gotas de la ambrosía vital de sus
adversarios. Lo mismo ocurría en los tercios de las legiones de Josefina Vázquez
Mota, donde la relación con el presidente Felipe Calderón,
líder único y amo absoluto de su partido, aseguraban grandes sorpresas, hasta
se hablaba de un “Expediente negro” de acusaciones terribles contra Enrique
Peña Nieto, tan terribles que las atrocidades imputadas a Carlos Salinas de
Gortari parecieran canciones de cuna.
La expectativa
se acrecentó por la nula trascendencia de las campañas, el panismo traicionado
por el presidente Calderón, sus amigos y familiares, el perredismo inmerso en
un desconcertante lago amoroso, el priismo beneficiado por la desilusión
panista y perredista parecía un enorme castillo, pero se creía que sus
cimientos eran de lodo y sus muros de naipes, se pensaba que al primer viento
fuerte se vendría abajo y panistas y perredistas festinaban pensando: “No hay mejor
ocasión” que el primer debate obligado entre los candidatos.
El
vaticinio era congruente con la historia, fue aquel primer y único debate de 1994
el que catapultó a Diego Fernández de Ceballos y si este no ganó la presidencia
fue porque se vendió al precio de Punta Diamante; Fue el primer debate del 2000
en el que, frente a todos los candidatos -incluido Porfirio Muñoz Ledo- Vicente
Fox demostró mayor talento dialéctico, mayor coraje y a partir de este momento
la restante campaña fue para el vaquero, un paseo exhibiendo los apéndices arrancados a sus
contrincantes (Entonces ocultó –genialmente- la clase de imbécil que ya era)
Fue aquel primer debate en 2006, por el cual Felipe Calderón se levantó
triunfador frente a sus oponentes presentes y frente al ausente, el “Yamerito”
de Andrés Manuel López Obrador. Ahora en el 2012, nadie puso en duda la
importancia emblemática y estratégica de este primer debate, para todos sería la
confrontación más pura y sin reservas entre
enemigos jurados, pero …...
Si
alguien predijo lo que ocurrió en el debate del domingo 6 de mayo, debe
aprovechar sus dotes de pitoniso y comprar de inmediato todos los boletos de
las loterías del mundo y con ello, seguramente desbarrancará a Carlos Slim del
sitial de honor en que lo tiene la revista Forbes. De entrada el formato
acartonado fue demolido por la nada acartonada Playmate Julia Orayen, que salió
vistiendo un estremecedor vestido blanco que dejó al candidato Quadri viendo
doble y que de la misma manera despertó el aplauso del público masculino, que vio
el encuentro lejos de la mirada de sus consortes.
En
cuanto a la “Madre de todas las batallas” esta no llegó, el debate parecía un
encuentro de comadres, las objeciones eran entre poca cosa y hasta ridículas, lugares
comunes, frases de pierogrullo, los candidatos se mostraban sin imaginación,
sin recursos histriónicos, solo hubo un buen golpe por parte de López Obrador a
Peña Nieto, el de que si bien Ponce, su ex Secretario de Finanzas lleva 8 años
en la cárcel,
Peña Nieto ex secretario de administración de Montiel, ahora está en libertad y
es candidato presidencial. La pobre de Josefina no pudo con el señalamiento de
que era otra diputada “faltista” en la cámara de diputados y las armas de
destrucción masiva de López Obrador resultaron petardos con la pólvora mojada.
Si
todo lo anterior era una mala sorpresa, lo otro fue peor o mejor, según se vea,
consistió en la manifiesta e infinita
superioridad intelectual del candidato Gabriel Quadri sobre el trío restante,
su método expositivo fue de una superior calidad, se desempeñó con toda
comodidad e incluso el “taco de ojo” que se dio con la playmate, le dieron
puntos extras en el gusto del público adicto a la testosterona, Quadri, fue el
único que tenía una clara estrategia, que supo aprovechar las reglas del juego
y demostrar que tanto la candidata del PAN como el del PRD, no tienen ideas, menos ideas originales, ni
transformadoras del país, también con calculada insidia los neutralizó en sus
ataques contra Peña Nieto el cual termina endeudado con el gran favor que le
hizo el candidato de Elba Esther y que seguramente no será gratuito. De nueva
cuenta, como en el 2006, la maestra Gordillo se convirtió es uno de los
factores claves de la sucesión presidencial.
Cabe
reflexionar, en que los debates no son para exponer proyectos o programas de
gobierno, son para mostrar a personas vestidas con las prendas de candidatos,
de representantes de partidos, de ideas, de principios, pero solo sobresalen
las personas que tengan talentos, que posean las dotes del liderazgo que la
humanidad aprecia desde Alejandro Magno:
Fortaleza, claridad en lo que se quiere, seguridad y la precisa ferocidad y decisión
para acabar al enemigo, dando los golpes precisos y fatales. En esto Gabriel Quadri
es el único gladiador en la arena del sufrimiento ajeno, en tanto que los
restantes candidatos son para él rivales sin complicaciones, con los que puede darse
el lujo de jugar a su entero gusto y conveniencia.
Hay
que decirlo, el gran ganador del primer debate es este hombre misterioso,
calculador, que se dio el lujo de ayudarle a López Obrador diciéndole que la
foto que mostraba la había puesto al revés, que no acusó a Julia Orayen de ser la autora de
una conjura magna, que nunca ha pedido ni exigido debate alguno, que es el
candidato con menos posibilidades de ganar la contienda, que surgió de un
acuerdo cupular como todos los demás pero que nunca había disfrutado de una
diputación plurinominal, de ninguna gubernatura, de ninguna jefatura de
gobierno, alguien que salió de la nada en que habitamos todos y que a los
candidatos “grandes” les cambió hasta la forma de andar y que les ha pegado el
susto de sus afortunadas vidas.
Por
Antonio Limón López