La falta de objetividad es uno de los lastres del mexicano, podemos presenciar hechos indiscutibles y sin pudor alguno los negaremos, a condición de seguir sosteniendo lo insostenible solo porque… pues porque… pues porque sí, simplemente porque podemos hacerlo y porque a nadie le importa un bledo escuchar razones y peor aún si estas son buenas.
Tampoco nos gusta comparar, incluso existe por ahí una conseja que dice que “todas las comparaciones son malas” pero por fortuna esto es algo imposible de evitar, porque está en la naturaleza de nuestra psique hacerlo, es parte del ser humano y –debemos admitirlo- dentro de esta especie también se encuentra catalogado el “homo increibilius” que es el mexicano. En esta materia, en la de las comparaciones, nada de malo tiene que comparemos a nuestros artistas, sino también a nuestros políticos, de hecho si usted lee, casi cualquiera de las columnas políticas, descubrirá que no son otra cosa que notitas frívolas del tipo de: “que el funcionario fulano es amiguito del políticos zutanito, que se conocieron en Harvard dilapidando el dinero de papi, pero que no les dolía porque papi lo robó en el sexenio de perenganito”, o “.. el poderoso señor “x” designó a su amiguito “y” como diputado plurinominal o lo nombró director del Banco de México para que se infle durante seis años más” y así hasta el infinito.
Parece que no existe diferencia entre el mundo de las estrellas y el de la política, entre las candilejas y las ruedas de prensa, acaso por eso sea tan certera la observación de que “El mundo de la política es la pasarela de los feos” o aquella de que en el Siglo XXI “la presidencia de México es el premio Nobel de los mas suertudos”
Por eso es que resulta terriblemente complicado y estéril opinar en el inexistente mundo de la objetividad política mexicana y para demostrarlo, va la siguiente:
PREGUNTA.- Sabido es que el sexenio de Vicente Fox tuvo mayores recursos económicos que el de Calderón, mientras que a aquél le sobró dinero debido a los altos precios del petróleo, al último le tocó vivir en una mala época para el mercado del oro negro, pero en fin, la pregunta es ¿cual considera usted que de estos dos sexenios resulta el más grande?
No, no, no haga caso ni de sus pasiones, ni de sus fobias, ni de sus filias, manténgase frío, respóndase objetivamente, científicamente, racionalmente. ¿Difícil? Tan difícil que le parece imposible o simplemente tiene dudas, ¿Qué el de Felipe todavía no termina..?.
Bueno la respuesta es que será más grande el sexenio de Felipe Calderón que el de Vicente Fox - ¿Y yo porqué? Preguntara el de Guanajuato, la respuesta es muy sencilla: Porque el sexenio de Fox tuvo 2191 días, un solo año bisiesto, un solo febrero de 29 días, el del 2004, en tanto que al suertudote de Calderón le tocaron 2192 días, debido a dos años bisiestos, dos febreros de 29 días, los del 2008 y del 2012. Congratulations! -como se dice en Harvard- Congratulations Felipe!.
Felicidades al Presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, pues a final de cuentas esto -lo de permanecer en Los Pinos el mayor tiempo posible- satisface en parte su mayor anhelo, perpetuarse en el Poder y por otro lado, siendo su sexenio tristemente desafortunado, desdichado, improductivo y digno del inmediato olvido, al menos en algo superó al de Vicente Fox, con el que, quiéralo o no, siempre será comparado.
Por Antonio Limón López.
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