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LA CORRUPCIÓN ASESINA.



La muerte del matrimonio formado por la Gobernadora de Puebla Martha Erika Alonso y el Senador Rafael Moreno Valle acaecida el 24 de diciembre del 2018, cuando eran llevados en helicóptero, en compañía de un asistente del legislador y el piloto y copiloto del aparato aéreo, es un evento dramático y por desgracia se ha convertido en un nuevo campo de batalla entre el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, sus muchos partidarios, y los partidos opositores a su gobierno y a sus leales.
Este enfrentamiento que ha tratado de ser eludido por el Presidente, al obrar con cautela, comportarse con respeto ante el dolor de las familias de los fallecidos y guardar silencio ante las peores insinuaciones, esperemos que no prospere, pues solo abonaría al encono indebido en una sociedad polarizada políticamente y donde con frecuencia la verdad y la prudencia no parecen importar a nadie.
Volviendo al asunto del accidente, es urgente que la investigación en curso aclare a que se debió el accidente y para ello las opciones no son solo las condiciones mecánicas, los errores humanos, las condiciones climatológicas o un ataque terrorista, pues existe otra causa desencadenante probable, y esta es la corrupción. El mantenimiento de las aeronaves es extraordinariamente caro, lo cual justifica el pago de facturas muy elevadas a las empresas que dan el mantenimiento o que arriendan las unidades, y precisamente por lo elevado de los costos y lo especializado de los servicios, esta es inmensa fuente de corrupción atrae a todo tipo de hampones quienes se llevan miles de millones de pesos y devuelven cientos de millones a sus propios clientes y comisionistas.
En este negocio las facturas por refacciones, servicios mecánicos o por las rentas de aeronaves son gigantescas, y por consecuencia los embutes son de la misma medida. No es casualidad las varias muertes de altos funcionarios viajando en aeronaves donde campea la corrupción sin límites. Los casos más conocidos son los de Ramón Muñoz que murió siendo secretario de seguridad pública durante el gobierno desastroso de Vicente Fox, la de Camilo Mouriño y otros funcionarios durante el gobierno corrupto de Felipe Calderón y durante este gobierno también murió José Francisco Blake Mora. Todos a bordo de aeronaves propiedad del Estado o arrendadas por este. ¿Valió el embute las vidas de estas personas?
En el caso de la Gobernadora Martha Erika Alonso y su esposo el Senador y ex Gobernador Rafael Moreno Valle, murieron en un helicóptero propiedad de Servicios Aereos del Altiplano", vinculada al amasijo empresarial corrupto del Grupo Higa, famoso por sus embutes multimillonarios y simulaciones infinitas en busca del dinero público, pero en este caso el negocio consistió no en construir casas de lujo para actrices a cambio de manisiones glamorosas para las revistas de frivolidades, sino en rentar aeronaves al gobierno del Estado de Puebla, donde el gobernador y businessman Rafael Moreno Valle, autorizó rentar a esta empresa, a un precio inflado y a cambio de una generosa comisión sus aviones y helicópteros.
El problema de la corrupción es que en la medida que engrasa la maquinaria de los negocios y crece, reduce la calidad de los insumos, por eso de cuando en cuando un tubería de agua revienta, provoca un socavón, o un puente colapsa por falta de estudios sobre las condiciones del suelo o de los arroyos de agua en temporadas de lluvias. La corrupción no solo es cosa de dinero repartido con inocencia, no solo es cosa de daños físicos en las obras, sino que también cuesta vidas, vidas entregadas a la guadaña por la codicia.
En el caso del desplome del helicóptero en que viajaban la inocente gobernadora y el astuto ex-gobernador, rentado por el  Gobierno del Estado de Puebla, esto debe investigarse, seguir la huella de los pagos y encontrar los destinatarios de los embutes. Es cierto que el proveedor del servicio debió ahorrar en refacciones y simular un perfecto estado mecánico en la aeronave (También es cosa de repartir un poco de dinero), sin que realmente estuviera en condiciones optimas, para obtener su ganancia. Por desgracia en un sistema donde tanto el cliente como el proveedor del servicio se reparten el mismo dinero, lo que se renta o vende carece de calidad necesaria y lo que ocurra después, "pues ni modo, es cosa del destino" o en este caso, culpa de los pilotos muertos.
Es una ironía que la corrupción sea la causante de la muerte del mismo gobernador, pero lo peor, es que se llevara entre sus redes a su esposa, que nada tenía que ver en este embute.
Por desgracia, el hilo se rompe por lo más delgado y seguramente nadie pisará la prisión, pero la enseñanza y las pruebas demuestran que la corrupción también mata y que lo hace con impunidad.  


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