Desde el día 11 de agosto celebramos nuestro éxito en la XXX
Olimpiada, donde ganamos 7 medallas y superamos a cualquier otra cosecha en
estas justas, excepto la de México 1968. Nuestros atletas llegaron al
Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y fueron recibidos no solo por
sus familiares y amigos, sino por simpatizantes, aficionados y fanáticos del deporte, quienes compartieron el éxito saludando a nuestros héroes o gritando de alegría, para la selección de fútbol se tuvieron que tomar medidas de protección especiales.
Todos estamos felices con ellos, el presidente los honró y premió
el 15 de agosto e incluso sentimos orgullo de aquellos que sin lograr ganar alguna
medalla, se batieron con honor en las competencias, muchos superaron sus
propias marcas o las marcas nacionales, otros demostraron que en el futuro
serán ganadores de los metales y para ellos, al igual que para los que ganaron
medallas es el reconocimiento y el aprecio de todos los mexicanos, los
aplaudimos, los felicitamos y contamos con ellos para la cita deportiva en
Brasil.
Sin embargo, también debemos valorar si el equipo olímpico
mexicano de "pantalón largo" merece nuestro aplauso, debemos saber si Bernardo de
la Garza Herrera el joven amigo de Felipe Calderón y que preside la CONADE nos
deja en el pantano en que nos hundimos desde el inicio de los juegos olímpicos
de la edad moderna o si finalmente logró encontrar piedras firmes en el fondo para
sacarnos de ahí. Es necesario hacerlo, en especial ahora
que se habla de “rendición de cuentas”
de “transparencia” y se presumen los doctorados en Harvard y la práctica de métodos
de “mejora continua”.
En otros artículos he sostenido que México debe adoptar como su
propia “Tecnología Progresiva” al “Método Darwiniano” que en esencia consiste en
poner a competir a cada área social, gubernamental, política o económica con
una o varias contrapartes, no en una selección “natural” sino en una selección
“meritocrática” y claro que si nuestra tecnología progresiva puede aplicarse a
todo, eso debe incluir al deporte, no solo para valorar nuestro actual desempeño,
sino para mejorar en las tierras cariocas.
En primer lugar hay que descalificar totalmente como punto de
referencia de nuestro actual desempeño, al desempeño que tuvimos en el pasado,
simplemente porque el pasado ya no puede ganar medallas, ya no puede competir,
porque el pasado es historia. ¿Entonces sino es nuestro pasado deportivo, cual debe
ser el referente para evaluarnos?
La evaluación “darwiniana”, consiste en compararnos contra aquellos con los que competimos, pero a partir de un "factor referente" que en este caso tiene que ser nuestra “Competitividad
Económica”, porque esta "competitividad" es la que cataloga el potencial de todos los países e incluso su potencial deportivo. Es casi imposible superar en oros olímpicos a una
economía 10 o 15 veces mayor que la nuestra, pero tampoco debemos aceptar que
una economía mucho menor a la nuestra, nos supere en el cuadro de
medallas de la Olimpiada.
Nuestro deporte, como nuestra educación, como nuestra inventiva
deben guardar una proporción equilibrada con nuestra riqueza y si estamos por
encima de nuestra riqueza económica en educación, por ejemplo, entonces seremos
un éxito educativo y si por el contrario, estamos por debajo, entonces habremos
fracasado y esto aplica a todo, incluso y de manera precisa en el deporte.
De acuerdo con el Fondo Económico Internacional (FMI) México es la
potencia económica número catorce en el mundo, nos superan conforme al PIB
expresado entre paréntesis en millones de dólares: 1.- Estados Unidos
(15,094,925), 2.- China (7,298,147), 3.- Japón (5,869,471), 4.- Alemania
(3,577,031), 5.- Francia (2,776,324), 6.- Brasil (2,492,908), 7.- Reino Unido
(2,417,570), 8.- Italia (2,198,730), 9.- Rusia (1,850,401), 10.- Canadá
(1,736,869), 11.- India (1,676,143), 12.- España (1,493,513), 13.- Australia
(1,488,221) y justo después, estamos los mexicanos con (1,154,784).
Todos los países que nos superan en PIB, salvo la India (que obtuvo seis medallas: 2 de plata y 4 de bronce) nos superaron en el cuadro de honor olímpico,
lo cual es lógico y congruente con este argumento y esto a pesar de que entre las economías más
desarrolladas haya países con menor población que México, como Alemania,
Francia, Reino Unido, Italia, Canadá, España y Australia. Pero por desgracia,
lamentable y tristemente no solo nos superaron los que debían superarnos.
México no quedó en el lugar 14 en el cuadro de medallas, como nos correspondía, ni en el 15, ni en el 16, sino que se hundió hasta llegar al lugar número 39,
es decir dos veces y media peor de como deberíamos estar. Fuimos superados por Corea
del Sur, Hungría, 12 Kazajstán, Holanda,
Ucrania, Nueva Zelanda, Cuba, Irán, Jamaica, República Checa, Corea del N.,
Suráfrica, Etiopía, Croacia, Bielorrusia, Rumanía, Kenia, Dinamarca, Polonia,
Azerbaiyán, Turquía, Suiza, Lituania, Noruega, Suecia, Colombia, Georgia, quienes
tienen un PIB menor que el nuestro, que tienen menos recursos que nosotros y todavía peor, todos ellos tienen una población menor en número que la de nuestro México.
Entonces ¿Cuál es la conclusión? ¿Estamos en el camino correcto?
¿Es plausible el desempeño de la administración de Felipe Calderón en la XXX
Olimpiada? Es cierto como ya se expresó que estamos orgullosos de nuestros
atletas deportivos, que estamos felices por haber vencido a Brasil y obtener
una medalla de oro con sabor a 20, pero en realidad ¿Debemos estar conformes
con lo logrado o debemos reprobar a nuestro gobierno por el desempeño deportivo
de México? ¿Debemos sentirnos orgullosos ante el mundo?
Creo que la respuesta salta a la vista, estamos en medio de otro
estrepitoso fracaso, estamos fuera de toda proporción por debajo de nuestra
capacidad para triunfar y esto no es gratuito, es obra de un conjunto de agentes nocivos, en
primer lugar de todas nuestras organizaciones deportivas y en todas las
especialidades - excepto en clavados, tiro con arco y desde luego en el ámbito profesional
de la selección de fútbol sub 23- pero de ahí en fuera el deporte mexicano debe desecharse, o "refundarse" por utilizar el termino de moda, simplemente porque la cimentación del edificio deportivo mexicano colapsó hace decenios, porque está
hecha con malos materiales, con pésimos directivos, con una filosofía indigna
del deporte y donde solo brillamos en egoísmo, trampas, traspiés, avaricia y
mentalidad conformista. También es culpable la administración del presidente Felipe
Calderón, pues nuestro PIB es producto de nuestro petróleo y por ende,
administrado por su gobierno, doble razón para acreditar su ineptitud e
incompetencia. En México creamos no un ambiente competitivo, sino un ambiente de confort y flojera, que premia a funcionarios ineptos como a Bernardo
de la Garza, y por añadidura, se nos quiere convencer que es el ejemplo a seguir y que lo hecho es un logro extraordinario y que supera todas las expectativas.