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DE REY MIDAS A MOISES CRIOLLO




Llegaste a la presidencia prometiendo que administrarías mejor nuestros recursos económicos, que serías el presidente del empleo, que harías las reformas fiscales y petroleras necesarias, pero por desgracia los imponderables “contra los que nada podemos” volvieron a interponerse en nuestro destino, el aumento de precios en el mercado mundial de alimentos, la crisis financiera internacional, el bajo precio del barril de petróleo, la quiebra hipotecaria norteamericana y con todo esto volvieron los fantasmas de antaño: la devaluación, la fuga de capitales y la perdida de empleos.

Claro que además de esas causas externas, tan socorridas por los ineficaces, existen recetas internas para el desastre, esas nos la explican varias leyes y principios: la primera es la “Ley de la Entropía”, que dice que toda fuerza física tiende al reposo, lo que en materia de gobierno significa que los malos gobiernos tienden a paralizarse y a dejar que las cosas buenas o malas simplemente pasen; otra es la “Ley de Murphy” que dice que si dejamos a su propia suerte algo que puede salir mal, seguramente saldrá mal y por último, el “Principio de Peters sobre la competencia” que postula que no debemos dar responsabilidades superiores a quien no tiene capacidad para ellas.

Si observaras con detenimiento los tres primeros años de tu gobierno, podrías darte cuenta que fueron años de despilfarro cuando hubo algo de dinero extra en el morral, que fueron años sin planeación para el mañana, de desconexión del Presidente con todo, simplemente te dedicaste a corromper al PAN, lo convertiste en una porra de aplaudidores y de arrodillados, les distes chambas a los consejeros nacionales y dejaste que el Club infantil de Felipe se apoderara del partido, en cuanto a la República fueron tres años de apatía, de derroche, de ineptitud y de superficialidad, fueron tres años que en la bonanza petrolera hubieran pasado desapercibidos, pero en medio de la actual crisis, brillan como tres años pésimos, cada uno peor que el anterior, carentes de liderazgo, de ideas y de metas.

En particular el tercer año parece una especie de maldición bíblica, doce meses de malas noticias, de empobrecimiento y de soberbia, que pueden catalogarse como uno de los peores en muchas décadas y te tocó a ti ser el responsable, al menos Fox te heredó una situación económica, social y hasta política mejor que la que ahora tienes y si bien prometiste convertir todo en empleos, en oportunidades, en desarrollo, es decir en oro puro como si fueras el Rey Midas, lo único que lograste fue convertirlo todo, toditito en vil mi…. mineral de poco valor, hasta Cantarel ya te niega el petróleo de sus entrañas; de plano Felipe estás bailando con la mas fea y no porque te haya tocado en suerte, sino porque así la escogiste.

Por eso a falta de algo bueno que decirnos en tu Tercer Informe de Gobierno, ahora nos saliste con el domingo siete de ese Decálogo que nos endilgaste el dos de septiembre, un decálogo de obviedades, de lugares comunes, de frases de pierogrullo, de vulgaridades, un compilado de los discursos más sobados, pero eso sí lo leíste en el marco impresionante del Palacio Nacional, ante un selecto público de empleados, de concesionarios, de aplaudidores profesionales y de proveedores y clientes del erario nacional, lo lamentable es lo pobre del discurso que parece obra de un entusiasta de la superación personal ¿No lo hizo Josefina Vásquez Mota la autora de “Dios mío Hazme viuda”? o ¿Acaso lo escribió Carlos Cuauhtémoc Sánchez el autor de “Juventud en éxtasis”? No te parece Felipe que tú país merece un poco - ¿que digo?- un mucho, un muchísimo más de respeto.

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