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SOMOS VICTIMAS.


No eran palabras suaves lanzadas al viento, era un grito indignado, un clamor: “Nos están matando y no hacen nada”, mujeres todas, madres e hijas, hermanas y amigas, jóvenes y no tan jóvenes, pero todas ahí, indignadas y furiosas, gritaban y repetían a toda la fuerza de sus pulmones, levantando el brazo y cerrando el puño: “Nos están matando” y en su coraje algunas golpeaban cosas, pintaban palabras indignadas en las paredes, otras lo hacían para llamar la atención. Tenían razón, tienen razón, las están matando y no estamos reaccionando adecuadamente, rápidamente, no estamos castigando a los asesinos  y en su mayoría, las muertes y las lesiones terminan como estadística.

Tampoco sabemos qué hacer, la reforma penal, cristalizada en el Código Nacional Penal en vigor, responde a la necesidad de aligerar las prisiones sobresaturadas, pero en el llamado del Fiscal General, Alejandro Gertz Manero,  dice “Estamos viendo salir a los criminales de las prisiones y poniendo a estos en las calles”, el presidente de la república ha dicho “Abrazos, no balazos”, con la misma frase de la condesa de Regla antes de la Independencia y los asesinos siguen impunes. Simplemente ni él, ni nosotros sabemos que hacer, porque la cauda criminal proporciona datos de escalofrío: 3,752 mujeres asesinadas en 2019 y 32,765 hombres en el mismo período, además de cientos de miles de delitos comunes cuya estadística es imposible compilar.

Es cierto que ellas son víctimas y también ellos son víctimas, y todos somos víctimas, somos víctimas de un sistema electoral que permite que solo los dirigentes de los partidos nombren a sus candidatos, somos víctimas de partidos cuyos dirigentes son unos desvergonzados, somos víctimas de fiscales penales que solo piensan en hacer dinero consignando con la seguridad de que los delincuentes saldrán y que son parte de la corrupción, jueces que aprovechan que existan dos puertas, una para los pobres y otra para los adinerados con abogados mafiosos de primera, y los que entran por la puerta de los pobres con abogados honestos de tercera.

Somos víctimas de un tren del Metro que se regresa en una de sus estaciones y mata y hiere a pasajeros, porque esta mal construido y todos lo saben; Somos víctimas de una oposición digna de apedrearla y un partido en el gobierno, que es todo, menos partido. Somos víctima de una prensa acostumbrada al chayote del pasado y del presente, somos víctimas de un servicio exterior bueno para nada,  somos víctimas de un sistema de educación fanatizado y falsario, somos víctimas de un sistema de salud pobre y empobrecido, somos víctimas de héroes que entregaron el 60% de nuestro territorio al vecino del norte y los aplaudimos, somos víctimas de gobernadores inútiles y de un presidente que se luce en las mañanas y poco falta que se rente hasta en bodas y XV años, y en comerciales.


Somos víctimas de las universidades cuyos funcionarios se dedican al fraude y apuestan en la Casa de Bolsa, somos víctimas de un sistema feudal que separa a los mexicanos en diferentes tipos, somos víctimas de quienes administraron “bien” nuestro petróleo para vendernos caro la gasolina y lo vendieron barato a los extranjeros, como ahora mismo se hace. Somos víctimas de quienes vendieron nuestra arena para que engalanara las playas de nuestro país vecino y construyera sus rascacielos. Somos víctimas en cada norma y ante cada autoridad, somos víctimas de banqueros que en sus países de origen no pueden cobrar las cuotas que por descaro y desprecio aquí sí,  somos víctimas de un centralismo que tiene como máxima divisa “Fuera de México todo es Cuautitlán”, somos víctimas de una larga provincia pobre que alimenta a su glotona capital, somos víctimas de nuestro pésimo periodismo, cine, televisión y radio,  somos víctimas del pésimo manejo de nuestro deporte, que nos coloca en potencia de cuarto orden.

En fin, somos víctimas.              

Por Antonio Limón López.

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