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¿QUE HABRÍA HECHO EN CULIACAN?.


Uno de los mayores temas a discusión gira en torno al comportamiento poco digno de feliz recomendación por parte del Ejército Mexicano, por parte del Secretario de Seguridad Alfonso Durazo y por parte del Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, en relación a los hechos ocurridos el jueves 17 de octubre en Culiacán, Sinaloa.
Todo ocurrió en medio de una serie de desaciertos verbales, pero que no dan duda a lo que de manera sobresaliente llamó la atención de todo México, que fue un intento de detención de Ovidio Guzmán López hijo de El Chapo Guzmán, y uno de los dirigentes del Cártel de Sinaloa.
Desaciertos que inician con el Presidente de la República, que dijo que fue un intento de "detención debido al cumplimiento de una orden de aprehensión dictada por un Juez de Distrito", y de ahí dijo que ordenó la inmediata libertad del hijo del narcotraficante "debido al riesgo que existía de muertes en Culiacán", Sinaloa, como consecuencia de los actos que estaban escenificando los miembros del Cártel de Sinaloa en la mencionada ciudad, contra ella, contro los propios militares y contra sus familias.
Desaciertos, que incluyen al Secretario de Seguridad Alfonso Durazo quien dijo que "(Ovidio) .. no había sido detenido", y que al gozar de absoluta libertad como cualquier ciudadano fue dejado en libertad, desaciertos en que todavía el Secretario de Seguridad esta ajustando los hechos para salvar su propio pellejo y su aspiración a Gobernador del estado vecino de Sonora. Por desgracia el relajo sigue, pues al menos ocho personas murieron, 16 fueron heridas y 52 reos se escaparon de la cárcel.
Fue necesario un acto de exculpación que se celebró el 21 de octubre en que estuvieron reunidos la Presidencia de México por medio de su consejero jurídico, el Fiscal General de la República y el Presidente mismo, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para concluir en voz del Fiscal General Alejandro Gertz Manero declarando la perfecta inocencia del Presidente de la República, con lo cual se salva momentáneamente el fantasma de la imputación directa contra ese alto encargo, imputación que de todas maneras sigue pendiendo sobre el cuello del Presidente de la República.
Esto por fortuna ha colocado al Presidente de la República en un segundo puesto, pues ha descendido de un zafio cobarde a un idiota mesurado, que optó por una mal menor, la impunidad a un delincuente con orden de aprehensión, a un prófugo que sigue en libertad, en virtud del riesgo que implica su captura para terceros.
La pregunta que me asalta ¿Es qué hubiera hecho en su caso? Algo que en el fondo es sencillo, no habría dejado el ejercicio y cumplimiento de una orden de aprehensión en manos del Ejército, si, es bien sabido que están capacitados para torturar personas, asesinar a lo Rambo a 14 o 15 delincuentes como ocurrió en Tepochica, Municipio de Iguala, Guerrero, el pasado 15 de octubre, pero no están capacitados para detener a un delincuente como Ovidio Guzmán López en la vecina ciudad de Culiacán, Sinaloa.
Ese es el enorme fallo del sexenio de López Obrador, dejar al Ejército Nacional la tarea de gran ejecutor de los fallos otorgados por los jueces federales, despreciar la justicia local y entregar la Federal en manos de personas incapacitadas por su función natural, como el Ejército que debe servir a la defensa de la República ante un agravio internacional.
Así pues, el Ejército no cumple ni la una ni la otra función, pues México depende para su defensa extraterritorial de Estados Unidos, y para su defensa interior de los órganos que debieran hacer cumplir el Estado de Derecho, que se encuentra anulados por la corrupción y por la ineptitud, tal y como ha sido siempre y es ahora. Tampoco hay ninguna garantía sobre la incorruptibilidad del Ejército, que se ha corrompido de lo lindo en el pasado, pero si hay certeza en que los delincuentes cada vez más dominan a México y cada vez es mayor el número de ineptos que nos gobiernan.

Por Antonio Limón López.
@antoniolimon

AMLO: “NO SOY YO, ERES TÚ”


Andrés Manuel López Obrador, a diferencia de sus antecesores sale todos los días a dar la cara a la nación en vivo y en directo, y lo hace con nuevas ideas sobre cualquier tema, aunque la inmensa mayoría de ellas no sean propiamente ideas bien concebidas y maduras, sino meras ocurrencias que nacen sobre la marcha, entre pregunta y pregunta nuestro Presidente dice lo que se le ocurre, o se le viene decir. Es un caso único a nivel mundial pues hasta los dictadores -que ya contaban con radio o televisión- como Fidel Castro, Hugo Chávez o incluso Maduro, no perdían en medio de su largo discurso un centro de ideas que eran la materia de sus alocuciones, con López Obrador eso no existe, cada mañana "enfrenta" a los periodistas y contesta preguntas racionales con respuestas disparatadas, y lo hace sin falta de lunes  a viernes.


Sin embargo, siendo justos hay que reconocer que existe una idea fundamental que invariablemente se hospeda en cada uno de sus discursos, pero oculta entre farragosas lecciones moralinas, consideraciones erróneas de la historia, sobre personajes históricos, literarios  e incluso sobre pensadores de los que habla con el mismo conocimiento que una liebre gallega tendría sobre la Teoría de la relatividad.


Ese núcleo de ideas vivas en el pensamiento obradorista, consisten en un constante argumento negativista: El “Yo no fui” “la culpa es de ellos” “que lo hagan ellos” y este se repite una y otra vez, en especial cuando la sociedad harta necesita explicaciones o quiere soluciones.
Veamos, primero el monstruoso caso de Baja California en que su gran amigo y socio Jaime Bonilla sobornó a la mayoría de diputados panistas, y ahora con el apoyo de los diputados de Morena, violentó el principio democrático de la elección directa, reformando la Constitución de ese sufrido Estado, ampliando el mandato constitucional de Jaime Bonilla con tres años más. Ante esta atrocidad nuestro Presidente se lavó las manos y dijo, “es cosa de ellos, yo no me meto”.


Cuando el desabasto de medicamentos hizo crisis y el Secretario de Salud justificó la pifia diciendo que "los niños con cáncer se pueden brincar el tratamiento", López Obrador exigió responsabilidad, pero no a sus altos e ineptos funcionarios, sino a muestras heroicas enfermeras para que tomaran el primer avión y fueran a donde se encontrara el medicamento y lo trajeran, que entonces su gobierno lo pagaría, lo cual es otra versión del mismo: “No soy yo” pero ahora “son las enfermeras”. Como la misma crisis sigue, acusa a los laboratorios ya que los medicamentos estaban "contaminados de bacterias": “No soy yo, son los laboratorios”.


Ante los asesinatos que siguen en constante incremento, primero dijo "No soy yo, tengo otros datos" pero los datos de López Obrador eran solo fantasías por lo que no le quedó otra opción que la de enfrentar a la delincuencia de manera directa, por lo que López Obrador pidió a las madres de los asesinos que les digan a sus muchachitos: “Ya no mates m´ijo”. Como vemos es lo mismo, no es responsabilidad del gobierno de López Obrador, es responsabilidad de las mamás: “No soy yo, son las mamás”.


Y así podríamos recorrer cada día de su gobierno escuchando: “Fueron ellos porque ya traían un negociazo con el aeropuerto de Texcoco” “No fui yo, fue el resultado de la consulta” “No fui yo, fueron ellos los que eligieron a Yeidkol levantando la mano” “El tren maya, ya lo decidieron los habitantes de la selva” “No fui yo, fueron ellos” “Santa Lucía será, porque ya lo dijeron los expertos”  “No fui yo, fueron ellos” “No se hace el aeropuerto porque lo están saboteando” “No soy yo, es Claudio X González” “No soy yo, son los jueces del Poder Judicial” “Yo no lo estoy proponiendo, son las Fuerzas Armadas que lo decretaron elemento estratégico de la defensa nacional” “No soy yo, es el Ejército”, cuando se cayó la predicción de su gobierno de crecer al menos 4% este año, ni tardo ni perezoso salió indignado: "No es mi gobierno, son las calificadoras" y así marcha su gobierno por una larga ruta de deserciones, cobardías y acusaciones a quienes nada tienen que ver con el origen, ni con la solución a nuestros problemas.


Pero vamos por otras, ante el vandalismo criminal de los anarquistas, López Obrador volvió a su discurso: no fueron ellos, porque “los anarquistas aman a los libros” y al no ser ellos ¿Pues como los voy detener? y en una maroma espectacular concluyó “No son ellos, ni yo, son los conservadores”. Al día siguiente llegó la "Marea verde" financiada desde Estados Unidos, También quemando, grafiteando, insultando, befando a las mujeres policías a las que las gringas impunemente rociaron con gas pimienta. 


Mañana será la manifestación del dos de octubre, con relación a la fecha en que escribo, y López Obrador propuso que no fuera su gobierno, ni su Guardia Nacional, ni la policía maniatada de la señora Shienbaum quienes cumplieran con su obligación de proteger a los capitalinos, a sus negocios, a su vida cotidiana, sino que fuera la sociedad y no el gobierno quienes deberán hacer los “Cordones de la Paz" para contener a los manifestantes y evitar que se comporten como conservadores y acaben con todo lo que puedan, insulten a quien se encuentren, quemen las puertas históricas a su alcance y grafiteen cualquier pared limpia, es decir que López Obrador no va a cumplir con su obligación, esa deja a los vecinos civiles, a nosotros, en carácter de guardias blancas de la ciudad, AMLO por su parte seguirá con: “.. es responsabilidad de ustedes, no mía” “No es responsable mi gobierno, sino ustedes, así que cuiden su pellejo por su propia cuenta” “ No soy yo, son ustedes”


¿Qué sigue, las guardias blancas armadas, salir empistolados y resueltos, cada quien se arma y se defiende, nos rige ahora la Ley de la selva? Entonces dirá nuestro Presidente: “No soy yo, ..... eres tú”









Por Antonio Limón López.




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