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LOS CALDERONES, AMLO, Y YO

El 28 de enero del 2012 publiqué el Himno al PRI autoría del joven Andrés Manuel López Obrador. Ese mismo año la candidata Josefina Vázquez Mota, lo mencionó en un debate con el tabasqueño que negó contundentemente, también negó ese día haber militado en el PRI, de esto se desdijo posteriormente, como con el caso de José Luís Abarca que primero negó conocerlo y después tuvo que reconocerlo ante las fotografías.
Nada de malo tendría que hubiera militado en el PRI, pues para él no existía en su tiempo ninguna otra opción. Pero lo negó.
Al tiempo se dijo que el autor de este himno sería ni más ni menos que el gran poeta Alberto Zentella, a la sazón partidario y amigo de López Obrador, incluso en 2015 registró como de su autoría dicho himno para liberar de esa culpa a Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo no es cierto que Zentella haya sido el autor de ese "himno", pues en primer lugar, Zentella es el mas notable poeta mexicano vivo, y para cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad estética, literaria y mediano gusto poético, el himno al PRI, es un vil bodrio, una sumatoria de lugares comunes, es la obra notoria de un joven apasionado pero sin talento literario alguno.
Alberto Zentella es capaz de extraer de los lugares comunes poesía excelsa, es por otra parte en lo personal un hombre de temperamento atento y cordial, una persona amable, que sin duda puede sentir pasiones, pero que las expresa sin obviedad, con gracia y con talento. Ni en sueños Zentella pudo escribir un "poema" tal malo, tan obvio, tan pobre como el lamentable himno, que es vergüenza  de las letras mexicanas.
Por el contrario, Andrés Manuel López Obrador es un político de temperamento apasionado, irrefrenable, exaltado por conflictos, batallas y revanchas políticas que vive y padece intensamente, exactamente como el temperamento del autor del Himno al PRI, y es inocultable la abundancia de lugares comunes de la patriotería mexicana de los años sesenta y setentas, ese lastre es notorio en cada estrofa y en el coro.
En México solo existe un Himno al PRI, escrito por alguien de psique exactamente igual que la de Andrés Manuel López Obrador, y solo existe un Alberto Zentella que es incapaz de escribir ese asco de himno, a pesar de que lo registró como propio en 2015. Zentella lo hizo por lealtad a su amigo, ya que pensó que con eso se liberaría de su penosa autoría a Andrés Manuel López Obrador.
Admiro el talento de Zentella, pero también el de otros que cultivan el genero de las artes plásticas, y me refiero al monero Francisco "Paco" Calderón, cuyos dibujos y geniales trazos cautivan al más exigente, sin embargo sus textos son por regla general, lambiscones o colaboracionistas con los gobierno pillos que medran en este país.
Cierto día de febrero admiraba uno de ellos, y me decía cuánto talento para el dibujo y que poca o nula perspicacia al leer sus textos de labisconería vil a Felipe Calderón.
Es imposible intercambiar ideas con un monero, pues el goza del Don divino del genio gráfico, no es algo que yo haya descubierto, pues Sócrates se sorprendía del genio de los artistas y de su imbecilidad. Así que decidí en bien de la justicia en México, cambiar los lamentables argumentos, y así lo hice:

Creo que con estos nuevos textos, redimo al lambiscón de Paco Calderón ante la historia, pero sobre todo ante los mexicanos. 
Todo parecía tranquilo, pero de la noche a la mañana, el dia 20 de febrero pasado, el inefable Felipe Calderón publicó en su cuenta de twitter el siguiente mensaje:


El tuit de Felipe Calderón salió publicado en todos los diarios y encendió el debate sobre la autoría del himno infausto, pero Felipe Calderón no me dio mi debido crédito, incluso modificó mi tuit agregando el logo del PRI y el año 1983. En mi caso, hice sabedor a Paco Calderón de mi edición de sus textos de vergüenza y de sus  excelsos monos, y el himno lleva mas de 15 mil visitas, también se lo envíe a @lopezObrador_

Por Antonio Limón López








LA MENTIRA DE ENRIQUE KRAUZE SOBRE 1847.

Enrique Krauze escribió el 12 de febrero, al concluir la “Marcha por la Unidad Nacional” su artículo “La Desunión Nacional”, inspirado en la pobre convocatoria de esa marcha que posiblemente reuniría a escasos cinco mil personas, aunque dicen algunos de los organizadores que llegó a 20 mil asistentes, esto sin descontar policías y periodistas. En todo caso resultó un fracaso, pues la Ciudad de México suele celebrar manifestaciones políticas de 2 millones de personas.
El artículo de Enrique Krauze parte del argumento falso: de que la "desunión" de facciones políticas en 1847 evitó que México no tuviera capacidad para defenderse de la invasión militar de Estados Unidos, y que en ese año se apoderó de todo México. Para Krauze esa "desunión" de 1847 es la misma que le impide a México defenderse hoy, en 2017, de Estados Unidos. 
La comparación krauziana incluso agrega datos históricos sobre la discordia entre las facciones políticas del México de 1847, pero el razonamiento de Krauze es falso, y por lo tanto desorientador. Hay enormes diferencias entre el México de hoy y el de 1847, y entre el Estados Unidos de hoy y el de aquel año. Y para información del intelectual mexicano no estamos en guerra con nadie y menos con Estados Unidos. En cambio existen similitudes graves que Krauze omite mencionar.
Enrique Krauze de manera absurda compara a México sujeto a una invasión que ya llevaba un año, (se había iniciado en 1846) sin contar la previa separación de Texas, con nuestra situación actual que no es de guerra. Además supone que el éxito militar de EEUU sobre las armas mexicanas estribó en que el pueblo de Estados Unidos estaba unido contra México, lo cual no es cierto, Ulyses S. Grant héroe yanki de esa guerra, la consideraba la "más injusta" pero eso no importaba, lo que importaba era que el pueblo norteamericano confiara en su gobierno, lo que importaba era el profesionalismo del Ejército norteamericano, y la eficacia y capacidad de su industria militar, la que lo proveyó de insumos como buques, armas, medicamentos, ropa y alimentos, así como de ingenieros, médicos, capellanes. 
En México nada podía el pueblo contra el ejército invasor, pues era el ejército mexicano a quien correspondía organizar la defensa y que terminó, salvo algunos actos de gran sacrificio y heroísmo real, siendo un fracaso. La diferencia entre los ejércitos combatientes era inmensa, el ejército norteamericano estaba formado por profesionales, bien armados y que acataban órdenes sin incurrir en sedición, todo lo contrario del ejército mexicano cuyos mandos superiores eran vedettes políticas, México carecía de una industria militar respetable, pues el gobierno mexicano no honraba sus compromisos con ningún proveedor, excepto los que eran parte de la corrupción, y los generales mexicanos fueron sediciosos para no exponer su fama de triunfadores, desacataron instrucciones por cobardía, por insubordinación, por ineptitud y también por ausencia de insumos bélicos.

En contraste el pueblo de México se ofrendó en cuanta ocasión hubo, como lo haría el mexicano de hoy en día, pero el pueblo de México era y es un pueblo desarmado, desarmado para que sea incapaz de enfrentarse al corrupto gobierno mexicano. No obstante, ya que capituló la Ciudad de México, los capitalinos hicieron su propia rebelión con las únicas armas con que contaban: cuchillos y machetes y piedras contra el invasor.
Lo que no compara Enrique Krauze es que el México de hoy y el de 1847, son iguales, ambos corruptos, ambos pandilleros, ambos ladrones, ambos facciosos, ambos indignos de confianza, por eso nadie fue a esa marcha convocada por los socios del gobierno.
Otra diferencia grande es que los norteamericanos hicieron la crónica de la guerra con los hechos, y no con fantasías heroicas, como las del historiador Enrique Krauze, que entreteje cuentos chinos y hechos verdaderos, dando como resultado esa versión de nuestra historia, que es en el mejor de los casos ficción patriótica o en el peor, la misma farsa que se repite año tras año.
Es falso decir que quienes se opusieran a la "Marcha por la Unidad Nacional" fueran traidores, des unionistas, separatistas o de izquierda, tampoco es cierto que estemos en guerra con EEUU, y no es con artículos como los de Krauze, que la corrupción se va a terminar en México, y tampoco convertirán a nuestros gobiernos en democráticos, eficientes, honestos y justicieros, así que seguiremos siendo presa fácil de cualquiera y mal ejemplo mundial.....
A menos que cambiemos todo ese México de mentiras por un México de verdades.


Por Antonio Limón López.


LA UNIDAD NACIONAL SIEMPRE ES SUCIA.

No existe época o nación en el mundo en que la “Unidad Nacional” implique libertad o respeto a la singularidad, siempre que se ha utilizado ese concepto es precisamente para avasallar a la nación, a la sociedad, a cada uno de sus individuos para servir a un propósito práctico, sea este una guerra o para aplaudir a un político astuto.
La “Unidad” fue invocada aún antes de que la idea de Nación existiera, y a quienes en cualquier tiempo o geografía la han desdeñado o se han opuesto a ella, han sufrido graves consecuencias, cito a una de sus víctimas más celebres, Sócrates, cuya búsqueda de la verdad, y el uso de su método de conocer, la Mayéutica, exhibía a los farsantes y a los políticos. Sócrates ponía en duda todas las creencias y todos los dogmas y virtudes de Atenas, por lo que consideraron que atentaba contra los dioses, que introducía otros nuevos y que corrompía en consecuencia a la juventud, ya que con sus enseñanzas los jóvenes dudaban de todo, incluso de la cruenta guerra que Atenas sostenía contra Esparta. Por esa traición a la “unidad” de los atenienses, por ese contravenir a la inmensa mayoría de los atenienses.. fue condenado a muerte.
La “unión” de los reinos de Aragón y Castilla implicó la expulsión de musulmanes y judíos en el proceso español, el "Destino Manifiesto" de nuestros vecinos fue otra variante de un mito indeclinable contra los territorios de México, y así ad infinitum, hasta las atrocidades del nacionalismo socialista de los Nazis, que justificaba cualquier crimen, según su profeta Adolfo Hitler.
México es uno de esos países donde el culto a la ignorancia permea desde la presidencia, desde todas sus cámaras, y ahora también desde la rectoría de la UNAM, para cultivar nuestra forma de segregación denominada "Unidad Nacional". Díaz Ordaz apelaba a la unidad de los mexicanos contra las fuerzas externas que manipulaban a los estudiantes del 68; López Portillo lloraba pidiendo perdón porque “ya nos saquearon, no nos volverán a saquear” y reclamaba la unidad nacional para combatir a esos saqueadores irredimibles; Salinas de Gortari alzaba la espada del “Nacionalismo Revolucionario”, y claro que los gobernadores rateros mexicanos también exigen la "unidad", cuando el filo de sus uñas no puede ocultarse.
La palabra “unidad” es en México la favorita de nuestros “Bad hombres” de la política y del saqueo al Erario. La usan los dirigentes de los partidos políticos para exigir sumisión cuando imponen a dedazos a sus lacayos. Es una palabra asquerosa, repugnante y por ello me indigna la marcha por la “Unidad Nacional" contra quien sea o contra lo que sea, es obvio que esa es otra manipulación de la verdad y el sentimiento patrio capitalizado unos vivillos, que sacan utilidades con el momento histórico, y que señalan despectivamente a quienes abominamos de esa unidad artificial impuesta, en este caso por Televisa, por los empleados del gobierno federal y por increíble que parezca por algunos rectores universitarios, lo cual es un atentado contra la naturaleza de las universidades, cobijo de ideas y saberes; por lo tanto protectoras de las minorías excluidas de toda “unidad nacional”. En pleno siglo XXI el rector de la UNAM, descaradamente y sin réplica alguna, adhirió a la UNAM de hoy, a la marcha oficialista, que no es otra cosa más que otra gran farsa.
Televisa obligó además a todos sus intelectuales orgánicos y adherentes a participar en este circo mediático, donde desfilarán Denise Dresser, Emilio Álvarez Longoria (mejor conocido por su nombre nobiliario Emilio Álvarez Icaza) Leo Zuckermann, Jorge Castañeda, Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze, Joaquín López Dóriga y directores obsequiosos de nuestros diarios nacionales. Carmen Aristegui no ha resuelto si se va a presentarse, ya que existe esa posibilidad pues es muy amiga de Denise Dresser, la que llevará a sus alumnos encamisetados como chamacos de Kinder.
Sinceramente, en todo tiempo y lugar la "unidad nacional" es improbable o imposible, porque atenta contra la singularidad extraordinaria de cada persona, contra su esencia ética, intelectual, y social de cada uno, y porque siempre es una unidad forzada por la humillante amenaza de traición. Es intolerable que los convocantes de esta marcha por la "unidad nacional", y que precisamente, no casualmente, son los cómplices y beneficiarios de la corrupción pública imperante en México, ahora sugieran que quienes no asistan a ella, o no la aplaudan, sean o seamos los traidores a nuestra nación.     

Por Antonio Limón López

DONALD TRUMP ES EL FIDEL CASTRO DE EEUU.

Desde luego que entre ambos personajes existen grandes diferencias y distancias, desde la apariencia física, el idioma, la circunstancia histórica, la temática, el gusto por decirse de izquierda o de derecha, y en este punto debo fijar el consabido “entre otras muchas”. Pero al mismo tiempo existen entre ambos coincidencias profundas y no solo simples paralelismos; cabe decir que si el señor del extraño peinado no fuera presidente del país más poderoso de la tierra, a nadie le interesaría, pero como lo es, debe el mundo comprender el motor que lo impulsa y luego... al tiempo, breve por supuesto, exigirle la licencia de conducir y bajarlo del auto.
En esta ocasión fijaré tres coincidencias. La primera consiste en que ambos inventaron a un enemigo exterior, en el caso de Fidel Castro Ruz fue Estados Unidos, y en el caso de Donald John Trump es México, ambos alertaron y alertan a sus pueblos sobre los siniestros propósitos de ese cruel enemigo exterior, que pretende apropiarse de su riqueza, empobrecerlos, arrancarles su patrimonio, sus nuevas casas, sus autos sesenteros (argumento fidelista) o sus trabajos (argumento trumpiano), tomar a sus mujeres (aunque sea por las buenas pero con engañosas promesas), imponer un imperialismo, el “Imperialismo yanki” gritaba el barbón del puro aventando pedazos de anginas, o el imperialismo de México en Estados Unidos, que se apropia del Partido Demócrata, que toma las calles, que exhibe en todo lo alto orgullosas y desafiantes banderas mexicanas, que toma las escuelas, los escasos trabajos mapeando pisos y lavando platos, que habla español en plena calle, que come enchiladas y tacos de carne de res asada, en lugar hamburguesas de ..... "quien sabe qué".
La segunda coincidencia consiste en provocar un estado no de temor racional, sino de miedo irracional. Fidel Castro armó a los cubanos azuzándolos ante el invasor, aunque esto solo lo hiciera en determinados momentos -no fuera a ser que luego las utilizaran contra su pellejo- pero con eso bastaba, para que los cubanos sintieran que estaban en guerra contra el imperialismo, y durante los años en que la Revolución Cubana estuvo en alianza con la URSS, el asunto era como para tomarse en serio, recordemos la instalación de misiles nucleares en la isla, pero incluso cuando Mikhail Sergeyevich Gorbachev puso punto final a esa alianza, Fidel Castro renovó la amenaza militar de Estados Unidos y el capitalismo. Cualquiera que haya visitado al paraíso turístico que es Cuba, habrá observado el terror en los cubanos ante su "policía" local, y el poco marxista aprecio de la élite cubana por el dólar. Pues adivine, guardando las proporciones, Donald Trump hace lo mismo.
Para Trump, México, China, los musulmanes y los países árabes -aunque unos más y otros menos- son "amenazas" contra la integridad de América, claro que el "malo" favorito del magnate es México, el cual dice que perversamente amenaza a la primer potencia mundial con sus narcotraficantes, con sus "violadores" insaciables de mujeres blancas, con sus armas de fuego "Made in USA", con sus abominables maquiladoras y con sus pobres, que son el 60% de su población.
Y por último, la tercera coincidencia entre nuestros personajes, y que es su secreto mejor guardado, es el desprecio absoluto a la “Economía”. Ambos (Fidel y Donald) en apariencia están guiados por propósitos económicos, por fines de ese tipo, ambos hablan de mejores condiciones para los obreros y agricultores o campesinos, de más trabajos en la industria, hablan de exportaciones, de mercados, y prometen un futuro mejor, donde todos tengan trabajo bien remunerado, donde sus respectivos países superen a sus adversarios en todos los campos de la economía, pero en realidad a ambos les importa un bledo la economía, por eso Trump ignora a los expertos mexicanos (o europeos) en esa especialidad, por eso Castro Ruz dejó que Cuba se hundiera en la miseria después del abandono soviético. En algún momento Cuba sin ningún beneficio económico, llevó a su ejército a combatir en África.
Lo que realmente le importaba a Fidel Castro y le importa a Donald J. Trump es la política, es el Poder, ambos comparten en la historia esa misma fijación, y lo hacen frente a un mundo donde todos los jefes de Estado son economistas y ciegos. Por eso la estrategia de México es simplemente idiota, es idiota seguir insistiendo ante el magnate hotelero en las buenas razones económicas para conservar el TLC, o para no construir el Muro, pues tanto el TLC, como el Muro son prioridades estratégicas en la política de Donald Trump. A diferencia de Cuba, por fortuna Estados Unidos no va a seguir ciegamente a su líder, pues ni es su único payaso, ni es una isla, ni son tan tontos los norteamericanos. Las amenazas contra México dejarán de tener éxito cuando los norteamericanos se enfaden del amo de las acciones ejecutivas y sean conscientes de que están enredados por una mala política, la que jamás haría grande a Estados Unidos, ni a ningún país en este siglo.
A fin de cuentas el miedo a un enemigo interior, a un enemigo que ya traspasó la propia frontera, o a un enemigo exterior, que además es el vecino, son solo estrategias de dominación en su propio perjuicio, Fidel Castro fue un amo cruel e implacable, pero Donald Trump es un simple predicador del neronismo. Sí Cuba no se rebeló fue porque fue bien engañada y ahora no se rebela porque no tiene ninguna opción, en cambio Estados Unidos, si tiene opciones, pero por el momento padece bajo una seducción narcisista, la que no durará mucho.

Por Antonio Limón López.


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