Desde
luego que entre ambos personajes existen grandes diferencias y
distancias, desde la apariencia física, el idioma, la circunstancia
histórica, la temática, el gusto por decirse de izquierda o de
derecha, y en este punto debo fijar el consabido “entre otras
muchas”. Pero al mismo tiempo existen entre ambos coincidencias
profundas y no solo simples paralelismos; cabe decir que si el señor
del extraño peinado no fuera presidente del país más poderoso de la
tierra, a nadie le interesaría, pero como lo es, debe el mundo
comprender el motor que lo impulsa y luego... al tiempo, breve por supuesto, exigirle la licencia de conducir y bajarlo del auto.
La
segunda coincidencia consiste en provocar un estado no de temor
racional, sino de miedo irracional. Fidel Castro armó a los cubanos
azuzándolos ante el invasor, aunque esto solo lo hiciera en determinados
momentos -no fuera a ser que luego las
utilizaran contra su pellejo- pero con eso bastaba, para que los cubanos sintieran que estaban en guerra contra el imperialismo, y durante los años en que la Revolución Cubana estuvo en alianza con la URSS, el asunto era como para tomarse en serio, recordemos
la instalación de misiles nucleares en la isla, pero incluso cuando
Mikhail
Sergeyevich Gorbachev puso punto final a esa alianza, Fidel Castro
renovó la amenaza militar de Estados Unidos y el capitalismo.
Cualquiera que haya visitado al paraíso turístico que es Cuba,
habrá observado el terror en los cubanos ante su "policía" local, y
el poco marxista aprecio de la élite cubana por el dólar. Pues
adivine, guardando las proporciones, Donald Trump hace lo mismo.
Para Trump, México, China, los musulmanes y los países árabes -aunque unos más y otros menos- son "amenazas" contra la integridad de América, claro que el "malo" favorito del magnate es México, el cual dice que perversamente amenaza a la primer potencia mundial con sus narcotraficantes, con sus "violadores" insaciables de mujeres blancas, con sus armas de fuego "Made in USA", con sus abominables maquiladoras y con sus pobres, que son el 60% de su población.
Para Trump, México, China, los musulmanes y los países árabes -aunque unos más y otros menos- son "amenazas" contra la integridad de América, claro que el "malo" favorito del magnate es México, el cual dice que perversamente amenaza a la primer potencia mundial con sus narcotraficantes, con sus "violadores" insaciables de mujeres blancas, con sus armas de fuego "Made in USA", con sus abominables maquiladoras y con sus pobres, que son el 60% de su población.
Y
por último, la tercera coincidencia entre nuestros personajes, y que es su secreto mejor guardado, es el desprecio absoluto a la “Economía”. Ambos (Fidel y
Donald) en apariencia están guiados por propósitos económicos, por
fines de ese tipo, ambos hablan de mejores condiciones para los
obreros y agricultores o campesinos, de más trabajos en la
industria, hablan de exportaciones, de mercados, y prometen un futuro
mejor, donde todos tengan trabajo bien remunerado, donde sus
respectivos países superen a sus adversarios en todos los campos de
la economía, pero en realidad a ambos les importa un bledo la
economía, por eso Trump ignora a los expertos mexicanos (o
europeos) en esa especialidad, por eso Castro Ruz dejó que Cuba se
hundiera en la miseria después del abandono soviético. En algún
momento Cuba sin ningún beneficio económico, llevó a su ejército a
combatir en África.
Lo
que realmente le importaba a Fidel Castro y le importa a Donald J.
Trump es la política, es el Poder, ambos comparten en la historia
esa misma fijación, y lo hacen frente a un mundo donde todos los jefes de
Estado son economistas y ciegos. Por eso la estrategia de México es
simplemente idiota, es idiota seguir insistiendo ante el magnate hotelero en las buenas razones
económicas para conservar el TLC, o para no construir el Muro, pues
tanto el TLC, como el Muro son prioridades estratégicas en la
política de Donald Trump. A diferencia de Cuba, por fortuna Estados
Unidos no va a seguir ciegamente a su líder, pues ni es su único payaso, ni es una isla, ni son tan tontos los norteamericanos. Las amenazas contra
México dejarán de tener éxito cuando los
norteamericanos se enfaden del amo de las acciones ejecutivas y sean conscientes de que están enredados por una mala política, la que jamás haría grande a Estados Unidos, ni a ningún país en este siglo.
Por
Antonio Limón López.