La
“Unidad” fue invocada aún antes de que la idea de Nación
existiera, y a quienes en cualquier tiempo o geografía la han
desdeñado o se han opuesto a ella, han sufrido graves consecuencias,
cito a una de sus víctimas más celebres, Sócrates, cuya búsqueda
de la verdad, y el uso de su método de conocer, la Mayéutica,
exhibía a los farsantes y a los políticos. Sócrates ponía en duda
todas las creencias y todos los dogmas y virtudes de Atenas, por lo
que consideraron que atentaba contra los dioses, que introducía otros nuevos y que corrompía en consecuencia a la juventud, ya que con sus
enseñanzas los jóvenes dudaban de todo, incluso de la cruenta
guerra que Atenas sostenía contra Esparta. Por esa traición a la
“unidad” de los atenienses, por ese contravenir a la inmensa
mayoría de los atenienses.. fue condenado a muerte.
La
“unión” de los reinos de Aragón y Castilla implicó la expulsión
de musulmanes y judíos en el proceso español, el "Destino Manifiesto" de nuestros vecinos fue otra variante de un mito
indeclinable contra los territorios de México, y así ad infinitum, hasta las atrocidades del
nacionalismo socialista de los Nazis, que justificaba cualquier crimen, según su
profeta Adolfo Hitler.
México
es uno de esos países donde el culto a la ignorancia permea desde la presidencia, desde todas sus cámaras, y
ahora también desde la rectoría de la UNAM, para cultivar nuestra forma de segregación denominada "Unidad Nacional". Díaz
Ordaz apelaba a la unidad de los mexicanos contra las fuerzas
externas que manipulaban a los estudiantes del 68; López Portillo
lloraba pidiendo perdón porque “ya nos saquearon, no nos volverán
a saquear” y
reclamaba la unidad nacional para combatir a esos saqueadores irredimibles; Salinas de Gortari
alzaba la espada del “Nacionalismo Revolucionario”, y claro que
los gobernadores rateros mexicanos también exigen la "unidad", cuando el filo de sus uñas no puede ocultarse.
La
palabra “unidad” es en México la favorita de nuestros “Bad
hombres” de la política y del saqueo al Erario. La usan
los dirigentes de los partidos políticos para exigir sumisión
cuando imponen a dedazos a sus lacayos. Es una
palabra asquerosa, repugnante y por ello me indigna la marcha por la
“Unidad Nacional" contra quien sea o contra lo que sea, es obvio que esa es otra
manipulación de la verdad y el sentimiento patrio capitalizado unos
vivillos, que sacan utilidades con el momento histórico, y que señalan despectivamente a quienes
abominamos de esa unidad artificial impuesta, en este caso por Televisa, por los empleados
del gobierno federal y por increíble que parezca por algunos
rectores universitarios, lo cual es un atentado contra la naturaleza de las universidades, cobijo de ideas y saberes; por lo tanto protectoras de las
minorías excluidas de toda “unidad nacional”. En
pleno siglo XXI el rector de la UNAM, descaradamente y sin réplica alguna, adhirió a la UNAM
de hoy, a la marcha oficialista, que no es otra cosa más que otra gran farsa.
Televisa
obligó además a todos sus intelectuales orgánicos y adherentes
a participar en este circo mediático, donde desfilarán Denise Dresser, Emilio Álvarez Longoria (mejor conocido por su nombre nobiliario Emilio Álvarez
Icaza) Leo Zuckermann, Jorge Castañeda, Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze, Joaquín López Dóriga y directores obsequiosos de nuestros diarios nacionales. Carmen Aristegui no ha resuelto si se va a presentarse, ya que existe esa posibilidad pues es muy amiga de Denise Dresser, la que llevará a sus alumnos encamisetados como chamacos de Kinder.
Sinceramente, en todo tiempo y lugar la "unidad nacional" es improbable o imposible, porque atenta contra la singularidad extraordinaria de cada persona, contra su esencia ética, intelectual, y social de cada uno, y porque siempre es una unidad forzada por la humillante amenaza de traición. Es intolerable que los convocantes de esta marcha por la "unidad nacional", y que precisamente, no casualmente, son los cómplices y beneficiarios de la corrupción pública imperante en México, ahora sugieran que quienes no asistan a ella, o no la aplaudan, sean o seamos los traidores a nuestra nación.
Por
Antonio Limón López