La aprobación de la Guardia Nacional -un órgano bajo el
control militar compuesto por militares y marinos de guerra- ahora ejerce con descaro las
funciones de policía civil en México gracias a la decisión unánime de todos los
partidos políticos y todos los congresos de los estados. Y no, no es un acto militarista aislado, inusual, anti histórico, ni siquiera es un evento excepcional, al
contrario es un acto congruente con la larga tradición militarista y de
sometimiento de nuestras autoridades civiles a las fuerzas armadas en México.
Ni quien lo ponga en duda, durante el siglo XIX fuimos
gobernados por militares y lo mismo ocurrió desde la muerte de Madero hasta el
final del gobierno de Lázaro Cárdenas, y no por ello abandonamos la pobreza, ni
fuimos capaces de desterrar la corrupción, la desigualdad, la anti democracia,
la inseguridad jurídica, el bandolerismo, las ejecuciones políticas, ni el
avasallamiento ante las elites gobernantes formadas por hampones. En realidad los
militares no nos dieron ni orden, ni prosperidad, ni dignidad, ya que simplemenTe vieron a México
como un botín y lo saquearon, hasta que empezaron a matarse entre sí.
No quiero decir que el militarismo haya concluido al término del fin del gobierno del General Lázaro Cárdenas, pues lo cierto es que el
militarismo siguió y sigue, de hecho todos los gobiernos “civiles” de México
han sido y son militaristas, porque todos los presidentes mexicanos desde
Manuel Ávila Camacho hasta Andrés Manuel López Obrador han sido y son gobiernos
que se sustentan en las fuerzas armadas.
Incluso el gobierno de Benito Juárez fue militarista. aunque
prefirió ser protegido por Estados Unidos donde disfrutó su estancia a lo grande, pues de haberse quedado en México sus
propios generales lo habrían asesinado, como le ocurrió a Francisco Ignacio
Madero. El único gobierno que se sostuvo en la fuerza de la Constitución y no
en las Fuerzas Armadas fue el de Agustín de Iturbide, que duró muy poco y finalmente fue
asesinado por el ejército acatando órdenes del mismo Congreso que Iturbide creó, pero
fuera de este caso, por cierto similar al de Morelos pues ese congreso de Apatzingán era un nido de alacranes y tepocatas, todos los demás han sido gobiernos
sostenidos por el ejército.
El ejército fue clave para que Carranza se sostuviera,
y un Coronel a su mando, Jesús Guajardo asesinó a Emiliano Zapata y como premio
además de las monedas de rigor, fue elevado al rango de General; poco después el
General Álvaro Obregón ordenó el asesinato de Venustiano Carranza, al cual
dejaron como cedazo en Tlaxcalaltongo. El ejército mexicano consumó el asalto a
las tierras de los chinos en Sinaloa y Sonora y fue el ejército el que expatrió
a los Yaquis de Sonora, para llevarlos a Quintana Roo, fue nuestro ejército el
que consumó la masacre de León Gto. en 1945.
El ejército fue quien le dio el poder necesario a Luís
Echeverría para acabar con disidentes gracias a la operación Cóndor. Fue el
ejército el de la masacre de Tlatelolco en 1968, y la del 10 de junio de 1971,
fue el ejército el que hizo posible la consumación de los fraudes electorales
desde Lázaro Cárdenas a la fecha.
Pero dejando la historia y recordando los hechos del 2006,
cuando después de una elección muy cerrada el Presidente electo Felipe Calderón
convocó a una gran “Guerra contra el narcotráfico”, la que anunció argumentando que el Ejército patrullaría las calles de todo país, pero en realidad solo fue otra gran simulación, otra farsa pues en esos seis años, la delincuencia ni siquiera hizo caso de los
militares, pues actuó como si estos estuvieran pintados en la pared o fueran títeres.
Exacto, el Ejército se prestó a la farsa de amenazar
con su presencia a Andrés Manuel López Obrador y a sus irritados seguidores, haciéndoles saber
que las Fuerzas Armadas apoyaban con toda la fuerza de su armamento y de su
despliegue en territorio nacional al presidente Felipe Calderón y a su gobierno. El
mensaje fue claro y López Obrador lo entendió, así que puso pies en polvorosa, dedicándose
a recorrer el país lo más lejos del Presidente Calderón.
Nuestra historia avanza hasta poco días antes de terminar la campaña presidencial del 2018, por entonces López
Obrador fue informado del papel "pacificador" y de apoyo que las Fuerzas Armadas podrían dar a su gobierno, ya que como Presidente, sería el “Comandante Supremo” y tendría, por ende, la certeza de que en ningún caso su gobierno correría riesgo alguno, también se le hizo saber que todos los anteriores presidentes contaron con ese apoyo leal y absoluto, pues sin el Ejército ningún presidente en México tendría fuerza para
sostenerse en el gobierno. Cualquier presidente sería acosado por todo mundo, por los otros partidos que lo considerarían
débil, por los delincuentes que intentarían someter a su gobierno y cobrarle piso, e incluso
otras fuerzas exteriores podrían acosarlo o incluso someterlo, pero con la lealtad de las Fuerzas
Armadas sería invulnerable, tendría todo el margen para actuar como quisiera tanto dentro del
marco constitucional, como por fuera de este.
En suma ¡Ese es el militarismo de todos nuestros presidentes! También es el militarismo de Andrés Manuel López Obrador, que en estos momentos se esta probando un lindo uniforme color oliva, con muchas estrellas.
Por Antonio Limón López.
limonuno@gmail.com