Sí,
el movimiento de “izquierda” lopezobradorista olvidó por completo una de sus
fechas más importantes, la del siete de abril, en que se conmemora el Desafuero
a que fue sujeto Andrés Manuel López Obrador en el año 2005 y que marca el
final de esa etapa heroica que vivió México, entre quienes querían el Desafuero
y quienes se oponían a él, por considerarlo una maniobra para evitar que Andrés
Manuel López Obrador estuviera en la boleta electoral del dos de julio del
2006, como candidato a la Presidencia de la República.
Poco
antes de esa fecha, el sujeto a proceso de Desafuero, el Jefe de Gobierno del
Distrito Federal, compareció ante la Cámara de diputados y pronunció su
discurso de defensa, se expresó a sabiendas de que no sería escuchado, sino que
los diputados actuarían conforme a las consignas de sus partidos, como mafiosos
y no como representantes del pueblo, y de ese tipo fue su discurso, escéptico,
convencido de la perversidad de los diputados y los trató como se merecían,
salió arropado por miles que lo vitoreaban mientras en la Soberanía Popular se
tramaba otra página de la Infamia mexicana, que concluyó el 7 de abril,
decretando por mayoría el Desafuero de que disfrutaba Andrés Manuel López
Obrador.
Esa
fecha marca dos épocas, la de antes del Desafuero y la de después del
Desafuero, la de antes, representa a un probable candidato a la Presidencia de
la República, la de después es ya la época del héroe civil que atraviesa el
final del siglo XX mexicano y trasciende hasta el siglo XXI.
A
partir del 7 de abril la izquierda, el PRD en que entonces militaba López
Obrador, los partidos Acción Nacional entonces en el Poder y el Revolucionario
Institucional serían sometidos a presiones tan grandes que los obligarían a
actuar, pero por desgracia lo hicieron de la peor manera y entraron en un
proceso de descomposición irreversible que aun en 2019 no concluye. México
entero tuvo que aprender a marchas forzadas lo que es la guerra política total,
lo que es la propaganda en su máxima expresión y fue Andrés Manuel López
Obrador el ojo del huracán en que hemos vivido y aun ahora vivimos.
Pero
lo importante no es la desmemoria de Andrés Manuel López Obrador que con su
natural desprecio a todo lo que no sea el aquí y ahora, ya olvidó aquel
momento, también lo olvidaron sus actuales compañeros de viaje yeidckol
Polevnky, Germán Martínez, Alejandro Encinas, Ricardo Monreal, Porfirio Muñoz
Ledo Pedro Salmerón, John M Ackerman, Paco Ignacio Taibo, Miguel Barbosa, el
Ingeniero Jaime Bonilla, Manuel Bartlett olvidaron la fecha, todos la
olvidaron.
Es
algo normal, nuestros partidos que son en realidad organizaciones de lucro y de
apropiación de privilegios, no son capaces de recordar, pues el recuerdo obliga
a la lealtad y a cumplir compromiso con el pasado y para el presente. El siete
de abril del 2005, marca la cúspide de la agresión antidemocrática del gobierno
de Vicente Fox Quesada, y la defensa de millones de mexicanos en torno a Andrés
Manuel López Obrador que, sin ese apoyo desinteresado, genuino y patriótico, no
hubiera pasado de una residencia pública en el Reclusorio Norte y no en Palacio
Nacional.
El
apoyo del pueblo obligó a Vicente Fox Quesada y a sus aliados entre ellos el
PRI y el PAN, a recular acobardados y AMLO arropado por un gran apoyo nacional,
retó a la procuraduría para que se atreviera a dar cumplimiento a una Orden de
Aprehensión, obsequiada por un solícito Juez de Distrito. Sin memoria no hay
compromiso y todo se vale, la memoria es un freno a la indecencia política y un
motor para seguir adelante.
Es
una fecha muy importante para López Obrador y sobre todo para el pueblo que lo
acompañó, que creyó en su mensaje y en su compromiso, también para sus
camaradas que lo acompañaron en aquel momento, es una fecha histórica para
México e incluso para Morena que entonces no existía, pero que ahora vive de
ese momento donde chocaron la farsa político judicial y la indignación social.
Finalmente quebrantada la PGR se desistió de la acción penal y todo lo demás ya
es historia, aunque se le olvide a López Obrador y a los desmemoriados y trepadores
que lo acompañan.
Por
Antonio Limón López