Cada
primero de enero asistimos al nacimiento de un año nuevo ¿Puede
haber algo más gozoso? Es como si por un momento todas las mujeres
fueran madres parturientas y todos los hombres felices padres,
asistiendo al milagro de traer a este mundo de desdichas a nueva
vida.
2017 nació en México en medio de grandes sosobras, ya estaba profetizado que ese mismo primero de enero México sufriría un “gasolinazo” de grandes proporciones, que Donald J. Trump, una especie de energúmeno, de monstruo poseído por el “furor teutonicus” del que hablaba Julio César, nos atacaría. Sí lo sabíamos.
2017 nació en México en medio de grandes sosobras, ya estaba profetizado que ese mismo primero de enero México sufriría un “gasolinazo” de grandes proporciones, que Donald J. Trump, una especie de energúmeno, de monstruo poseído por el “furor teutonicus” del que hablaba Julio César, nos atacaría. Sí lo sabíamos.
Furioso,
amenazante y antes de asumir como el 45 presidente de Estados Unidos,
lanzó la primera carga de estridentes amenazas contra las empresas ensambladoras
establecidas en México, y el castillo de naipes
de nuestro optimismo se vino abajo, y se llevó al suelo al maltrecho
Peso mexicano.
La
pesadilla de enero sigue, el “Gasolinazo” despierta ya no la
normal indignación, sino una gran rabia incontenible, los pacíficos
mexicanos salieron a la calle a protestar, otros a atacar a
gasolineras de Pemex, fueron 7 días de una sorpresiva rebelión
donde ocurrió algo increíble, el mayor deterioro de la imagen mas
deteriorada del país, la del Presidente Enrique Peña Nieto.
En
Playas de Rosarito los vecinos bloquearon las instalaciones de Pemex,
desde donde se surte la gasolina en el Estado de Baja California, un automovilista embistió a un cerco policial ocasionando a dos policías graves heridas, en Tijuana como dirigidos por un general verdadero un grupo ciudadano se apoderó de la garita de ingreso a México desde
EEUU, sitiaron el SAT en sus instalaciones de El Chaparral y las
autoridades norteamericanas bloquearon el regreso a México, para
evitar riesgos mayores.
He
visto las calles de Tijuana vacías en Sábado por la noche, algo
increíble en esta ciudad noctambula, también a largas filas de
desesperados con galones en las manos, esperando comprar el
combustible para mover su automóvil, también automóviles a la vera
del camino, abandonados, gasolineras atestadas, y modestos empleados de
gasolineras imponiendo orden y trabajando generosamente para auxiliar
a todos, a gasolineros cobardes que cerraron su negocio para evitar
perdidas, robos o daños, y a otros valientes y comprometidos
socialmente que abrieron sus instalaciones para servir la Magna y la
Premium a los tijuanenses.
No
nos reunimos el 6 de enero a disfrutar la Rosca de Reyes, escucho
comentarios y leo hechos insólitos, al menos increíbles para la
sociedad tijuanense, tan consecuente con los malos gobernantes, ni
siquiera pasar a Estados Unidos es algo seguro, yo por mi parte sigo
leyendo el formidable “Maquiavelo” de Louis Gautier-Vignal y
pienso que vivimos en la gloria, comparando nuestros apremios con los
de Florencia al amanecer del siglo XVI.
El
auto de uno de mis hijos sin gasolina duerme frente a la casa de unas
amistades que gentilmente lo cuidan, el de otro de mis hijos con poca
gasolina se queda en casa.
Escucho
las justificaciones del Presidente Enrique Peña Nieto en su discurso
del “¿Ustedes qué habrían hecho”, justificando el Gasolinazo
por las obras pías del gobierno, para sostener programas sociales,
hospitales, escuelas, para proveer medicamentos e insumos al Seguro
Popular, al IMSS, etc, y todos sabemos que en realidad es para seguir
sosteniendo a la corrupción desenfrenada, a las cúpulas de los partidos políticos, a regidores,
diputados locales y federales, y a los senadores, a unos 50 mil
políticos parásitos y rateros con ingreso faraonescos, además de periodístas chayoteros que están dispuestos a que México
se pudra, antes que a renunciar a sus beneficios. Algo bueno, al menos Peña desenmascara al populista, con el dinero del pueblo, Felipe Calderón Hinojosa.
Comparto
la rabia y la impotencia nacional, sobre todo a partir del acto de
lacayismo insuperable de nuestro presidente: Nombrar a Luís
Videgaray como Secretario de Relaciones Exteriores, pues se considera
que fue el puente para la visita de Donald Trump a México durante su
campaña. Cual nación servil nombramos canciller a quien pensamos
que es el más cercano a Donald J. Trump, como si las
dificultades entre México y Estados Unidos fueran cosa personal, de
amigos, pleito o malentendido de compadres.
Hubo
un tiempo en que creí ingenuamente que con la elección democrática
del Presidente corregiríamos nuestros males ancestrales, pero al
contrario, solo los profundizamos, solo exploramos nuevas formas para
seguir siendo gobernados por los mismos anti demócratas, farsantes,
despiadados, falsos, crueles, ignorantes, mentirosos, zafios e
idiotas de siempre.
La
única esperanza es ahora un pueblo que no cree en nada, dispuesto a
desafiar a la autoridad a la que no respeta en lo más mínimo, que
cataloga justificadamente a toda la clase política como una
organización de la Delincuencia Organizada. Este pueblo escéptico y
ofendido es realmente una esperanza, por desgracia no basta eso, es
necesario algo de lo que ahora carecemos, una idea clara de sentido,
de objetivo y de método para lograrlo.
Con
todo, es ahora mas importante decirlo y creerlo: Feliz año 2017.
Por
Antonio Limón López.