Cada
que se compara a un político norteamericano con uno latinoamericano
se debe decir: “guardando las debidas proporciones”, y aquí lo digo. Ciertamente Obama, quien todavía es Presidente de la primer potencia mundial, y Vicente Fox que fue presidente de México, son distintos, pero entre ambos existen
muchas coincidencias de carácter y de efectividad como políticos y como jefes de Estado.
En
primer lugar ambos lograron hacer campañas presidenciales muy
exitosas, supieron despertar simpatías personales y empatía
pública, incluso entre los miembros de los partidos políticos contra los que compitieron, aunque lógicamente también provocaron animadversiones viscerales. En la elección del 2000, Vicente
Fox barrió con el partido oficial, y en dos ocasiones, en 2008 y en
2012, Barack Obama obtuvo votaciones históricas contra los republicanos.
Sin
embargo el éxito electoral de estos talentosos candidatos no evitó
que sus gobiernos fueran frustrados, incluso
desastrosos para los fines que se propusieron, o en aquellos que la
sociedad consideró como sus principales objetivos. No solo fracasaron, sino incluso desilusionaron a la misma sociedad que creyó en ellos con ingenua fe.
Obama
prometía cordialidad y suavizar las fobias históricas de la
sociedad norteamericana, es cierto que esto era un propósito enorme,
pero no supo o no quiso llevarlo a cabo, y por el contrario, las fobias
se magnificaron en nuevos odios, en nuevos racismos, en nuevos
motivos de discordia. Obama desafío a esos norteamericanos heridos
por el rencor o el descontento y no supo que hacer, prefirió dejar
que las cosas tomaran cualquier camino.
Tomó
la cómoda decisión de asimilar a Hillary Clinton como Secretaria de
Estado, con lo cual aseguró su segunda candidatura pues ella era la
mejor representante del Partido Demócrata, pero este era un partido anquilosado, enfermo, y en el mejor de los casos una
maquinaria electoral, dedicada solo a comprometer el
voto y acarrearlo al estilo mexicano, pero además la Sra
Clinton resultó un desastre no solo como Secretaria de Estado, que
como tal llevó al mundo a una crisis cuyos efectos nocivos siguen en
proceso, sino que en lo personal fue descuidada y avariciosa.
Derrotado o traicionado en su círculo interior, Barack
Obama prestó oídos sordos a las voces de su propio país y a las del mundo, a falta de
propuestas y de respuestas, la animadversión social creció, los
radicales volvieron a las trincheras, no disparando, ni linchando a
nadie, sino a las trincheras políticas, contra los viejos enemigos y
contra los nuevos, los latinos, en particular lo mexicanos
desorganizados, mal educados políticamente desde México,
despolitizados, incapaces de asimilarse a una sociedad
democrática, sin reacción alguna ante la agresión y por todo ello, enemigos a
modo.
Puso
sus ojos en Cuba, a quien prometió una nueva era de relaciones
diplomáticas con Estados Unidos, y Cuba angustiada por la miseria, y
gobernada por una élite burocrática acosada por el
mundo y sin recursos, renunció a su postura contra Estados Unidos. Todo parecía un sueño, pero en el último
momento, Obama cruelmente puso fin a la política migratoria de “pies mojados
y pies secos”, con lo que el sufrido pueblo cubano queda atrapado en la
isla, y sin esperanzas de escapar de una dictadura efectiva y
desafiante.
Al
pueblo palestino le correspondió dando a Israel 35 mil millones de
dólares en armamento, con lo que Israel se extiende ocupando nuevos
territorios y arrinconando a Palestina, pero también en el último
momento se abstuvo EEUU de votar en una crucial votación de reproche
a Israel, y el resto del Consejo de Seguridad de la ONU condenó a
Israel por su política de expansionismo, con lo que Obama logra
quedar mal con los palestinos y con los israelitas.
A
Rusia, Obama terminó convirtiéndola en heroína en Siria y Oriente
Medio, pues mientras que EEUU fue incapaz de imponerse militarmente
en ninguna parte, Rusia actúo de manera muy efectiva, mostrándose
como una aliada confiable y segura, en tanto que EEUU finalmente
quedó como un picapleitos, que corre al momento en que es necesario
repartir golpes. En el último capitulo, la comunidad de inteligencia
de Obama fue burlada por la comunidad de inteligencia rusa, pues
descaradamente “hackeó” a Estados Unidos en las elecciones, sin
que se dieran cuenta oportunamente, algo equiparable a ser
bombardeados y descubrir el ataque cuando las bombas lo han destruido todo.
Es
cierto que consolidó a Nueva York y a California como ejes
culturales del mundo, pero ese imperio cultural de talla mundial, es visto como algo ajeno a la mitad de Estados Unidos. Ahora para ser actor en ese país se requiere licencia de un sindicato, y estas se obtienen solo
estudiando en las escuelas de élite que son inaccesibles para la
mayoría de los norteamericanos, incluso para los de la agónica clase media, y lo mismo ocurre
para todas las profesiones.
Wall Street, fue fortalecida por la incapacidad de Obama para restringir sus maniobras en favor de la opacidad en las finanzas, lo que impide el cobro legítimo y correcto de impuestos, con lo que esta actividad se extiende con las mismas anti reglas por el mundo, imitando lo malo, lo execrable.
Wall Street, fue fortalecida por la incapacidad de Obama para restringir sus maniobras en favor de la opacidad en las finanzas, lo que impide el cobro legítimo y correcto de impuestos, con lo que esta actividad se extiende con las mismas anti reglas por el mundo, imitando lo malo, lo execrable.
Todos
los débiles y optimistas perdieron durante el gobierno de Barack Obama, los
latinos, los negros, los demócratas, los aliados incondicionales
como México, e incluso con Venezuela a la que abandonó por cobardía o por dejadez, a Europa misma, Oriente medio, e Inglaterra. No deja tampoco un
legado cultural, más allá de la “Nueva familia” que
provocó la ira de los conservadores. Pero al fin, esa fue una de las dos o tres victorias
no electorales de Obama.
Otro de sus menguados triunfos fue el “Obama Care”, que inspirado en muy buenos y
razonables propósitos fue diseñado sobre la marcha, por lo que se
ha estado rectificando, lo cual legitimó a Donald Trump para
descalificarlo, al mismo tiempo que amenaza con derogarlo en favor de las empresas de seguros privadas.
Barack
Obama no es una línea divisora que se traza entre la modernidad de Estados
Unidos, y su pasado. Es una zanja que precipitó a los
norteamericanos a una época de desconfianza y de irritación, que
desalentó a millones de electores, que desilusionó a quienes
creyeron en él y que ahora perdieron no solo la fe en Obama, sino
en su futuro.
Barack Obama dilapidó sus mayorías de 2008 y 2012, y el Partido Demócrata perdió las elecciones del 2010 y del 2014, por falta de liderazgo. Lo que como presidente no pudo o no supo hacer es injustificable por cualquier razón de política práctica, pues le faltó el coraje que cambia las cosas, le faltó la claridad para comprender su propio papel.
Barack Obama dilapidó sus mayorías de 2008 y 2012, y el Partido Demócrata perdió las elecciones del 2010 y del 2014, por falta de liderazgo. Lo que como presidente no pudo o no supo hacer es injustificable por cualquier razón de política práctica, pues le faltó el coraje que cambia las cosas, le faltó la claridad para comprender su propio papel.
Ese
es el caso de Vicente Fox, cuya incapacidad mental ya es proverbial, pero que al menos en medio del fracaso, entregó la estafeta
presidencial a otro de sus camaradas de partido, en tanto que Barack Obama se la entregará a quien mejor
representa a sus adversarios, a Donald J. Trump, que es su antagónico
en todo, en su relación con Rusia, con Europa, con México, con
Cuba, Venezuela, con Arabia Saudita, con Israel, con Palestina, con su visión
cultural de Norteamérica y del mundo.
No niego en Obama su buena fe, su simpatía, su gran talento oratorio, reconozco todas sus virtudes personales, pero como líder de un mundo mejor fue un fracasado, un personaje dañino, un mal ejemplo, otro afortunado que no estuvo a la altura de su momento, ni del desafío que él mismo se fijó. Por desgracia el mundo pagará, pagarán los "dreamers" y ya pagaron millones de latinos a los que inmisericorde expulsó.
No niego en Obama su buena fe, su simpatía, su gran talento oratorio, reconozco todas sus virtudes personales, pero como líder de un mundo mejor fue un fracasado, un personaje dañino, un mal ejemplo, otro afortunado que no estuvo a la altura de su momento, ni del desafío que él mismo se fijó. Por desgracia el mundo pagará, pagarán los "dreamers" y ya pagaron millones de latinos a los que inmisericorde expulsó.
Por
Antonio Limón López.