El 19 de octubre del
2018 es sin duda uno de los peores días en la historia de México, no porque
haya ocurrido algo abominable e inexplicable, sino porque primera vez en
nuestra historia pudimos ver al México insolidario, egoísta y patán.
Ya sabíamos que
una caravana de migrantes originarios de Honduras llegaría ese día a nuestra
frontera sobre el Río Suchiate. Donald Trump urgió a México a detener a los
migrantes, amenazó llevar las tropas norteamericanas a la frontera México y
Estados Unidos.
El Presidente de
México asesorado por su cancillería decidió utilizar la típica estrategia falaz
de nuestras autoridades, al decir que se admitiría a los migrantes siempre y
cuando fuera en un proceso controlado en grupos de cinco sucesivamente y
siempre y cuando llenarán las formas migratorias y exhibieran la documentación
conducente. Para ello se enviaron policías federales y se construyeron rejas
para acceder persona por persona.
El gobierno de
Guatemala valientemente dejó pasar la caravana y desde la mañana del 19 de
octubre, el gobierno mexicano acatando los mandatos de su amo Donald Trump,
cargó contra los migrantes haciendo imposible su ingreso, finalmente solo 450 de
los miles de migrantes pudieron continuar en su doloroso peregrinar y esto solo
porque con esto las autoridades pudieron aparentar actuar con legalidad.
En lo anterior no
existió ninguna sorpresa, tampoco en la eficiencia de nuestras autoridades
policiacas para reprimir a indefensos, a mujeres y niños, menos aún en la
abyecta sumisión de nuestras autoridades gubernamentales al Mr. Trump. Lo
sorpresivo fue la reacción de los mexicanos “ilustrados”, en particular los
mexicanos usuarios de las redes sociales ante la emergencia humanitaria, en eso
sí que existió una sorpresa, pues los mexicanos ilustrados se pusieron abiertamente
del bando de la canalla, aplaudiendo y exigiendo la represión a los hondureños,
demostrando a nosotros mismos y al mundo la clase de personas, que forman parte
de la clase ilustrada mexicana.
La reacción xenófoba
llegó al punto de emular la misma irracionalidad con que los nazis agredieron a
quienes consideraron indigno de compartir el mismo oxígeno de este planeta,
tratar a los hondureños como si se tratara de seres subhumanos indignos de
piedad y de conmiseración, al extremo que parecieran totalmente extraños a los
mexicanos.
Lo cierto es que
existe una hermandad incuestionable entre nuestras naciones, Honduras formó
parte del México independiente al menos durante 1822-1823, sin contar que fue
una capitanía de la Nueva España durante tres siglos, que compartimos no solo
una historia común durante la mayor parte de la existencia de nuestros pueblos,
además compartimos el mismo idioma, la misma cultura y religión o religiones,
también compartimos ser víctimas del mismo separatismo auspiciado desde Estados
Unidos, tiranos similares y gobierno nefastos igualmente apoyados por el
poderoso vecino del Norte. Es cierto, actualmente somos víctimas de la misma demagogia,
de la misma desgracia, y precisamente por ello, debiéramos ser solidarios con
ellos, pero esto no es así, como quedó a la vista del mundo.
Por desgracia la
ilustración del mexicano solo se expresa mediante el odio y el racismo que gira
en dos ejes, el desprecio y odio profundo al indio en México, y el desprecio
igualmente cruel e injusto contra el pobre. Nuestros ilustrados de todos los
partidos y de todas las regiones, van por ahí insultando con el epíteto de “indio”
y de “pobretón”. Ese México aberrante de nuestra historia es el que se
manifestó el 19 de octubre del 2018, tan fuerte y tan contundente que nuestros
políticos acobardados y sin integridad alguna, se quedaron callados. Para ese
día de vergüenza y cobardía, el único político que fijo su postura de apoyo a
los migrantes se llama Andrés Manuel López Obrador. El 20 de octubre, los migrantes comprendieron la estrategia del gobierno mexicano y optaron por atravesar la frontera a nado y así un primer contingente de seis mil personas avanza en territorio nacional, ese día, también se solidarizó Felipe Calderón.