En realidad tengo una duda, no atino a saber si en el
caso de Andrés Manuel López Obrador es un talento innato o una genialidad, y la
causa de esta duda se la debo al pensador positivista mexicano José Ingenieros,
que distinguió: “Genio (es el) hombre que crea nuevas formas de actividad no
emprendidas antes por otros o desarrolla de un modo enteramente propio y
personal actividades ya conocidas; y talento (aquel) que practica formas de
actividad, general o frecuentemente practicadas por otros, (pero) mejor que la
mayoría de los que cultivan esas mismas aptitudes”.
Pues bien, después de largas disquisiciones
filosóficas sobre las aptitudes de AMLO, debo concluir con un cierto
eclecticismo que me molesta, pues odio eso de transigir aunque sea en esto, que
nuestro Presidente Electo es a la par un talento y un genio en el arte de hacer
bolas el engrudo. No conozco a otro político de tan grandes cualidades en este
rubro, pues ni siquiera Vicente Fox se le equipara, y esto ni en sus momentos
de gloria.
Los mexicanos apreciamos esta cualidad alquímica,
siempre soñamos con convertir el lodo en oro, pero ante la imposibilidad nos
conformamos con convertir cualquier cosa inútil, en otra igual o peor. Lo
siento, siento decir lo anterior pero así es, y se revise lo que se revise lo
confirmarán los hechos, ya sea en nuestro devenir histórico desde los imperios
azteca y español fundacionales, para terminar en este país de lacayos.
Para nuestra desgracia, esta capacidad de
metamorfosearlo todo la llevamos dentro de nuestro ADN, para ser exacto en una
mutación endémica del cromosoma 36. Por fortuna no sentimos orgullo de esta ciencia oculta que
lamentablemente, no se concursa en los Nobel, pues llenaríamos galerías con los
premios.
Pero López Obrador elevó esta hechicería a la altura
del arte, ya que todo lo transforma de malo a peor con su ocurrente ingenio ¿O me
equivoco? ¿Qué caso tiene decir que México se encuentra en bancarrota o
pretender obligar al Gobernador del Banco de México a manipular la emisión de
moneda o las tasas de interés? Justo antes de iniciar su gobierno, es como si
un atleta olímpico que quiere ganar los cien metros, clavara sus pies y zapatillas a la pista y los remachara con un par de golpes de mazo al dedo gordo.
Algunas promesas de López Obrador fueron netamente
demagógicas, como la de revertir la Reforma energética, que ahora como
Presidente Electo ya aprobó, o la de eliminar el IEPS en las gasolinas como lo expresó Rocío Nahle en su augusta compañía. Otra promesa
incumplida tiene que ver con la Ley de Seguridad Interior a la que criticó en
el momento de su publicación, pero ahora se declara partidario de que las
Fuerzas Armadas patrullen las ciudades y cumplan funciones de policía civil
como en la época de Felipe Calderón Hinojosa y de Enrique PeñaNieto.
Prometió que no tendría guardaespaldas de ningún tipo,
porque a él, “el pueblo lo cuida” como lo expresó en una entrevista a Jorge Ramos, y ahora tiene un equipo de líricos que se encargarán de su
seguridad y de los huéspedes de México. Dice que licenciará al Estado Mayor,
pero igual puede no hacerlo.
Otra compromiso muy costoso, es el de crear una zona
libre en la frontera norte, reducir el IVA al 8% y el Impuesto sobre la Renta lo dejará en el 20%, y todo esto para que su candidato a gobernador, el reconocido
salinista Jaime Martínez Veloz, tenga una oportunidad para ganar la elección en
Baja California en julio del 2019.
Otra decisión atrabancada, que provoca las peores
sospechas de ser otro participante en el reparto del botín, es el caso de la Estafa
Maestra ¿Qué gana con exonerar a Rosario Robles? ¿Qué gana con calificar a la
Estafa Maestra como “Circo”? Si es un hombre honesto no ganó nada, pero si no lo
es, se pudo llevar unos cuantos cientos de millones de pesos al bolsillo. En cualquier
caso, con su habladuría abrió la puerta a la impunidad, para que los ignotos y
súper poderosos “de arriba” queden
impunes, en este fraude que acumula cuatro mil trescientos millones de
pesos y el prestigio (?) de varias universidades autónomas.
¿Por qué razón propuso (Por medio del dipupalero Pablo
Gómez) acabar con el Fuero, que precisamente lo protegió a él mismo entre 2004
y 2005 y gracias al cual se defendió exitosamente y como consecuencia ahora es
presidente? ¿Lo hace porque la chusma lo pide o porque quiere llevar de las
greñas a sus adversarios políticos a las Islas Marías? Sin el fuero Fox hubiera
puesto la cabeza del tabasqueño en su Sala de Trofeos.
¿Qué beneficio obtuvo México con la ofensa estéril de
nuestro héroe a la prensa llamándola “Prensa Fifí”? Cuando tiene a esa misma
prensa lamiéndole las suelas ¿Qué necesidad tiene de felicitar a los
reporteros que cubren sus andanzas, diciendo que se portaron “bien” y llamando
corazón o corazoncito a las reporteras? Qué necesidad tiene de dar conferencias
de prensa sobre naderías e insignificancias, al tiempo que repite el mismo
discurso hueco que ya no sorprende a nadie? ¿Qué gana o qué ganamos?
¿Por qué pide a
las víctimas que no olviden el asesinato, secuestro o desaparición de sus
familiares, pero pide que perdonen a los asesinos, secuestradores o responsables de las desapariciones? ¿Por qué
degrada la Justicia, dejando la carga de su aplicación o inaplicación en las víctimas y
no en las autoridades obligadas a imponerla? Es lo equivalente a convertir un bien público, republicano, en un bien del dominio privado, sujeto a negociación.
En repetidas ocasiones AMLO recomendó a los electores
aceptar lo que le dieran a cambio de su voto, incluso el “frijol con gorgojo”,
pero a la hora de votar, "pues que cada
quien decida" y sin embargo Yeidckol Polevnsky reaccionó airada por la
compra supuesta de diputados en Morelos al módico precio de 30 millones de pesos el legislador, por
lo que le exigió al gobernador electo que dejara de comprar a los diputados de
Morena y que nombrara a la mitad de su gabinete, conforme lo determinara un tal
“Rabin”, cuyo mérito fue cederle a Cuauhtémoc Blanco la candidatura de Morena. Hay
que lamentar además las expresiones discriminatorias contra uno de los
colaboradores de Cuauhtémoc Blanco, llamándolo Yeidckol Polevnsky, henchida
de patriótico nacionalismo: “españolete”.
¿Para qué eligió a tantos políticos priistas mediocres
para integrar su gabinete, y por qué despreció a los simpatizantes de Morena
para formar parte de su gobierno? A fin de cuentas, los leales a Morena tienen en su favor el compromiso de años de lucha y en cambio, los favorecidos por el
capricho de López Obrador solo pueden presumir de lazos familiares, entreguismo, servicio a corporaciones obscuras y ninguna lucha democrática por México.
¿Cuál fue el criterio de López Obrador para formar su gabinete
con pirrurris, improvisados, empresarios codiciosos y apáticos en lo político. ¿Por qué eligió
para la Secretaría de Seguridad Pública al cortesano Alfonso Durazo? Pocos
tipos existen tan vanidosos, indoctos, ególatras, parlanchines y
apantallaatarantados como este priista, expriista, panista, expanista,
zedillista, colosista, foxista y ahora morenista y obradorista ¿Acaso el
chambismo y el chapulineo ideológico tienen premio, y la congruencia castigo?
El caso del nuevo Aeropuerto Internacional de la
Ciudad de México sobre el Lago de Texcoco, es otra bola en el engrudo de López
Obrador, pues en campaña lo condenó a su flamígero estilo, pero como es normal cambió
de opinión apenas ganó la elección, y ya sin coraje y sin indignación contra
ese “pozo de corrupción”, cedió la responsabilidad de decidir su destino al
pueblo sabio. En este acto exhibe una gran cobardía, y un innecesario despilfarro
de dinero en estudios, consultas y proyectos. Nos engañó al acusar y a la
hora de la verdad huir, dejando a los técnicos colgados de sus cálculos, y a
los ciudadanos con una boleta de consulta amañada o de “encuesta” al etilo López
Obrador.
Y por desgracia los casos abundan en los
detalles, donde precisamente vive el Diablo, nuestro reformador criollo habla constantemente
de “honestidad” pero su práctica es realmente extraña. Siempre utiliza a
terceros que dan la cara por sus decisiones o sus indecisiones, y por eso siempre
tiene la peor reversa, la de negar a sus leales como si actuaran tontamente por su propia cuenta o fueran desechables,
siempre con el discurso de la sabiduría del pueblo, pero actuando en su contra
grotescamente, protegiendo directa o indirectamente a los mafiosos contra los
cuales el pueblo pide Justicia y no perdón, y siempre deformando la Democracia
en sus antítesis: en la tómbola, en el dedazo, en la imposición, en la
encuesta, en la aclamación, pero nunca cultivando a la Democracia. Si se ve
urgido habla de una “democracia directa” cuando en realidad se refiere a una
farsa directa.
En esta carrera de sinsentidos y barbaridades, Andrés
Manuel cometió algunos agravios mayores de los cuales es inconsciente, el
primero de ellos es el de colocar a enemigos jurados de la Democracia en su
gobierno, los casos más diáfanos son el de Germán Martínez Cazares que se distingue
en la historia del PAN, como el esbirro que Felipe Calderón impuso como Presidente
del Comité Ejecutivo Nacional, para que lo envileciera, hasta
convertirlo en una caricatura del PRI. Así López Obrador premia a Felipe
Calderón y a su achichincle Germán Martínez haciendo a este Senador de la
República y además regalando a este la Dirección General del Instituto Mexicano del Seguro Social.
El caso del farsante y vividor Manuel Bartlett, es otra bola en el engrudo y no de las pequeñas, ya que el tipo no
es otra cosa que un perro leal al neoliberalismo y a la delincuencia electoral de
Miguel de la Madrid, de Carlos Salinas de Gortari y de Ernesto Zedillo, a
quienes obedeció en sus peores aventuras, las de la delincuencia
electoral, la del peor liberalismo económico y el entreguismo de estos presidentes
al Fondo Monetario Internacional y a los banqueros del mundo, y fue hasta que el PRI abandonó
a este tartufo, cuando cambió de ideas aunque no de partido, pues alega que aun
hoy sigue siendo priista y vaya que lo sigue siendo. Su fuente de poder
es el mismo Andrés Manuel López Obrador a quien protegió cuando este era un insignificante
perico tabasqueño, y al que ahora le cobra impúdicamente los favores que le proporcionó.
Se proclama “nacionalista”, pero solo es un vividor del
Poder que se cambia la camiseta nacionalista por la de anti nacionalista según convenga y sin pudor, todo para que le concedan
senadurías, secretarías, direcciones nacionales, gubernaturas, diputaciones y
lo que sea siempre y cuando siga amamantándose del Erario, como lo hace desde 1962 de
manera casi ininterrumpida. Bartlett es un sicario de cualquier causa que
promuevan las mafias del poder o los de arriba.
El mentiroso patológico Manuel Bartlett, miente cuando
afirma que no tuvo participación en el Fraude de 1988, pues él personalmente lo condujo con mano firme como Director de la Comisión Federal Electoral y como Secretario de Gobernación, declarando él personalmente ganador a Carlos
Salinas de Gortari y perdedor a Cuauhtémoc Cárdenas y al Maquío. Ahora a la distancia, Germán Martínez que efectivamente transformó
al PAN en la organización mafiosa que es hoy, solo tiene de heroico que soportó
el tufo enervado de Felipe Calderón.En cambio Manuel Bartlett tiene otras cuentas pendientes con México.
Nada perturba a López Obrador, ni siquiera saber que entre
el bando de los asesinos de 1968 esta el propio Manuel Bartlett quien nunca denunció
a Luís Echeverría, ni a los priistas como asesinos políticos de los jóvenes
masacrados por el ejército el dos de octubre de 1968 en Tlatelolco.
En 2018 se conmemoran 50 años de ese trágico evento y
seguramente López Obrador no tiene ni la más remota conciencia moral de lo que
significa premiar a dos de los cómplices y encubridores del sesenta y ocho, el ya identificado
Manuel Bartlett Díaz y Porfirio Muñoz Ledo, quienes seguramente estarán
presentes en el momento en que en la Cámara de Diputados, se devele con toda
pompa en sus marmóreos muros, con letras de oro macizo el nombre de “Movimiento
Estudiantil de 1968”, es probable incluso que con todo descaro nuestro
presidente López Obrador invite a Luís Echeverría Álvarez para que corte el
listón de honor en recuerdo de la masacre, convertida en batalla gloriosa y
medalla de honor de los asesinos.
Dicho todo lo anterior, con el debido respeto.
Dicho todo lo anterior, con el debido respeto.