¿Cuál
es la raíz del éxito de López Obrador? ¿A qué defecto o virtud
debe Andrés Manuel su gigantesca conexión con el pueblo mexicano?,
la respuesta es sencilla, pero para llegar a ella, haremos un viaje que inicia en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, en el pueblo
virreinal de Dolores, hoy Dolores Hidalgo, en Guanajuato.
Las
campanas repiquetearon a las cuatro de la mañana, era normal que a esa hora, todos los habitantes del Virreinato de la Nueva España se
levantaran y dedicaran al menos una hora a rezar, por lo que cuando
el párroco convocó al pueblo, este ya se encontraba de pie, era el
momento más apropiado. Ahora las palabras de Miguel Hidalgo han sido
deformadas o cambiadas por los políticos oportunistas, pero sabemos
que el “Grito” eminentemente contradictorio, exigía lealtad al
Rey Fernando VII, y desconocimiento al gobierno de los usurpadores
franceses, todo en un sonoro “¡Viva
la América!, ¡viva Fernando VII!, ¡viva la Virgen de Guadalupe,
muera el mal gobierno!"
A lo que el pueblo contestó entusiasmado con vivas a la virgen de
Guadalupe, a Fernando VII, y con el consabido “muera el Mal
gobierno” a lo que el ahora Padre de la Patria, contestó diciendo
“Vamos a coger Gachupines”.
Esta
última parte, lo de “Vamos a coger gachupines” fue el verdadero
motor del movimiento de Hidalgo, pues de inmediato concitó a un odio que ya existía sin ninguna duda, pero que nunca antes se había percibido, un odio del pueblo contra los españoles de
nacimiento, que se apropiaban de todos los privilegios que el
Virreinato generaba, el mismo Virrey era ibérico de nacimiento, los
grandes capitanes, los oidores, los notarios, los dueños de las
minas, los exportadores e importadores, los prestamistas tolerados, y
entre los encomenderos, los afrancesados, los "ilustrados" eran los crueles e inhumanos, y los esclavistas eran autorizados por los reyes borbones, que conforme al Siglo de las Luces, estos vieron a los seres humanos como
animales. Era claro que el pueblo tenía buenas razones para
odiarlos.
El
“Vamos a coger Gachupines” se transformó en secuestros a los
peninsulares sin importar si eran “ricos” o no, y en tomar sus
monedas de oro que guardaban en sus propias casas o a sus animales de granja, y con ese dinero o el botín que se obtuviera, se alimentó a la revuelta multitudinaria de Hidalgo.
Ese populismo contra los "ricos y poderosos", se encuentra en toda
la historia de México, y casos de esos ricos y poderosos a la par que miserables
y crueles, también se encuentran a lo largo de esa misma historia.
Abundan los Flores Magón, los Panchos Villa, los zapata, y también
esa misma turba es azuzada de tiempo en tiempo desde 1810 y hasta
el presente. Esa es una triste realidad.
Andrés
Manuel López Obrador es el último heredero del "grito de odio" de Miguel
Hidalgo, y precisamente es también contra quienes considera como los sucedáneos de
aquellos “gachupines” el puñado de privilegiados, que viven en la
abundancia y la insolidaridad respecto a este pueblo. Eso ocurrió en 2006,
cuando despertó el odio de nuestra sociedad contra nuestros súper
ricos, y contra eso, todos esos “ricos” reaccionaron apoyando a Felipe Calderón.
Ahora
a vuelto a su receta de éxito seguro: su propia versión del Grito
de Dolores, con su “muera el mal gobierno y a coger gachupines”,
que se traduce con “amnistía para asesinos” y odio contra los
empresarios del Club de los hiper millonarios del Consejo Mexicano de
Negocios. De estos dijo en la "59 Semana nacional de la Radio y
Televisión", que “son responsables de la tragedia nacional”, que
se “oponen al cambio”, que “se sienten los dueños de México”
que “tienen confiscadas a las instituciones”, que “tienen
secuestrado al gobierno, y que “el gobierno no representa a todos
los mexicanos, está al servicio de esta minoría” que son
“colaboradores del fraude electoral del 2006”, y que son
privilegiados del gobierno, y dio nombres de los conjurados Germán
Larrea (Minera México), Alberto Bailleres (Grupo Bal), Eduardo
Tricio (Leche Lala), Alejandro Ramírez (Cinepolis), Claudio X
González (Kimberly Clark), que le pidieron a Enrique Peña Nieto que
apoyara a Ricardo Anaya y no a José Antonio Meade.
Es
cierto que entre los grandes empresarios de México existen algunos
que han evadido incluso sus obligaciones fiscales, como las grandes
“quitas” de impuestos adeudados y no pagados, que el gobierno de
Enrique Peña Nieto dio en 2012 y 2013. Los grandes daños al medio
ambiente de la Minera México y la nula retribución fiscal por los
minerales obtenidos, la mala calidad de los productos en México, en
comparación con esos mismos productos en EEUU de Kimberly Clark, y
del cierre de la competencia internacional a Leche Lala, por lo que
goza del privilegio de la no competencia internacional. Esto sin mencionar a Carlos Slim, a quien
Carlos Salinas le obsequió Teléfonos del Noroeste, le entregó a
precio de ganga Teléfonos de México, y le otorgó gratuitamente
concesiones para televisión por cable, telefonía móvil y de
internet. Otro no mencionado fue Emilio Azcarraga Jean, el gran
evasor fiscal, pues ya tiene la maña de no pagar los impuestos y
recibir quitas sexenales. Se sabe que tanto Slim como Azcarraga ya llegaron a dos acuerdos con López Obrador, como también ya lo hizo otro de los malos empresarios convertido en pan dulce: Alfonso Romo.
A cambio de las prerrogativas y privilegios, los sueldos y las condiciones laborales de los trabajadores menos calificados, son los mínimos posibles y que por regla general son de miseria o de supervivencia.
A cambio de las prerrogativas y privilegios, los sueldos y las condiciones laborales de los trabajadores menos calificados, son los mínimos posibles y que por regla general son de miseria o de supervivencia.
Otra vez, ahora en 2018 López
Obrador vuelve a la senda de concitar el odio contra los "ricos" contra los grandes
empresarios, senda que le ha rendido y seguramente le seguirá rindiendo frutos,
pues esos privilegiados, reciben mayores beneficios de México, que
lo que retribuyen a este país, y por ello no tienen el aprecio de
nadie, pues no se lo merecen. Los grandes empresarios han estado en
contra del pueblo de México, estuvieron todos con el PRI hasta que
este perdió, y entonces estuvieron con Felipe Calderón, luego con
Enrique Peña Nieto que les otorgó una verdadera amnistía fiscal en
2012.
Este
será el mayor acierto demagógico de López Obrador, lo cual es una
verdadera desgracia, pues con esto se revitaliza el odio entre “ricos y
pobres”, que lamentablemente subsiste en México desde 1810, y al parecer continuará "ad infinitum".