El
prestigiado diario San Diego Unión Tribune dio a conocer el 3 de
noviembre, que por problemas burocráticos, las 1.6 millones de
toneladas de desechos nucleares generadas durante años por la Planta
núcleo eléctrica de San Onofre en California, se depositarán
definitivamente a poco menos de 42 metros de la costa del Océano
Pacifico, esto a pesar de que es una zona de gran actividad sísmica, no olvidemos el terremoto de 1994 ocurrido en Northridge, en la misma zona, que ocasionó 74 muertes y la destrucción de puentes e instalaciones de todo tipo, así como la proximidad de las fallas geológicas de San Clemente-San Isidro, San Andrés, San Miguel, San Diego, Newport-Inglewood, Sierra Madre-Cucamonga, Garlock, El Siroco y dos zonas de actividad volcánica. Y para nuestra desgracia, Tijuana-Tecate-Rosarito-Ensenada se encuentran a solo 120 kilómetros
de la muy probable zona de desastre.
Esta
decisión, ahora confirmada, inicia con el acomodo de toneladas de basura nuclear "humedas" a pesar de que se pone en
peligro al Pacífico mexicano, una verdadera maravilla natural que
incluye no solo la costa del Pacífico, sino también al
Golfo de Cortés. El derrame del basurero nuclear de San
Onofre, que ocurrirá inevitablemente en algunos años, se dirigiría impulsado
por las corrientes de Norte a Sur rumbo a nuestras costas, dejando
una cosecha de muerte por envenenamiento de las aguas en
toda nuestra costa Oeste, desde Tijuana hasta Centroamérica, y con peores consecuencias nocivas que el desastre de Chernobyl.
La
costa de la Península de Baja California, todavía es el habitat de la vaquita
marina, del atún aleta azul, de nuestra langosta en Puerto Nuevo, de nuestro abulón, almejas, pulpos, camarones y es el santuario de la
ballena Azul, y también es el espléndido y amoroso mar que cuida de nosotros y que se
contaminaría de inmediato por nuestra indignidad.
Contra este proyecto apocalíptico, todos los días
los sandieguinos se levantan a luchar, y sin embargo las
autoridades mexicanas se comportan como si no existiera, no tiene la
importancia para nuestros patanes gobernantes que solo hablan del Tratado de
Libre Comercio, "reformas estructurales" o que solo meditan en nuevas condiciones favorables para que
las mineras o petroleras extranjeras se sigan llevando nuestros minerales o nuestro petróleo sin
pagar impuestos, pero repartiendo generosos embutes. Esto es lo que preocupa a nuestro gobierno,
pero no la vida ni la salud de millones de mexicanos, no les importa nuestra forma de vida, ni nuestra alimentación y ni siquiera nuestra fauna y flora marina, nada de esto les importa.
En
tanto, para Estados Unidos el peligro es menor, han calculado que las aguas marinas
contaminadas pasarían veloces, en menos de un día, frente a San Diego, y que el tóxico veneno nuclear llegaría a nuestro mar y luego al Golfo
de Baja California, donde permanecería durante años, claro que los
“marines” de Donald Trump gustosos vendrían a “ayudarnos”,
pero el mundo nos señalará como lo que somos, un pueblo indolente,
apático e indigno del patrimonio natural que Dios inexplicablemente
nos dio.
Todo
esto es intolerable, aceptarlo sin inconformidad o defensa de nuestra parte, es una
variante de Traición a la Patria. Nuestro gobierno debiera reaccionar
indignado, y exigir a nuestro mal vecino una solución segura y distante de nuestra frontera, exigir por ejemplo que el depósito definitivo de sus deshechos
atómicos se deposite al menos a mil millas de nuestra frontera y otras
tantas, de cualquiera de nuestros dos océanos. Si disfrutaron de la
energía barata que les proporcionó la central nuclear de San Onofre
durante décadas, que al menos limpien su propia basura, y la
depositen donde no amenace nuestra vida, nuestros mares, nuestra
fauna, nuestra flora, ni nuestro futuro.
Por
Antonio Limón López.