Estamos peor que en 2012, al menos para noviembre del 2011 ya el PRI tenía prácticamente resuelta la candidatura de Enrique Peña Nieto, el PAN se debatía entre el títere de Felipe Calderón, Ernesto Cordero y Josefina Vázquez Mota la candidata de quienes estabamos hartos del calderonismo. Por su parte la “izquierda” real o ficticia, pero unida, tenía ya a su candidato: Andrés Manuel López Obrador.
En el PRI, Enrique Peña Nieto predicaba con un discurso conciliador, hablaba de un nuevo PRI, y en lo personal aguantaba a pie firme cuanto vituperio le lanzaba todo mundo, cierto era otro ignorante e iletrado, pero al menos entonces no se sabía nada de la Casa Blanca, ni de las donaciones que gustosamente ya había recibido, y hasta Andrés Manuel López Obrador era un candidato ecuanime, tranquilo, incluso entonces AMLO era “El Amoroso”.
Estábamos mejor, porque al menos teníamos candidatos que en apariencia eran honestos, pero ahora en 2016 Felipe Calderón y su títere: Margarita Zavala llevan gastados cientos de millones de pesos de procedencia desconocida, gasta mas dinero que Elba Esther Gordillo en sus peores días de despilfarro. Ricardo Anaya, el otro aspirante “panista” resultó otro pillo vulgar, un centavero al estilo de Felipe Calderón que se dedica a extorsionar a Iberdrola.
Por lo que el único candidato creíble es Andrés Manuel López Obrador, aunque ahora es un izquierdista sin izquierda, es el candidato de la intelectualidad progresista sin intelectualidad y sin progresistas, sin embargo ahora va con aliados que son cirujanos sociales valientes y dotados con un fino bisturí político y social.
Mas que nunca, esta elección para los mexicanos es una elección sin elección. No existe ningún posible candidato letrado, todos son una partida de jumentos, y salvo López Obrador a quien nunca han pillado en ninguna ratería, todos los demás aspirantes a candidatos son unos rateros contumaces, y más que aspirantes a la presidencia, parecen aspirantes al presidio.
Por
Antonio Limón López.
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