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LA BABEL DEL 132



Sin duda el 11 de mayo marcará un hito no solo en el proceso electoral del 2012, sino también en la historia política mexicana, pues por primera vez los jóvenes tomaron por asalto al escenario de una elección presidencial y lo hicieron además con un gran coraje, con pasión y al parecer con gran decisión, por un momento el aburrimiento que caracteriza a este proceso electoral se fue al pozo y tuvimos algunos días gloriosos y divertidos de marchas inesperadas con destinatarios insospechados, marchas ruidosas, felices, triunfantes y aplaudidas hasta por los conductores que se quedaron atrapados en los embotellamientos.

Fueron 131 alumnos de la Ibero los que dieron la cara, fueron 131 estudiantes los que hicieron el fenomenal video “Yo soy 131”, fueron 131 muchachos los que conmovieron al país, fueron 131 los que pusieron su nombre, su rostro y su credencial en la historia de un país donde la historia se adultera y se deforma, fueron 131 muchachos los que marcaron un antes y un después, los que lanzaron desde la red las voces de una protesta honda que por momentos lindó la frontera de una verdadera revolución, y después… después del 131.. llegó el 132.

No es que fueran jóvenes distintos, no es que fueran otras personas o que siendo las mismas se hubieran transformado, no.. nada de eso. Pero todo cambió en dimensión: De una protesta modesta pero firme y univoca en la Ibero, la protesta se tornó monumental, grande,  también firme, pero dispersa: Del “Fuera, fuera, fuera!” contra Enrique Peña Nieto la protesta tomó el rumbo de Televisa, de Azteca, de Milenio. El "132" se nutrió de panistas y perredistas y no solo de antipriistas. En pleno proceso de la elección presidencial, nuestra juventud nos proporcionó todo tipo de justificaciones y pruebas de la justeza de su indignada protesta y de la necesidad de un cambio político.

Todo México reaccionó admirado y aplaudimos, parecía que llegaban los tiempos del cambio: “14 millones de electores que por primera vez votarán a un presidente” –decíamos- “pueden cambiar no solo esta elección, sino el futuro de México”. Hasta la engreída Televisa mordió el polvo, el 14 de mayo divulgó lo que ocurrió los días 11, 12 y 13 anteriores, lo hizo algo tarde, pero incluso todos sus comentaristas anclas se lanzaron a proclamar la grandiosa e inocultable rebelión cívica juvenil, de la que todo mundo hablaba, menos el duopolio. Algunos no tan juveniles se lanzaron a la calle acompañándolos para lo que se spusieron sus pantalones de mezclilla como Paco Ignacio Taibo II que se sentía nuestro "Lenin" criollo, y Javier Sicilia que caminó bajo el Sol inclemente con su sombrero a la Indiana Jones.

Pero así como llegó el éxito inesperado, también llegaron las dudas y los temores, pronto se hicieron presentes las inevitables diferencias y pronto llegaron los reglamentos, los canones, las versiones oficiales y hasta los censores, y para dejar las cosas en claro se “subieron” el sitio web oficial, el usuario oficial de Twitter y la cuenta -eso sí- oficialísima, de Facebook y claro también llegó el infaltable “Pliego de peticiones” redactado en medio de la tempestad y leído pulcramente a las puertas de Televisa.

El Pliego de Peticiones resultó una tímida relación de asuntos más bien secundarios, de peticiones inspiradas en el imposible deseo de hacernos feliz a todos, por lo mismo cada una de las peticiones quedó muy lejos de las expectativas que imaginamos hace unos cuanto días. Es cierto, estamos hartos de timideces, de medianías y de renuncias, así que por un momento soñamos que nuestra juventud tenía un objetivo claro, que estaba dispuesta a ejercer su enorme poder moral, el de su limpieza, que estaban dispuestos a desafiar toda nuestra historia de miserias e indignidades, pero ellos a pesar de su corta edad ya sufren -sin saberlo- nuestro miedo cerval al cambio, a la osadía, a la independencia, a la soberanía de espíritu, ellos también padecen este temor que cultivamos a lo largo de doscientos años de servidumbre y sencillamente es ingenuo suponer que de un golpe su generación estaría libre de semejante atavismo.

A final de cuentas, la rebelión juvenil del 2012, quedó en "Un movimiento apartidista", "Que no está a favor ni en contra de ningún candidato", que pretende “empoderar” al ciudadano a través de la información, porque la información “hace posible que los ciudadanos puedan criticar y criticar de manera fundamentada a su gobierno” “Nuestros deseos y exigencias se centran en la defensa de la libertad de expresión y del derecho de información” “En esencia, este movimiento busca la democratización de los medios de comunicación” y una vez expresada una retahíla de "demandas", concluye en la parte toral: “Como demanda inmediata exigimos la transmisión en cadena nacional del debate de los candidatos a la Presidencia de la República”

Con esto es obvio que deberemos volver a guardar nuestro optimismo en el baúl de la ropa que no nos queda, esperando que sea la gracia divina la que ponga fin al anti democrático sistema que padecemos, porque si eso depende de nosotros  persistirá hasta el día del Juicio final. Nuestro sistema político se finca en las "designaciones" de candidatos -vulgo "dedazos"- o en la "selección" de estos mediante sucedáneos antidemocráticos como las encuestas o las amafiadas "candidaturas únicas" que garantizan que los candidatos sean del gusto de las cúpulas partidistas; Un sistema que simula ser federalista y que en realidad es centralista, donde el denominado “Gobierno Federal” asume todas las funciones de la nación, dejando a los estados en la nada política y en la miseria; Un sistema Defecentrista que nos relega al resto del país a la condición de provincia ciega, muda y esclava; Un sistema que premia al lacayo, al arrastrado, al miserable, al innoble y que castiga la dignidad y la buena fe; Un sistema que fomenta el latrocinio reglamentado en favor de una élite depredadora que convirtió a la República en un botín y que desprecia al futuro, que solo piensa en derrochar la riqueza existente, que se dedica a dilapidar los recursos naturales, a venderlos a precio de ganga para enriquecerse; Un sistema bancario que no le presta a los mexicanos, para que constituyan sus propios negocios; Un sistema que educa para esclavizarnos política y económicamente para sostener una minoría insignificante, que de tajo clasifica a nuestras universidades en "de primera" y al resto "de segunda", dejando a las universidades públicas en manos de pandillas de delincuentes que con el cuento de la "Autonomía universitaria" no se sacian de robarnos.

No, nuestros universitarios solo vieron la cutícula exterior de nuestros males, sus ojos inexpertos no se atrevieron a trasponer la epidermis de nuestros males, tratando de comprenderse a sí mismos, se confundieron, y de esta manera el “132” se convirtió en otra Babel. A la postre están por debajo de sus primeros actos -Cuando solo era el “131”- es cierto que un gran cambio no puede nacer con un programa detallado en algún laboratorio social, pero no debe traicionarse a si mismo y debe ser capaz de asestar, en el momento preciso, el golpe fatal contra el cuerpo enfermo que debe morir para que surja y viva la nueva sociedad; No pueden coexistir el sistema enfermo y el sistema saludable, es imposible. Pero ese talento de matador y dador de vida no existe entre nosotros, que padecemos los mismos males con los que nacimos en 1821, a pesar de que las "revoluciones" van y vienen como legiones, dejándonos siempre igual. Solo nos queda desear que tal vez a la próxima, o a la que sigue, tal vez algún día ... algún día nos atreveremos.

Por Antonio Limón López

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